Tener un empleo fijo, estable y que garantice al trabajador una vejez digna y segura es, para muchos, un sueño en Bolivia. La realidad muestra una dura lucha diaria por sobrevivir de miles de hombres y mujeres que deben poner a prueba su ingenio y voluntad para tener un sueldo.
Los economistas aseguran que el 65% de la Población Económicamente Activa (PEA), que alcanza a 4,3 millones de personas, engrosa el segmento de los informales; mientras que el Ministerio de Trabajo establece que la tasa de subempleo abierta era de 22% hasta el año pasado. En este grupo se considera a todas aquellas personas que están desarrollando trabajos que no corresponden a la capacidad y vocación que tienen para realizar esa labor, o que están siendo remuneradas por debajo de su capacidad.
Waldo López, presidente del Colegio de Economistas de Bolivia, señala que 2,9 millones de personas -representan el 65%-recurren a la informalidad para sobrevivir. Asimismo, el líder de los economistas a escala departamental, Teófilo Caballero, considera que de la PEA en el país unos 2,5 millones están subempleados. Estas personas perciben menos de un dólar al día. Pese a que muchas de ellas están calificadas, sus ingresos no reflejan su capacidad ni formación, explicó.
“La gente que está sumida en la informalidad y tiene ingresos que no superan el dólar por día está condenada a ser pobre”, dijo. A juicio de los economistas, esto se debe a la estrechez de la economía, que crece a un ritmo del 3,5 %, cuando lo ideal sería arriba del 6,5%. A esto se suma la baja inversión privada. Se precisa por lo menos $us 3,5 millones anuales para que mejoren las cifras económicas y se generen empleos. Anualmente, se requiere 160.000 nuevos puestos de trabajo para la población joven que se profesionaliza; sin embargo, sólo 30.000 logran ingresar en el aparato productivo formal. Al resto (130.000) le queda la informalidad.
Esta situación afecta más a las mujeres (un 30%), aunque también involucra a los hombres (15%). El subempleo es más fuerte en las ciudades del eje del país (Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y El Alto), donde se presenta el mayor crecimiento de población. Hasta fines de 2007, eran 261.000 las personas que no encontraban trabajo en las ciudades capitales, según una investigación del Centro de Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla). Esto equivale a 9,5% de la población económicamente activa. Por eso, el Cedla considera que si bien ha bajado el desempleo, esto no soluciona el problema, porque Bolivia no sólo enfrenta el desempleo estructural desde la década de los 90, sino que también el mercado laboral ha generado fuentes de trabajo con un perfil ocupacional que redunda en el deterioro de las condiciones laborales.
Otro parámetro es el aumento de la tasa de oferta potencial; es decir, la cantidad de personas que ofrece o está en condiciones de ofrecer su fuerza de trabajo en el mercado laboral. De un 76,6% en 2006 subió al 78,6% a fines de 2007, de acuerdo con el balance y la proyección del Gobierno sobre trabajo y empleo.
Para el Cedla, si bien se destaca la capacidad de la gente para encontrar una forma de generar ingresos, éstos son empleos que tienen baja rentabilidad y precarias condiciones. Pero también refleja la incapacidad del Estado para crear más empleos. Pese a las críticas y a los cuestionamientos, el Gobierno asegura haber reducido la tasa de desempleo en el país, del 8,1% en 2005 a un 7,6% en 2007.
Análisis
El auge del trabajo eventual o temporal
Centro de Desarrollo Laboral y Agrario / ¿Qué tipo de empleo encontrarán los trabajadores?
En el plan nacional de Desarrollo, el Gobierno de Evo Morales propuso un conjunto de medidas con la finalidad de enfrentar el desempleo en Bolivia y dignificar el empleo. Con el programa contra la pobreza, el apoyo a la inversión solidaria (Propaís) y el Empleo Digno Intensivo de Mano de Obra (Edimo) se apuesta a la generación de empleos temporales y de ‘emergencia’, que en el fondo no aportarán a la solución de crear fuentes de trabajo estables, productivas y plenas.
Para ello, el Gobierno puso en marcha, según la agencia ABI, un vasto plan de 90.000 empleos sobre la base de varios programas: empleos en acción, jóvenes en acción y municipios o comunidades en acción. A ello se agrega el plan Mi Primer Empleo y otras iniciativas encaradas por los gobiernos municipales y el Ministerio de Trabajo, que se propuso crear 70.000 nuevos empleos. Todos ellos tienen un denominador común: la creación de fuentes de trabajo temporales, desprotegidos y con remuneraciones bajas. Justamente, los contratos de trabajo previstos no exceden los 12 meses, siendo la mayoría de tres meses de duración; los salarios oscilan entre Bs 525, en el caso del Propaís, y Bs 800 en el Programa Mi Primer Empleo, para jóvenes; ninguno de los programas considera el acceso a un seguro de salud ni accidente de trabajo. Se trata de empleos que reproducen las condiciones precarias de trabajo en que se encuentra casi el 80% de la población urbana ocupada del país, que carece de un empleo pleno.
Realidad local
106 Suman la lista de personas desocupadas que se registraron en las últimas semanas en la Dirección Departamental de Trabajo.
40 Son profesionales; es decir, cuentan con formación en educación superior, ya sea a nivel licenciatura, ingeniería o técnico medio o superior. Hay egresados y titulados.
18 Son auxiliares en diferentes áreas, ya sea por la experiencia adquirida o por carreras cortas. De la lista general, 19 son secretarias que buscan un empleo.
