Leucadio Mamani (42) abandonó la fábrica Estatex hace 16 años para dedicarse a la compra y venta de muebles y electrodomésticos usados, oficio en el que incursionó junto con su esposa para mantener a sus cinco hijos.
Tiene dos depósitos y dos puestos de venta en la Feria 16 de Julio de El Alto. Invirtió, en más de una década, cerca de 100.000 bolivianos en la compra de artículos de segunda mano. Accedió a un crédito de 5.000 dólares.
“Compramos lo que la gente se deshace. Con esta actividad, llevamos el pan de cada día a nuestros hogares”. Leucadio tiene un tono amigable.
Gana entre 50 y 100 bolivianos por mueble que compra y revende, dependiendo de su estado. “Antes había más ganancias, ahora hay mucha competencia. Ojalá cambie nuestro país para tener un trabajo seguro”.
Leucadio es el secretario General de la Asociación Amigos de Nanagua, que tiene 430 afiliados, quienes generan un movimiento económico en dos días de feria a la semana, jueves y domingo, de entre 80.000 y 100.000 bolivianos, según un cálculo realizado por los dirigentes de este gremio.
Además de esa asociación, en El Alto y La Paz hay otras cuatro organizaciones que se dedican a la misma actividad, empero se anticipó que tienen menor tamaño. Una de ellas funciona en inmediaciones de la plaza Ballivián, otra en la 12 de Octubre, otra en la Ceja y la última en la calle Eloy Salmón.
Amigos de Nanagua comenzó su actividad en 1992 con 80 afiliados. Ocupan dos cuadras en la Feria 16 de Julio: desde la calle Carrasco hasta la plaza Ballivián y el Faro Murillo. En estas dos cuadras polvorientas, los compradores pueden encontrar artículos desde 10 centavos hasta 2.000 dólares.
Los días de feria se exhiben tapas de botellas, vasos de plástico, frascos, platos, teléfonos, juegos de mesa, sillas, sillones, veladores, catres de fierro y de madera, calaminas, puertas, ventanas, pianos del siglo XVII, artículos de línea blanca como refrigeradores, conservadoras y aparatos de sonido, entre otros.
Los datos de la Alcaldía de El Alto dan cuenta de que los jueves y domingos visitan la feria 60.000 personas, la cuales recorren los 10.000 puestos de venta distribuidos en 338 hectáreas de la urbe. Los vendedores de muebles usados, sólo dos cuadras.
El comercio de muebles usados (mesas, sillas, roperos, catres, juegos de comedor, de dormitorio), electrodomésticos (licuadoras, grabadoras, radios y televisores) o materiales de construcción (puertas y ventanas en general) se inicia en los barrios paceños con una singular propaganda.
Para revender los objetos, muchos comerciantes los reparan y pintan para hacerlos más atractivos. Además, en la venta está de por medio el regateo.
Detrás de este negocio existe un circuito de comercialización que empieza en las zonas.
La Prensa verificó esto en un recorrido que realizó el martes y jueves por Kupini, San Isidro, Villa Armonía, Villa Fátima y Villa Pabón, además de las calles Juan de la Riva y Castro, en el centro paceño.
En varias de ellas aparecen pancartas y pasacalles de colores vistosos que se colocan en las esquinas de las arterias y que tienen el aviso “Compro todo”.
Otros compradores, en cambio, utilizan megáfonos para llamar la atención de los vecinos o se acercan personalmente a las casas para ofertar los objetos. Los menos recurren a avisos pagados en los periódicos paceños.
Siguiendo el rastro de esos comerciantes, este diario llegó a la calle Amigos de Nanagua.
En Kupini, Carlos (42) ofertó a una ama de casa 300 bolivianos por su mesa y tres sillas. Ésta, por el deterioro del mueble, accedió.
Luego, el comprador subió el mobiliario a una camioneta, donde estaban un ropero en mal estado y un velador. Los llevó a su depósito de la calle Amigos de Nanagua en El Alto. Los comerciantes utilizan vehículos propios o de sus familiares para trasladar lo que adquieren.
Después, Carlos reparó la mesa y las tres sillas, las clavó y barnizó. Luego las vendió en 350 bolivianos. “Con esta actividad mantengo a mi esposa y mis cuatro hijos, uno de ellos ya está en la universidad”.
