La realidad en que se desenvuelve nuestra economía, basada en la explotación básica de nuestros recursos naturales no renovables, es algo que todavía y por largo tiempo no podrá sustituirse, debido a la falta de políticas muy concretas que permitan ese tránsito hacia las nuevas alternativas, algunas que afloran en el espacio productivo nacional, pero que todavía no logran despegar plenamente pese al esfuerzo de ciertos sectores (empresariales) y la voluntad del poder central, donde no se definen y pulen las políticas de diversificación productiva.
Con mucho peso, lamentablemente, los movimientos financieros de los países industrializados, varios de Europa, o el caso específico de la China en el mapa asiático y en el otro extremo Estados Unidos, todos presionando por cuenta propia sobre los productores de materias primas como los latinoamericanos y entre estos el caso boliviano, constituye el factor predominante para seguir al ritmo que nos imponen, bajo grandes restricciones y pocas opciones de competir en igualdad de condiciones, para equilibrar una economía sustentable en tiempo y espacio.
Se trata sin lugar a dudas de un cambio cíclico que se repite de tiempo en tiempo, pero que no lo tomamos en cuenta manejando programas de alerta oportuna con previsiones prácticas que permitan crear respaldo concreto para tiempos difíciles, como lo que se observa en éste último periodo, luego de casi una década de precios excelentes y una situación bonancible, viene la debacle de precios y se complican las condiciones de explotación y comercialización de nuestras materias primas, especialmente las minerales.
Hay una enorme recesión en el grupo de los países en desarrollo y esa crisis se siente con cierto rigor en las economías dependientes como la nuestra y otras de Latinoamérica, pero especialmente de la zona sudamericana, donde la mayoría de países dependen en mayor o menor proporción de la exportación de sus materias primas.
El hecho más significativo se da empero en las contingencias que se producen por los juegos y arreglos que maneja la China, el país asiático que se ha convertido en la segunda economía global del hemisferio, aunque parezca exagerado, pero que se demuestra con el poder que tiene para dominar el negocio de la compra de materias primas, regular su sistema comercial, aumentando la producción de ciertas mercaderías que las exporta masivamente, saturando los mercados especialmente de los países a los que paralelamente les compra materias primas a precios fijados por su propio interés comercial.
En el análisis de los expertos sobresale el hecho de que en nuestro país no se aprovechó el tiempo de los buenos precios para crear "una bolsa" de ahorros que nos permitan enfrentar la crisis cuando los países fuertes dispongan manejar a su arbitrio los precios de las materias primas. Es lo que está sucediendo en el presente cuando nuestro modelo monoproductor no nos permite manejar alternativas que contrarresten las presiones externas.
Los designios financieros nos colocan "entre la espada y la pared", teniendo que someternos a lo que definan las potencias y especialmente la China para reactivar su economía interna y elevar los precios para comprar más materias primas, en que tiempo y en qué proporción, no lo sabemos, pero si seguiremos pendientes de esos cambios para dinamizar nuestra economía, vendiendo nuestros recursos a precios que fijen los compradores con el poder que tienen de establecer el parámetro de los precios externos…y punto.
En el caso de los hidrocarburos algo se aprovechó de las recuperaciones y nuestro comercio exterior, disponiendo fondos para ampliar tareas exploratorias y la ubicación de nuevos pozos especialmente gasíferos, de ahí que en ese rubro, las dificultades no son tan trágicas como las que se presentan en la minería, sector que se sostiene con planes de contingencia y recursos otorgados por la vía de fideicomisos para sobrellevar la crisis, pero todavía sin presupuestos claros para encarar planes de prospección y exploración. Se habla de esa situación, pero sigue la gran duda sobre la operabilidad práctica y su aplicación inmediata.
En algo coinciden los expertos cuando aclaran que la perspectiva del proceso es poco alentadora, pues la caída de precios de materias primas puede prolongarse indefinidamente y no es cierto que su vigencia sea "momentánea" como quieren hacernos creer algunos especialistas gubernamentales. Analistas de la economía mundial, al referirse a la situación de los países dependientes de sus materias primas, no tienen reparos en señalar que "deben planificarse soluciones para enfrentar la crisis hasta la siguiente década", y eso es bastante, por tanto la urgencia del caso, implica un reto para las autoridades nacionales, pero sobre todo para las sectoriales, que tienen varias promesas pero pocas realizaciones.
La crisis es agobiante, la reducción de ingresos afectará a los subgobiernos regionales, más directamente aquellos que reciben ingresos por la vía de las regalías mineras.
Hay urgencia de establecer condiciones propicias para alentar proyectos alternativos, que dinamicen los sistemas productivos agro ganaderos, los de orden manufacturero, el turismo y la artesanía entre algunos rubros que funcionen sin problemas, cuando los ciclos creados por las grandes economías ocasionen variables descendentes en el precio de materias primas. Hay que tener el antídoto preciso, para que cuando "estornuden en la China, no afecte una pulmonía a nuestros países productores".
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