Un incendio redujo a cenizas ayer el supermercado Equipetrol Fidalga, situado entre el tercer y cuarto anillos de la avenida San Martín, ocasionando pérdidas millonarias.
Además del considerable daño económico, varias personas resultaron afectadas por el siniestro, entre ellas tres que desesperadas por el acoso del fuego se lanzaron de lo alto del edificio a una lona improvisada por gente que se dio modos para ayudar, antes de la llegada de los bomberos.
El Equipetrol Fidalga era un complejo comercial inaugurado en 2010, que contaba con locales de farmacia, cafeterías, tiendas de ropa, gimnasio, un completo servicio de comidas y, en la parte superior, con canchas de fútbol provistas de pasto sintético bajo techo.
Según datos extraoficiales, el fuego se inició a las 10:15 en el sector donde están ubicadas la panadería y la cocina del negocio. Por un informe de la Alcaldía se conoce que uno de los hornos explotó y la combustión abrasó las garrafas de gas y a otros materiales altamente inflamables, que propagaron rápidamente las llamas por todo el edificio.
Se especula que el personal, por temor o falta de capacitación, no acertó a usar los extintores para apagar la deflagración en su fase primaria, por lo que se propagó de forma rápida por el ambiente rectangular hasta llegar al sector de las canchas de pasto sintético que ardieron vigorosamente durante dos horas.
A este hecho se sumó la llegada tardía de las distintas unidades de bomberos que operan en la ciudad. Para estos especialistas, el incendio resultó incontrolable por falta de escaleras desplegables o hidráulicas en los carros y por la carencia de bocas de reabastecimiento de agua en la zona, al punto que en un momento dado se apalabró a los dueños de los inmuebles con piscinas del exclusivo barrio para proveerse del líquido elemento, aunque al final no se llegó a ese extremo.
Los rescatistas consiguieron evacuar a siete trabajadores: Edwin Echeverría, internado, por traumatismos; Roberto Melgar y Erick Sánchez, con lesiones leves; Verónica N.N. y Aldo Cortez, auxiliados por la inhalación de gases tóxicos; Carol Padilla (afectada emocionalmente) y Raisa García, secretaria del gimnasio, que se lanzó del tercer piso y sufrió lesiones en las extremidades.
Algunos de los contusos recibieron atención en la clínica Kamiya, otros en la clínica de Traumatología de la avenida Cañoto y unos cuantos en la Caja Nacional de Salud.
Personal de seguridad de las diferentes fuerzas acordonó el punto siniestrado a dos cuadras a la redonda y, por precaución, evacuó a funcionarios de oficinas y habitantes de la calle Fermín Peralta.
Una pareja que vive a metros de la parte trasera del supermercado manifestó que desde un principio hubo quejas de los vecinos por el funcionamiento del centro comercial. “El fuego se inició en la cocina. Se hizo más de una queja de todo el vecindario, tenemos firmas. La dueña nunca hizo nada para solucionar el problema del ruido de los acondicionadores de aire. La Alcaldía solo nos apoyó en sacar uno de los extractores”, contó una mujer que dijo haber pasado muchas noches en vela por el ruido de las máquinas.
Ivonne Satt, jefa de la Dirección de Medio Ambiente de la Alcaldía, admitió que el municipalidad recibió una denuncia de los vecinos por ruidos molestos del supermercado y que en esa ocasión se amonestó a los dueños.
Asimismo, reveló que Fidalga Equipetrol estaba en proceso de regularización de sus documentos, pues no tenía licencia ambiental.
“Sé que tenía licencia de funcionamiento y no así la licencia ambiental, que estaba en proceso de trámite. Al tener la licencia de funcionamiento la empresa estaba facultada para atender como supermercado. Sin embargo el trámite debió ser paralelo con la ficha ambiental. Así hubiéramos podido prever y actuar de una forma mucho más efectiva en un caso como el de hoy. La Ley de medioambiente establece que el responsable de estos hechos tiene que responder no solo por los daños ambientales sino también de la parte civil”, sentenció Satt.
Guillermo Saucedo, secretario de Seguridad Ciudadana de la Gobernación, luego de obtener un informe preliminar, dijo que un 90% del edificio se destruyó. Anoche en un programa televisivo, ante la consulta, agregó que la falta de hidrantes para los carros bomberos es una responsabilidad de la Alcaldía y los dueños de los locales, que deben exigir a la cooperativa de agua Saguapac una pronta instalación.
Entre tanto, se precisó que los 250 hidrantes de la ciudad son insuficientes y que la mitad ni siquiera funciona.
Caliente
- La cadena. El local del supermercado Fidalga en Equipetrol era el número 8 en Santa Cruz y el 12 a escala nacional.