30 Figuran en varios oficios. Hay mensajeros, tractoristas, vendedores, almaceneros, auxiliares de oficina, cobradores, choferes, guardias de seguridad, soldadores, electromecánicos y reposteros.
Los economistas aseguran que el 65% de la Población Económicamente Activa (PEA), que alcanza a 4,3 millones de personas, engrosa el segmento de los informales; mientras que el Ministerio de Trabajo establece que la tasa de subempleo abierta era de 22% hasta el año pasado. En este grupo se considera a todas aquellas personas que están desarrollando trabajos que no corresponden a la capacidad y vocación que tienen para realizar esa labor, o que están siendo remuneradas por debajo de su capacidad.
Waldo López, presidente del Colegio de Economistas de Bolivia, señala que 2,9 millones de personas -representan el 65%-recurren a la informalidad para sobrevivir. Asimismo, el líder de los economistas a escala departamental, Teófilo Caballero, considera que de la PEA en el país unos 2,5 millones están subempleados. Estas personas perciben menos de un dólar al día. Pese a que muchas de ellas están calificadas, sus ingresos no reflejan su capacidad ni formación, explicó.
“La gente que está sumida en la informalidad y tiene ingresos que no superan el dólar por día está condenada a ser pobre”, dijo. A juicio de los economistas, esto se debe a la estrechez de la economía, que crece a un ritmo del 3,5 %, cuando lo ideal sería arriba del 6,5%. A esto se suma la baja inversión privada. Se precisa por lo menos $us 3,5 millones anuales para que mejoren las cifras económicas y se generen empleos. Anualmente, se requiere 160.000 nuevos puestos de trabajo para la población joven que se profesionaliza; sin embargo, sólo 30.000 logran ingresar en el aparato productivo formal. Al resto (130.000) le queda la informalidad.
Esta situación afecta más a las mujeres (un 30%), aunque también involucra a los hombres (15%). El subempleo es más fuerte en las ciudades del eje del país (Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y El Alto), donde se presenta el mayor crecimiento de población. Hasta fines de 2007, eran 261.000 las personas que no encontraban trabajo en las ciudades capitales, según una investigación del Centro de Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla). Esto equivale a 9,5% de la población económicamente activa. Por eso, el Cedla considera que si bien ha bajado el desempleo, esto no soluciona el problema, porque Bolivia no sólo enfrenta el desempleo estructural desde la década de los 90, sino que también el mercado laboral ha generado fuentes de trabajo con un perfil ocupacional que redunda en el deterioro de las condiciones laborales.
Otro parámetro es el aumento de la tasa de oferta potencial; es decir, la cantidad de personas que ofrece o está en condiciones de ofrecer su fuerza de trabajo en el mercado laboral. De un 76,6% en 2006 subió al 78,6% a fines de 2007, de acuerdo con el balance y la proyección del Gobierno sobre trabajo y empleo.
Para el Cedla, si bien se destaca la capacidad de la gente para encontrar una forma de generar ingresos, éstos son empleos que tienen baja rentabilidad y precarias condiciones. Pero también refleja la incapacidad del Estado para crear más empleos. Pese a las críticas y a los cuestionamientos, el Gobierno asegura haber reducido la tasa de desempleo en el país, del 8,1% en 2005 a un 7,6% en 2007.
Análisis
El auge del trabajo eventual o temporal
Centro de Desarrollo Laboral y Agrario / ¿Qué tipo de empleo encontrarán los trabajadores?
En el plan nacional de Desarrollo, el Gobierno de Evo Morales propuso un conjunto de medidas con la finalidad de enfrentar el desempleo en Bolivia y dignificar el empleo. Con el programa contra la pobreza, el apoyo a la inversión solidaria (Propaís) y el Empleo Digno Intensivo de Mano de Obra (Edimo) se apuesta a la generación de empleos temporales y de ‘emergencia’, que en el fondo no aportarán a la solución de crear fuentes de trabajo estables, productivas y plenas.
Para ello, el Gobierno puso en marcha, según la agencia ABI, un vasto plan de 90.000 empleos sobre la base de varios programas: empleos en acción, jóvenes en acción y municipios o comunidades en acción. A ello se agrega el plan Mi Primer Empleo y otras iniciativas encaradas por los gobiernos municipales y el Ministerio de Trabajo, que se propuso crear 70.000 nuevos empleos. Todos ellos tienen un denominador común: la creación de fuentes de trabajo temporales, desprotegidos y con remuneraciones bajas. Justamente, los contratos de trabajo previstos no exceden los 12 meses, siendo la mayoría de tres meses de duración; los salarios oscilan entre Bs 525, en el caso del Propaís, y Bs 800 en el Programa Mi Primer Empleo, para jóvenes; ninguno de los programas considera el acceso a un seguro de salud ni accidente de trabajo. Se trata de empleos que reproducen las condiciones precarias de trabajo en que se encuentra casi el 80% de la población urbana ocupada del país, que carece de un empleo pleno.
Realidad local
106 Suman la lista de personas desocupadas que se registraron en las últimas semanas en la Dirección Departamental de Trabajo.
40 Son profesionales; es decir, cuentan con formación en educación superior, ya sea a nivel licenciatura, ingeniería o técnico medio o superior. Hay egresados y titulados.
18 Son auxiliares en diferentes áreas, ya sea por la experiencia adquirida o por carreras cortas. De la lista general, 19 son secretarias que buscan un empleo.
30 Figuran en varios oficios. Hay mensajeros, tractoristas, vendedores, almaceneros, auxiliares de oficina, cobradores, choferes, guardias de seguridad, soldadores, electromecánicos y reposteros.
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