El tema es parte de la preocupación de muchos dirigentes y empresarios en países cuya vida financiera depende casi exclusivamente del sistema de extracción de recursos naturales, generalmente no renovables. En esa nómina está Bolivia y los expertos de la materia, observan con preocupación, pero sobre todo con sentido de previsión, la necesidad de encausar oportunamente el futuro cambio de matriz productiva, estableciendo condiciones de industrialización de ciertos recursos nacionales.
El asunto da para mucho tiempo, se trata de un proyecto a largo plazo, como lo estiman los expertos, pero tomando en cuenta esa fase de transformación, las medidas deben comenzar a ser aplicadas en función a una estrategia deliberadamente estructurada, aprovechando el periodo que aún nos permita el uso directo de la riqueza natural, la petrolera y específicamente el gas y por el otro lado del subsuelo, los yacimientos mineros.
En el pensamiento "inmediatista" pensar en cambiar el modelo extractivista resulta realmente un desafío para quienes están empeñados en cumplir esa meta y así evitar el colapso económico de un país, puede ser el nuestro, si no nos subimos al convoy del desarrollo práctico y efectivo.
En el tiempo actual cuando se habla de nuestros recursos naturales, se plantea una serie de interrogantes, por ejemplo en el caso de petróleo y gas saber hasta cuándo podremos seguir exportando cumpliendo los compromisos contraídos y preguntarnos si en un futuro de mediano plazo estaremos en condiciones de aumentar nuestras reservas y elevar los índices de producción, en ese caso en qué volumen y por cuánto tiempo, porque se trata de una riqueza no renovable.
De momento y por supuesto que resulta muy halagador, saber que el Gobierno dispone de los recursos suficientes para realizar nuevas exploraciones de pozos, establecer su capacidad productiva y, quién sabe, aventurarse a ofertar a otros mercados el producto natural no renovable de nuestro país, gas y petróleo.
El otro potencial es el minero y resulta que en la actualidad, en el orden de la minería estatal, se continúa explotando yacimientos que comenzaron a ser explotados en la época de la República, todavía están las minas y filones que enriquecieron a los "barones del estaño", pero son realmente los últimos esfuerzos que se hacen, caso por ejemplo de mina Huanuni, donde el estaño está prácticamente acabándose y se necesitan planes de contingencia para encarar la búsqueda de otros minerales, aprovechando la infraestructura del interior de ese rico yacimiento. En todo caso se tratará de un paliativo en el proceso de natural agotamiento de los concentrados mineralizados.
En este campo de la minería, se hace necesaria la aprobación de una política minera, con una clara estrategia en la prospección y exploración de nuevos yacimientos, tomando en cuenta que puede demorarse entre cinco a diez años, establecer nuevos y potenciales yacimientos para seguir en esa fase del uso de nuestra riqueza minera no renovable, por cuánto tiempo, es lo que deben establecer los profesionales del ramo, para tomar previsiones técnicamente admisibles que permitan encarar la otra fase de la previsión de sustento económico para el país.
Eso significa que por estudios apropiadamente utilizables se podrá establecer con la mayor aproximación sobre la vida útil de los nuevos yacimientos, abriendo el camino para encarar el salto hacia la industrialización de esos recursos a través de planes muy precisos para el uso de nuestros propios metales fundidos y transformados en materia prima elemental para crear otras industrias de uso interno - como país - pero además de exportación a los mercados de la región, donde por las condiciones de avance anticipado al nuestro, en cierto momento tendrán que proveerse de nuevos mercados emergentes como el nuestro.
El potencial ahora imaginario es realmente fabuloso, los entendidos en la materia y con el pensamiento futuro de la minería, tienen para pensar en los minerales tradicionales, pero en renovados yacimientos, como el estaño, plomo, plata, zinc, oro y otros, los mismos que en la fase obligatoria de industrialización se convertirán en lingotes con valor agregado, para alimentar nuestras propias industrias y diversificar la creación de empleos seguros, alentando las ventas de nuevos productos a mercados externos.
Dos rubros de gigante potencial en sus reservas, están en fase de tratamiento, por una parte la riqueza del litio y su producción de varios productos, aunque el fin será la obtención de las baterías de ion litio producidas en gran escala, además de los otros productos, especiales para usos en agricultura, línea de detergentes y otras opciones de alto requerimiento en los mercados del país y el exterior. El otro caso que seguramente se definirá en el curso del mes presente, es la explotación del hierro del Mutún y su industrialización en material de construcción y en placas de acero para la gran industria mundial. Este proyecto tarda ya mucho tiempo y se espera que en adelante se recupere el tiempo perdido.
El gran problema es tomar decisiones, aprobar políticas de largo plazo, pero de inicio inmediato, el caso de la minería demanda mucho tiempo y alta inversión para concretar exitosamente los nuevos emprendimientos.
Si se piensa en mantener las formas tradicionales de extractivismo de nuestras riquezas naturales no renovables, el futuro es poco halagüeño, se necesita un cambio de mentalidad realista, práctico, de ineludible responsabilidad de las autoridades de Gobierno, en este caso de Minería y las de Economía, que deben complementar tareas que hagan factible establecer una nueva política minera y metalúrgica, con presente seguro y desarrollo sostenible para responder al desafío de la transformación alternativa, que minimice el extractivismo, pero impulse la nueva matriz industrial del país. Suena un poco a utopía, pero dependerá de la capacidad y voluntad de nuestras autoridades asegurar el futuro de la economía boliviana.
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