La escasez de dólares y el encarecimiento de las compras del exterior “obligan” a la producción boliviana a reinventarse para no perder terreno y seguir vigentes
La economía boliviana enfrenta un escenario desafiante debido a los efectos de la pandemia del Covid-19, la inflación global, la escasez de dólares y el encarecimiento de la logística del transporte internacional. En este contexto, muchas empresas nacionales han encontrado la necesidad de reinventarse para sobrevivir y, sorprendentemente, han logrado identificar nuevas oportunidades de negocio.
Este es el caso de la empresa nacional Complemento, que hace 30 años se dedica al diseño, fabricación y comercialización de ropa de cama de sábanas, toallas, edredones, prendas para hotelería y hospitalaria y que ante el encarecimiento de las importaciones tuvieron que elegir entre priorizar los insumos o la tecnología. Optaron por la primera alternativa y “hasta el momento les está dando resultado”.
José Luis Rojas, encargado de ventas, explicó que en los últimos meses tuvieron un incremento de ventas de la línea hotelera, debido a que “esas empresas que antes importaban, por la escasez de dólares están valorando la producción nacional y nos compran”, destacó Rojas.
Detalló que, para tener una adecuada oferta, deben importar tela de EEUU, Brasil y China, “un aspecto que significa el 60% de los costos de producción y es justo este punto que hemos tomado las respectivas previsiones”.
Rojas indicó que ante un escenario tan desafiante tuvieron que cambiar de estrategia e invertir en la compra de una mayor cantidad de las telas y dejar de lado la actualización tecnológica.
“Nos llenamos de tela, pues ya se había previsto que la escasez de dólares iba a ser un problema, por lo que nos adelantamos y apostamos por contar con este insumo clave”, puntualizó Rojas.
Sobre la situación actual, el economista, Germán Molina, sostuvo que hay incertidumbre, desconfianza y disminución de la credibilidad sobre el estado de la economía por la escasez de dólares y combustibles, la venta de las barras de oro para pagar el servicio de la deuda externa que es gasto corriente, que acrecentó la relativa inestabilidad del mercado de divisas, la aparición del mercado paralelo del dólar y una brecha cambiaria creciente.
“Con casi cuatro años de gestión la actual administración gubernamental se acerca al sector privado por necesidad y por un interés económico, para que incrementen su producción e inversión para así incidir en el crecimiento económico, que de concretarse, mejoraría la recaudación tributaria nacional a favor del Tesoro General de la Nación, la liquidez en moneda nacional y en dólares”, subrayó Molina.
Es en este contexto donde los agentes productivos nacionales se deben mover y cambiar sus estrategias para “encontrar nuevas oportunidades ante esta crisis que sin dudas mueve el tablero de la producción, comercialización y consumo en el mercado interno”, indicó Molina.
En este cambio de estrategia se encuentra Isotek SRL, una empresa que importa insumos eléctricos desde Suiza y a su vez tiene una línea de producción y ensamblaje de tableros eléctricos de baja y media tensión bajo norma, certificados TUV - ISO9001, con la marca Protos.
Mauricio Colanzi, presidente del directorio de Isotek, hizo notar que desde que los importadores comenzaron a tener inconvenientes, por la falta de dólares, para pagar a sus proveedores, han impulsado su marca para abastecer la demanda industrial, que requiere esos productos.
“Esto ha llevado a que empresas petroleras, alimenticias y mineras, valoren nuestra producción de alta calidad. Ahora, nuestra marca boliviana Protos, compite con marcas alemanas y estadounidenses. Por la calidad, tiempo de entrega récord, precio y soporte pre y posventa, es que con orgullo decimos que nuestra fábrica se ha duplicado y tenemos una producción al 100%. En un par de meses, nos llega la segunda línea de producción, con tecnología de punta”, destacó Colanzi.
Subrayó que la versatilidad de sus productos y la posibilidad de adaptarlo a las necesidades de cada sector hacen que la empresa tenga un plus. “Nuestro equipo de ingeniería rápidamente procede a diseñar exclusivamente para ese cliente, el mismo lo aprueba y entra a producción. En tiempo récord, el cliente tiene un producto de alta calidad, para hacer funcionar sus plantas productivas. Ante ese contexto nos veníamos preparando. vimos la oportunidad de meter acelerador, nos arriesgamos, apostamos y nos fue bien. Como se suele decir en río revuelto, ganancia de pescadores, pero hay un secreto: uno se debe convertir en pescador”, precisó Colanzi.
Juan Pablo Rubilar, gerente general de Tigre Bolivia, indicó que a pesar de la situación complicada, la cadena de suministro y la disponibilidad de productos está garantizada, pues la empresa tuvo la precaución de contar con un stock estratégico que les permite mantener un flujo constante para responder eficazmente a las necesidades del mercado.
“Las principales trabas para la importación hoy en día son los crecientes costos para acceder a divisas y la oferta limitada de éstas por parte de los bancos. Esto nos obliga a mantener un stock mayor al necesario para poder compensar cualquier retraso o inconveniente en la cadena de suministro”, explicó Rubilar, a tiempo de señalar que los productos para reventa, el 30% se importa de EEUU, Brasil, Perú y Argentina.
Para aprovechar este contexto incierto, Tigre ha realizado inversiones estratégicas para potenciar la eficiencia de sus plantas de Santa Cruz y El Alto; una muestra de esta mejora es que la empresa es la primera y única que cuenta con la certificación de calidad a los procesos de producción de cables de cobre.
“Estamos invirtiendo en capacitación y generando un ambiente de trabajo cómodo y respetuoso para nuestra familia Tigre de más de 170 colaboradores. Nuestros proyectos como empresa están enfocados a mejorar la experiencia de compra y la calidad de nuestros productos; es por eso que Tigre viene invirtiendo hace algunos años en ofrecer un portafolio más completo para el mercado agrícola y ganadero”, indicó Rubilar.
Mantener la rentabilidad
Con el objetivo de mantener sus ingresos, los importadores, empujados por la fluctuación del tipo de cambio del dólar, en el mercado paralelo, han optado por una cotización que solo dure “horas”, un sistema que no se había visto antes en Bolivia, pero al que se recurre con el propósito de trabajar en nuevas estrategias que les permita responder al mercado interno.
El sistema se da -en su mayoría- en los comercios que se dedican a la venta de productos importados para la construcción. Así, el interesado recibe una boleta con precios que solo tienen una duración de cuatro horas, en caso de cerámicas fue más volátil y llegaron a colocar un estimado de una hora cuando la divisa subió el mes pasado; mientras que en artículos de tecnología la validez de los precios es de 48 horas.
El economista, Gonzalo Chávez, sostiene que la actual situación es, en primer lugar, un síntoma claro de la dolarización de la economía boliviana.
“Lo que está ocurriendo es que los importadores y otros actores económicos ya colocan los precios de sus productos y servicios en dólares, y luego los cotizan en bolivianos, pero de acuerdo al tipo de cambio del mercado paralelo”, explicó Chávez.
Esto significa que el valor de los productos se ajusta constantemente, dependiendo de las fluctuaciones del dólar en el mercado informal. Para ilustrar este fenómeno, Chávez da el ejemplo de un empresario que adquiere un desodorante por dos dólares y lo coloca en su empresa a ese precio.
“Cuando alguien me pregunta el precio del desodorante, lo multiplico por el tipo de cambio paralelo del momento”, detalló.
Esta práctica, advirtió el economista, genera una especie de “inercia inflacionaria”, donde los precios suben constantemente debido a las fluctuaciones del dólar en el mercado informal.