- El tercer caso. En julio de 2006, el supermercado de la cadena Fidalga, situado en la calle René Moreno, al frente de la plaza Blacutt, ardió desde horas de la madrugada. En Noviembre de 2009, se ardió parte del supermercado Fidalga Reyes, de la avenida Piraí y segundo anillo.
- Por seguridad. Vecinos de la calle Fermín Peralta tuvieron que abandonar sus casas por algunas horas. Esta señora sacó a sus mascotas más aduladas: unos loritos.
- Fuerza conjunta. Trabajaron 35 bomberos de la Alcaldía, 35 de la Policía, 115 efectivos militares, 93 guardias municipales, 4 del grupo SAR Bolivia, 12 bomberos de Fundasol, 10 de Medioambiente y 10 paramédicos de Sisme.
- Líquido. Se usaron 180.000 litros de agua. La CRE cortó la energía eléctrica en las viviendas para evitar más daño.
La odisea y el dolor de la gente
G. Arancibia / C. Peña y Lillo
La desesperación para no ser presa de las llamas impulsó a que Raisa García, una joven de 22 años, tomara la decisión de lanzarse al vacío desde el segundo piso del supermercado Fidalga, que ayer poco después de las 10:00 se incendió.
La muchacha, que era secretaria del gimnasio Body Masters, estaba en la segunda planta del edificio comercial y quedó atrapada junto a otros dos jóvenes. La gente que en ese momento miraba impotente cómo el fuego consumía todo, consiguió una carpa y la estiraron en la calle para amortiguar la caída de estas personas.
“La idea nació de la nada”, contó un trabajador del supermercado, que se dio cuenta de que esas tres personas saltaron por los gritos de la gente, ya que en ese momento él estaba tratando de salvar algo del negocio.
Carlos García y Sandra, padres de Raisa, ayer estaban en el Centro de Traumatología donde la joven fue intervenida. Según reportaron, la muchacha sufrió fractura en una clavícula y en la pelvis.
Según las versiones de testigos, Raisa se había puesto a salvo pero decidió volver al escuchar que, supuestamente, un niño había quedado en la zona del gimnasio donde ella trabajaba y fue por es que quedó atrapada entre las llamas.
Sobre los dos muchachos que saltaron junto a Raisa, solo se conoce que fueron derivados a otros centros asistenciales donde reciben atención médica.
La gente que presenció lo ocurrido dijo que en los primeros minutos del siniestro todo era confusión. “Nadie sabía lo que estaba pasando, hasta que el humo llenó el lugar”, relató un trabajador del supermercado, que al igual que muchos de sus compañeros de momento se han quedado sin su fuente de trabajo y no saben qué sucederá.
Otro trabajador dijo que tuvo que salir corriendo por el primer piso con un extintor en el hombro, aparato que no pudo utilizar. “La situación era difícil, además no sabíamos manejar bien los extintores. Con el susto y la desesperación por salvar nuestras vidas, preferimos salir corriendo”, indicó el joven, que iba desesperado entre la multitud que se aglomeró a ver lo que sucedía.
En medio del tumulto estaba el exentrenador de la selección nacional, Erwin Sánchez, que lloró de impotencia al ver cómo el fuego consumía la escuela de fútbol que estaba en la planta alta del edificio, donde tenía algunos de sus más preciados recuerdos.
Las lágrimas de Sánchez se mezclaron con los gritos y sollozos de familiares y amigos de Rosario Schamisseddine, propietaria de la cadena de supermercados, que luego de mirar impotente lo que sucedía fue retirada del lugar.
Para el arquitecto César Morón, hombre que fue un testigo más del incendio, no es posible que los bomberos lleguen en desorden y sin agua en sus cisternas, además de cuestionar la falta de normas claras que regulen las condiciones mínimas que deben tener estos negocios para funcionar.
Vivencias dramáticas de los testigos
Vigilante
“Como guardia de seguridad escuché un ruido en la parte de la panadería. Corrimos todos para sacar las garrafas de gas que había, pero el miedo nos paralizó. De un momento a otro todos gritaban y corrían de un lado para el otro, al parecer una cañería se recalentó y empezó a salir fuego. Los trabajadores sacaron los extintores, pero no los usaron”.
Empleado
“Trabajo al frente del supermercado y dos niños, hijos de un colega, fueron a comprar algunas golosinas. Por suerte yo estaba en la calle cuando vi que los chicos salían corriendo y en la puerta del supermercado se cayeron. Corrí y levanté a los dos chicos, que solamente terminaron con algunos golpes en el cuerpo”.
Vecino
“Estaba trotando por el lugar con mi perro Apolo, cuando observé lo que había ocurrido. Mi perro, que tiene entrenamiento en rescate, no me dio tiempo para hacer nada y se metió al supermercado en llamas. A los pocos segundos sacó a una mujer tirándola de la muñeca, mientras ella gritaba que había otras personas con ella”.
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