Testimonio de los comerciantes
Tomás de la Cruz (45)
Comerciante
“Estoy en esta actividad desde hace 12 años. La falta de empleo me ha llevado a ella. Tengo mi familia y debemos sobrevivir de alguna forma. Pero La Paz está inundada con letreros de compra de muebles usados. La mercadería duerme por eso. Por ejemplo, tengo este piano desde hace diez años y nada. Lo compré a 1.000 dólares. Ahora, mi capital está en esta actividad. Yo accedí a dos préstamos de 6.000 dólares cada uno de entidades financieras”.
Leucadio Mamani (42)
Comerciante
“Aquí hay mercadería desde 10 centavos hasta 1.500 dólares. De 10 centavos están estas tapitas de botella y de 1.500 dólares este piano vertical. Tenemos sillas europeas de marca, esquineros chinos y una maleta de colección. Contamos con dos depósitos. Accedimos (él y su esposa) a un préstamo de 5.000 dólares en una entidad financiera, con ese dinero llevo adelante esta actividad. Tenemos invertido 100.000 bolivianos en mercadería almacenada”.
Celso Saavedra (57)
Comerciante
“La mercadería más cara es este juego de comedor, tiene una mesa, 12 sillas, dos aparadores, vitrina y trinchante. Estoy pidiendo 2.000 dólares, porque el mueble es tallado. Lo compré en 1. 400 dólares en la zona de Sopocachi hace un par de semanas. Estoy 15 años en el negocio, soy divorciado, tengo cinco hijos. Ésta es mi única actividad, de esto vivo. Veo que hay mucha competencia, aquí venden de todo y para todos, nadie se puede quejar”.
Cientos de familias en La Paz viven del comercio de objetos de segunda mano.
En El Alto se encuentra el principal centro de expendio de estos productos.
Este negocio se caracteriza porque está conformado por grupos familiares.
Además está integrado por trabajadores relocalizados del Estado o desempleados.
Muchas de las personas que trabajan en este rubro son pequeños empresarios.
Los comerciantes recurren a créditos de la banca para hacer crecer su negocio.
Tiene dos depósitos y dos puestos de venta en la Feria 16 de Julio de El Alto. Invirtió, en más de una década, cerca de 100.000 bolivianos en la compra de artículos de segunda mano. Accedió a un crédito de 5.000 dólares.
“Compramos lo que la gente se deshace. Con esta actividad, llevamos el pan de cada día a nuestros hogares”. Leucadio tiene un tono amigable.
Gana entre 50 y 100 bolivianos por mueble que compra y revende, dependiendo de su estado. “Antes había más ganancias, ahora hay mucha competencia. Ojalá cambie nuestro país para tener un trabajo seguro”.
Leucadio es el secretario General de la Asociación Amigos de Nanagua, que tiene 430 afiliados, quienes generan un movimiento económico en dos días de feria a la semana, jueves y domingo, de entre 80.000 y 100.000 bolivianos, según un cálculo realizado por los dirigentes de este gremio.
Además de esa asociación, en El Alto y La Paz hay otras cuatro organizaciones que se dedican a la misma actividad, empero se anticipó que tienen menor tamaño. Una de ellas funciona en inmediaciones de la plaza Ballivián, otra en la 12 de Octubre, otra en la Ceja y la última en la calle Eloy Salmón.
Amigos de Nanagua comenzó su actividad en 1992 con 80 afiliados. Ocupan dos cuadras en la Feria 16 de Julio: desde la calle Carrasco hasta la plaza Ballivián y el Faro Murillo. En estas dos cuadras polvorientas, los compradores pueden encontrar artículos desde 10 centavos hasta 2.000 dólares.
Los días de feria se exhiben tapas de botellas, vasos de plástico, frascos, platos, teléfonos, juegos de mesa, sillas, sillones, veladores, catres de fierro y de madera, calaminas, puertas, ventanas, pianos del siglo XVII, artículos de línea blanca como refrigeradores, conservadoras y aparatos de sonido, entre otros.
Los datos de la Alcaldía de El Alto dan cuenta de que los jueves y domingos visitan la feria 60.000 personas, la cuales recorren los 10.000 puestos de venta distribuidos en 338 hectáreas de la urbe. Los vendedores de muebles usados, sólo dos cuadras.
