martes, 12 de octubre de 2010

El rico Beso de Negro empieza a exportarse en sus bodas de oro

Iniciativa empresarial: Chocolates Cóndor tiene cuatro productos que cumplen medio siglo de presencia en el mercado boliviano.

E l Beso de Negro es un chocolate que, con sólo mencionarlo, a muchos les trae recuerdos de su etapa escolar. Este 2010 cumplió 50 años y desde hace poco comenzó a exportarse al mercado peruano.

“Es nuestro producto estrella, porque su producción es el 60 por ciento del total de la empresa,” informó el encargado de Producción de Chocolates Cóndor, Álvaro Valdez. Su sabor ya llegó a las ciudades de Puno y Arequipa, en Perú, y, recuerda el ejecutivo, en algún momento arribó a Estados Unidos y México.

Sin embargo, la compañía aún no produce la cantidad que se demanda. “Exportar significa que Cóndor debe producir grandes cantidades, pero el gran problema es que si uno no tiene la capacidad productiva suficiente, no puede ofertar; por eso, por el momento, nuestro objetivo es el (mercado) interno y el peruano”.

Valdez aseguró que el Beso de Negro llega a todo el país, pero en cantidades limitadas. A partir de 2011 se pretende distribuir con mayor fuerza, en especial a Santa Cruz. “Esperamos que salgan, por lo menos, dos carros con carga llena a ese departamento”.

En 1960 sólo se producían 100 unidades de Beso de Negro cada día. Hoy, Chocolates Cóndor fabrica alrededor de 10.000. “Lo que significa cerca de cuarto millón de unidades por mes”, sonríe Valdez, al mencionar la cantidad.

Con la demanda de Perú, la empresa compró una nueva máquina denominada P11, la que produce 400 por ciento más que la capacidad artesanal con la que se empezó.

El secreto para cautivar el paladar de la gente, afirmó el encargado de Producción, es el merengue que hay dentro de la cubierta de chocolate. En sus cinco décadas, trató de ser imitado por varias fábricas, pero no fue igualado.

A lo largo de estos años, sin embargo, el producto original tuvo variaciones. Por ejemplo, se comenzó a elaborar el Beso de Negro pequeño, que tenía como público meta a los escolares. Luego, el relleno varió con sabores de mango y frutilla, aunque la clásica de vainilla fue y es aún la más requerida.

Finalmente se estandarizó el empaque, que se vende en tres presentaciones: de seis, de 10 y de 60 unidades.

Hoy, “la producción de ambos sabores representa el 20 por ciento del total de la producción y los pequeños son un 15 por ciento”, explicó Valdez.

Pero el Beso de Negro no es el único producto de la empresa de Chocolates Cóndor que cumple su medio siglo. El Cigarrito, el pito Llamita y los Platanitos también celebran bodas de oro.

El creador de la compañía, Francisco Gonzales, inició el taller artesanal de confitería y chocolatería con el nombre de Kuntur, junto con su esposa Hortencia Cuentas. Sin embargo, en 1960, cuando inscribió a su empresa en la Renta Interna, cambió el nombre al de Cóndor. Entonces creó el pito Llamita, los Platanitos, las grageas, los bombones y el Beso de Negro.

Valdez contó que “su primer producto fue el mazapán de almendra, pero después decidieron usar licor de cacao semiprocesado de los padres jesuitas y azúcar molida, con los que elaboraron los cigarritos, barritas de fruta, bollos y los traguitos (estos dos últimos ya desaparecieron)”.

En un principio, los esposos Gonzales “se encargaban de elaborar y vender sus productos. Esporádicamente contrataban a una persona para que los ayude. Ahora tenemos 58 trabajadores que realizan sus actividades en tres turnos”. Con el personal administrativo y comercial, la chocolatera tiene 78 empleados.

Destacó que los hijos de los esposos Gonzales Cuentas, Jaime y Juan Francisco, quienes ahora administran la compañía, exigen calidad en sus productos, y para lograr un chocolate puro en cada una de sus ofertas, dijo, “obtenemos el cacao de la zona de Nor Yungas y de Alto Beni. Actualmente la planta tiene un trabajo productivo más o menos de 900 kilos por día”.

La línea de bombones con sabores de frutilla, coco, menta y naranja tiene diferentes presentaciones para la venta de un kilo, medio kilo y cuarto kilo. Su capacidad de producción es de 50 kilos por día, lo que equivale a 100 unidades.

Los alfajores que vende la empresa también se elaboran en dos presentaciones: los Beso de Negro, llamados así porque tienen tres tapas, una con el merengue tradicional de ese producto, manjar y chocolate. El otro alfajor es Franor, cuyo nombre deriva de la conjunción de los nombres de los creadores de la compañía (Francisco y Hortencia). Se caracterizan por ser pequeños y caben dos unidades en cada sobre. Fueron hechos especialmente para los escolares.

Además están las grageas que tienen al menos 10 variaciones de rellenos. Este producto representa el 30 por ciento de la producción total de la empresa. “La de 100 gramos es la más novedosa”.

El sabor añejo de las grageas

El encargado de Producción de la empresa Chocolates Cóndor, Álvaro Valdez, señaló que las grageas de chocolate se crearon hace 40 años y aún tienen mucha aceptación en el público paceño. “Comenzamos con las grageas de naranja que, al igual que el Beso de Negro, las han querido imitar”.

Estas grageas tienen un público cautivo, aunque en época de invierno se vende más porque hay más de este fruto yungueño, aseguró Valdez.

Chocolates Cóndor también produce grageas de fideo, arroz, quinua y maní, entre otros. Este producto tiene varias presentaciones: de un kilo, de 100 gramos y las escolares.

Para elaborar esta línea, explicó Valdez, la compañía tiene cuatro domos (especie de bañadores) donde se saca brillo a las grageas cubiertas de chocolate. La elaboración para todas es igual, sólo varía el momento en el que se echa el chocolate, porque hay que precisar la cantidad exacta del cacao y el tiempo que se necesita.

En cuanto a la cantidad de producción, Valdez comentó que la gragea que más demanda tiene es la de fideo, seguida por la de arroz, de maní y, en más bajo porcentaje, las de quinua, soya y naranja.

En realidad, las grageas son unas pasankallas tradicionales bañadas en chocolate, a las cuales se les da brillo para que llamen más la atención. Valdez aseguró que las de fideo también tuvieron la opción de exportarse, pero admitió que “la capacidad productiva es el problema”.

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