viernes, 29 de marzo de 2013

Del acta de comercio al TLC del transatlántico

Pdte. del centro de economía y geopolítica global de Esade

Hoy quedan tres países europeos entre las siete primeras economías del mundo. En 10 años quedarán dos. En 2030 solo Alemania aguantará en la lista, pero en 2050 ya no quedará ninguno. Solo EEUU se mantendrá como único representante de occidente. ¿Qué significa esto? Que los estados europeos son demasiado pequeños como para competir por separado en el mundo del siglo XXI. Tan sencillo como eso.

Europa se enfrenta a un mundo que de aquí a 2030 va a sumar 2.000 millones de personas, fundamentalmente asiáticas, a la clase media según la definición del Banco Mundial. La presión sobre los recursos, las materias primas, el agua y los alimentos será enorme, dado que nuestro planeta es limitado y no tenemos otro de repuesto. El requilibrio global será prácticamente inevitable.

En este mundo marcado por la interdependencia y el cambio constante juntos somos más fuertes. Europa tiene que conseguir que las oportunidades que ofrece la globalización no se vuelvan en su contra. Si no apostamos por la integración, las sociedades europeas podrían verse superadas por las emergentes en desarrollo tecnológico, capacidad de crear empleo y creatividad.

La Unión Europea sigue siendo el lugar cuya estructura económica y social asegura una mejor calidad de vida. La demanda de una voz europea en el mundo es clara en ese sentido –recordemos a Lula hablando de la UE como patrimonio de la humanidad– porque es garantía de unos valores que representan lo mejor de nosotros mismos. Europa tiene un reconocido y envidiable estado del bienestar. Es una de nuestras señas de identidad colectiva y uno de nuestros principales motivos de orgullo. Sin esa voz europea el cambio será indudablemente peor.

Las comparaciones
En términos de igualdad económica, la comparación entre EEUU y la Unión Europea es muy esclarecedora. El ratio de PIB per cápita entre el estado más rico y el más pobre en EEUU es de 2 a 1 (excluyendo el distrito Columbia); mientras que en la UE es de 6,5 a 1. La desigualdad interestatal es mayor en Europa. Pero si hablamos en términos intraestatales, las cosas cambian. El coeficiente de Gini (donde 0 es la igualdad absoluta y 1 la desigualdad absoluta) medio en Europa de 0,30 frente al 0,45 de media en EEUU. China llega al 0,47. La sociedad estadounidense (como la china) es muy desigual. En Europa ocurre lo contrario. Las sociedades son más igualitarias, aunque la convergencia entre sus miembros esté aún más lejos. Esta es, de hecho, la gran tarea que tenemos en el horizonte.

Teniendo en cuenta los niveles de protección social y los sistemas públicos de educación y sanidad, díganme: ¿dónde preferirían nacer si pudieran elegir?
Si Europa quiere mantener sus cotas de prosperidad, tiene que generar crecimiento económico. Para ello, debe mejorar sus sistemas productivos con nuevas tecnologías, aumentando la productividad y la competitividad de sus economías.

Para lograrlo tenemos hoy un nuevo motivo de esperanza: el acuerdo transatlántico de libre comercio e inversión. No hace tanto, a principios de los 80, en nuestro continente se hablaba de ‘euroesclerosis’. Europa no crecía económicamente, mientras que EEUU y Japón sí lo hacían. La crisis del petróleo de 1979 provocó una subida del desempleo desconocida para muchos europeos. La situación era realmente mala. Había una enorme parálisis en todas las cuestiones presupuestarias y, de hecho, las negociaciones para la entrada de España y Portugal estaban congeladas.

El acuerdo de libre comercio e inversión entre la UE y EEUU está hoy por fin sobre la mesa. En 2012, las exportaciones de EEUU a la UE fueron de 267.000 millones de dólares; y las de la UE hacia EEUU sumaron casi 390.000 millones de dólares. Hoy, en Europa, 30 millones de puestos de trabajo (alrededor del 10% de la fuerza total de trabajo) dependen del comercio exterior. Las cantidades son enormes y, en consecuencia, el acuerdo transatlántico de libre comercio puede tener un efecto comparable a lo que fue el mercado único para Europa.

El camino de la integración europea parece largo y lento, pero es el único posible si queremos que Europa siga siendo un actor relevante en el mundo, con algo que decir y que aportar. Paso a paso se completa una larga travesía que, no nos olvidemos, nos ha permitido disfrutar de las cotas más altas de bienestar del mundo.

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