El comercio de muebles usados (mesas, sillas, roperos, catres, juegos de comedor, de dormitorio), electrodomésticos (licuadoras, grabadoras, radios y televisores) o materiales de construcción (puertas y ventanas en general) se inicia en los barrios paceños con una singular propaganda.
Para revender los objetos, muchos comerciantes los reparan y pintan para hacerlos más atractivos. Además, en la venta está de por medio el regateo.
Detrás de este negocio existe un circuito de comercialización que empieza en las zonas.
La Prensa verificó esto en un recorrido que realizó el martes y jueves por Kupini, San Isidro, Villa Armonía, Villa Fátima y Villa Pabón, además de las calles Juan de la Riva y Castro, en el centro paceño.
En varias de ellas aparecen pancartas y pasacalles de colores vistosos que se colocan en las esquinas de las arterias y que tienen el aviso “Compro todo”.
Otros compradores, en cambio, utilizan megáfonos para llamar la atención de los vecinos o se acercan personalmente a las casas para ofertar los objetos. Los menos recurren a avisos pagados en los periódicos paceños.
Siguiendo el rastro de esos comerciantes, este diario llegó a la calle Amigos de Nanagua.
En Kupini, Carlos (42) ofertó a una ama de casa 300 bolivianos por su mesa y tres sillas. Ésta, por el deterioro del mueble, accedió.
Luego, el comprador subió el mobiliario a una camioneta, donde estaban un ropero en mal estado y un velador. Los llevó a su depósito de la calle Amigos de Nanagua en El Alto. Los comerciantes utilizan vehículos propios o de sus familiares para trasladar lo que adquieren.
Después, Carlos reparó la mesa y las tres sillas, las clavó y barnizó. Luego las vendió en 350 bolivianos. “Con esta actividad mantengo a mi esposa y mis cuatro hijos, uno de ellos ya está en la universidad”.
Testimonio de los comerciantes
Tomás de la Cruz (45)
Comerciante
“Estoy en esta actividad desde hace 12 años. La falta de empleo me ha llevado a ella. Tengo mi familia y debemos sobrevivir de alguna forma. Pero La Paz está inundada con letreros de compra de muebles usados. La mercadería duerme por eso. Por ejemplo, tengo este piano desde hace diez años y nada. Lo compré a 1.000 dólares. Ahora, mi capital está en esta actividad. Yo accedí a dos préstamos de 6.000 dólares cada uno de entidades financieras”.
Leucadio Mamani (42)
Comerciante
“Aquí hay mercadería desde 10 centavos hasta 1.500 dólares. De 10 centavos están estas tapitas de botella y de 1.500 dólares este piano vertical. Tenemos sillas europeas de marca, esquineros chinos y una maleta de colección. Contamos con dos depósitos. Accedimos (él y su esposa) a un préstamo de 5.000 dólares en una entidad financiera, con ese dinero llevo adelante esta actividad. Tenemos invertido 100.000 bolivianos en mercadería almacenada”.
Celso Saavedra (57)
Comerciante
“La mercadería más cara es este juego de comedor, tiene una mesa, 12 sillas, dos aparadores, vitrina y trinchante. Estoy pidiendo 2.000 dólares, porque el mueble es tallado. Lo compré en 1. 400 dólares en la zona de Sopocachi hace un par de semanas. Estoy 15 años en el negocio, soy divorciado, tengo cinco hijos. Ésta es mi única actividad, de esto vivo. Veo que hay mucha competencia, aquí venden de todo y para todos, nadie se puede quejar”.
Cientos de familias en La Paz viven del comercio de objetos de segunda mano.
En El Alto se encuentra el principal centro de expendio de estos productos.
Este negocio se caracteriza porque está conformado por grupos familiares.
Además está integrado por trabajadores relocalizados del Estado o desempleados.
Muchas de las personas que trabajan en este rubro son pequeños empresarios.
Los comerciantes recurren a créditos de la banca para hacer crecer su negocio.
hola migos.
ResponderBorrarpor aca por santa cruz yo que sepa no hay estos lugares deben poner alguna sucursal.
Les deseo muchos exitos en su emprendimiento.
Bendiciones.
Andres herrera