A Valentina Huayta siempre le gustó El Alto. De niña, disfrutaba ver el aterrizaje de los aviones cada vez que llegaba de Omasuyos cargada de papas. Ahora que se hizo tejedora y reside en la ciudad, pasa todos los días por la Ceja para entregar a una de las fábricas de la zona las prendas que aprendió a confeccionar hace 10 años.
Ella ofrece sus servicios para que una de las microempresas de esa urbe entregue sus productos a Estados Unidos.
Según la Cámara de Industria y Comercio, en El Alto existen unas 5.045 empresas de diverso porte, la mayor parte (4.700) microindustrias, de las que unas cuatro mil mandan sus prendas al país del norte.
De acuerdo con Juan Carlos Iturri, uno de los negociadores de la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de las Drogas (ATPDEA) durante el Gobierno del presidente Carlos Mesa (octubre 2003-junio de 2005), los grandes exportadores, medianos y pequeños de El Alto generan ventas anuales que alcanzaron a 250 millones de dólares.
Se alcanzó ese monto por las preferencias arancelarias que Estados Unidos otorgó a Bolivia desde el año 2002 a cambio de la lucha contra el narcotráfico.
La cifra es fundamental para el desarrollo de El Alto, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) llegó a los 500 millones de dólares.
La Cámara Nacional de Industrias precisó que lo que más se manda al país del norte son manufacturas, textiles, cueros, maderas y joyas.
La gerente del club de madres Nueva Esperanza, Wilma Rocha, confesó que la industria alteña teme por lo que pueda pasar a fin de año ante el virtual cese de las preferencias arancelarias.
Dijo que en 2007 las trabajadoras de esa microempresa dejaron de recibir pedidos de poleras de la empresa América Textil (Ametex), que es la mayor exportadora de prendas de Bolivia.
Esa compañía emplea a unos tres mil trabajadores directos, y subemplea a otras 1.500 personas, aproximadamente.
“Realizamos inversiones para adquirir maquinarias que aún estamos pagando —aseguró Wilma—. Si no se exporta a Estados Unidos, muchas quedaremos otra vez en la calle”.
El propietario de artesanías Oro de Bolivia (Orbol), Augusto Millares, subrayó que ese sector espera que el Gobierno se esfuerce para preservar las preferencias y las fuentes de empleo.
Actualmente, las joyas de oro bolivianas tienen una importante demanda en Estados Unidos porque están elaboradas con material de primera calidad y sin muchas aleaciones.
El presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, Roberto Mustafá, admitió que a futuro el país debe buscar otras alternativas comerciales. Sugirió pensar en plataformas de exportación a través de naciones que sí lograron acuerdos económicos con Estados Unidos, como Perú y Chile.
La gerente ejecutiva de la Asociación Artesanal Señor de Mayo, Antonia Rodríguez, otro de los centros que agrupan a microempresarias textiles y de instrumentos musicales aerófonos, afirmó que la producción boliviana es aceptada en el exterior porque es hecha a mano y cumple todas las exigencias de calidad de los mercados europeo, estadounidense y asiático.
Valentina Huayta es una de las más optimistas para la ampliación del ATPDEA. Mientras vuelve a su casa en la Ceja de El Alto, espera preservar su trabajo este año y así ayudar en la economía de su hogar, que hasta ahora sólo sustenta su esposo.
Las posiciones de las trabajadoras
“Si EEUU suspende sus beneficios, nos quedaremos en la calle porque la propuesta del Gobierno no es sustentable”
Wilma Rocha
“Si se cierra el mercado, no podremos honrar nuestros créditos, nos declararemos en mora y será un problema”
Lourdes Quispe
Ella ofrece sus servicios para que una de las microempresas de esa urbe entregue sus productos a Estados Unidos.
Según la Cámara de Industria y Comercio, en El Alto existen unas 5.045 empresas de diverso porte, la mayor parte (4.700) microindustrias, de las que unas cuatro mil mandan sus prendas al país del norte.
De acuerdo con Juan Carlos Iturri, uno de los negociadores de la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de las Drogas (ATPDEA) durante el Gobierno del presidente Carlos Mesa (octubre 2003-junio de 2005), los grandes exportadores, medianos y pequeños de El Alto generan ventas anuales que alcanzaron a 250 millones de dólares.
Se alcanzó ese monto por las preferencias arancelarias que Estados Unidos otorgó a Bolivia desde el año 2002 a cambio de la lucha contra el narcotráfico.
La cifra es fundamental para el desarrollo de El Alto, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) llegó a los 500 millones de dólares.
La Cámara Nacional de Industrias precisó que lo que más se manda al país del norte son manufacturas, textiles, cueros, maderas y joyas.
La gerente del club de madres Nueva Esperanza, Wilma Rocha, confesó que la industria alteña teme por lo que pueda pasar a fin de año ante el virtual cese de las preferencias arancelarias.
Dijo que en 2007 las trabajadoras de esa microempresa dejaron de recibir pedidos de poleras de la empresa América Textil (Ametex), que es la mayor exportadora de prendas de Bolivia.
Esa compañía emplea a unos tres mil trabajadores directos, y subemplea a otras 1.500 personas, aproximadamente.
“Realizamos inversiones para adquirir maquinarias que aún estamos pagando —aseguró Wilma—. Si no se exporta a Estados Unidos, muchas quedaremos otra vez en la calle”.
El propietario de artesanías Oro de Bolivia (Orbol), Augusto Millares, subrayó que ese sector espera que el Gobierno se esfuerce para preservar las preferencias y las fuentes de empleo.
Actualmente, las joyas de oro bolivianas tienen una importante demanda en Estados Unidos porque están elaboradas con material de primera calidad y sin muchas aleaciones.
El presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, Roberto Mustafá, admitió que a futuro el país debe buscar otras alternativas comerciales. Sugirió pensar en plataformas de exportación a través de naciones que sí lograron acuerdos económicos con Estados Unidos, como Perú y Chile.
La gerente ejecutiva de la Asociación Artesanal Señor de Mayo, Antonia Rodríguez, otro de los centros que agrupan a microempresarias textiles y de instrumentos musicales aerófonos, afirmó que la producción boliviana es aceptada en el exterior porque es hecha a mano y cumple todas las exigencias de calidad de los mercados europeo, estadounidense y asiático.
Valentina Huayta es una de las más optimistas para la ampliación del ATPDEA. Mientras vuelve a su casa en la Ceja de El Alto, espera preservar su trabajo este año y así ayudar en la economía de su hogar, que hasta ahora sólo sustenta su esposo.
Las posiciones de las trabajadoras
“Si EEUU suspende sus beneficios, nos quedaremos en la calle porque la propuesta del Gobierno no es sustentable”
Wilma Rocha
“Si se cierra el mercado, no podremos honrar nuestros créditos, nos declararemos en mora y será un problema”
Lourdes Quispe
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