domingo, 23 de marzo de 2025

Los intermediarios ganan hasta un 50% más que los productores de alimentos

 Cansada de lidiar con los intermediarios, en noviembre de 2024, Marleny Osinaga decidió vender directamente su producción de verduras de primera necesidad al público. Para ello, organizó a un grupo de productores de los Valles cruceños y comenzó a ofrecer papa, cebolla y tomate a precios más económicos, lejos de las tarifas elevadas de los mercados populares, donde los comerciantes pueden incrementar el costo hasta en un 50% en comparación con el precio que reciben los agricultores.

Los intermediarios, considerados actores clave en la cadena de suministro, pueden obtener márgenes de ganancia que oscilan entre el 30% y el 50% sobre el precio pagado al productor primario, ya sea en el sector pecuario (carne de res y pollo) o agrícola (granos y productos básicos).

El precio de la carne de res se cotiza para la venta al consumidor final entre Bs 55 y Bs 60 el kilogramo

Los productores, encargados de llevar el alimento a los hogares, recurren a los intermediarios por dos razones principales: la falta de acceso a mercados y la necesidad de financiamiento para sostener su producción. Sin estas dos condiciones claves, muchos se ven obligados a vender a precios bajos a los intermediarios, quienes no solo compran su cosecha, sino que también les proporcionan financiamiento.

En la actualidad, Bolivia enfrenta un significativo incremento en el precio de los alimentos básicos, como el arroz, la carne, la papa, la cebolla y el tomate. Este aumento se debe a diversos factores, entre ellos la escasez de combustible, que encarece el transporte y la distribución de los productos. Pero otro factor clave es la especulación de los intermediarios, quienes acopian los alimentos y los liberan estratégicamente al mercado para elevar su valor.

Lucha por precios justos

Para cortar este círculo de dependencia, Osinaga detalla que la feria itinerante que impulsa busca garantizar precios más justos para productores y consumidores, además, de eliminar la intermediación en la venta de alimentos.

La feria comenzó en noviembre de 2024 y demostró ser un éxito rotundo, pese a la resistencia de los intermediarios y la supervisión constante de las autoridades.

“Hoy, por ejemplo, la papa grande se vende en el abasto nuevo a 32 bolivianos por arroba. La primera intermediaria la revende en Bs 40 y la segunda la lleva a otros mercados, donde la vende en Bs 50 o incluso Bs 60”, explicó. 

Como resultado, el consumidor final paga el doble de lo que recibe el agricultor por su cosecha.

El mismo fenómeno se repite con otros productos de primera necesidad como la cebolla y diversas frutas y hortalizas. 

“El intermediario se queda con un 50% del precio final”, lamentó.

Agrega que gracias a esta iniciativa “Nosotros vendemos la papa en 45 bolivianos la arroba. Eso significa que el consumidor ahorra al menos 15 bolivianos y el productor gana 8 bolivianos más que si vendiera a los intermediarios”.

Pero la falta de espacios adecuados dificulta esta venta directa. “El abasto nuevo está controlado por revendedores y sindicatos, lo que impide que los productores vendan allí”, denuncia.

Hoy el grupo cuenta con más de 500 productores de diversas regiones, incluyendo Tarija, Sucre, Potosí, Valle Grande y Montero. Unos 20 participan diariamente en las ferias, que se realizan los viernes, sábados y domingos en distintos barrios de la ciudad.

El éxito de la iniciativa ha generado conflictos con los revendedores, quienes ven afectadas sus ganancias. Además, la fiscalización de las autoridades locales ha sido estricta, exigiendo permisos y limitando el uso del espacio público.

Además de frutas y verduras, la feria ha incorporado otros productos como arroz, aceite y papel higiénico, vendidos a precios más bajos que en los mercados tradicionales. “No eliminamos a todos los intermediarios, pero evitamos a los más grandes y logramos que los vecinos accedan a precios justos”, comentó Osinaga.

Arroz en alza

El sector arrocero en Bolivia enfrenta un panorama complejo en 2024. Según el productor Gonzalo Vásquez, las dificultades para el acceso al diésel, el encarecimiento de los insumos y la especulación de los intermediarios han generado un alza considerable en el precio del alimento, afectando tanto a productores como a consumidores.

El costo de los granos también se disparó, no obstante, los intermediarios obtienen una rentabilidad de más del 30% frente a los productores

El proceso de venta del arroz inicia con la cosecha, momento en el que los productores deciden vender su producto a los ingenios o almacenarlo temporalmente. 

Vásquez explicó que el primer intermediario en la cadena es el ingenio, que se encarga del secado y almacenamiento. Luego, el arroz es adquirido por mayoristas, quienes lo compran ya beneficiado y lo distribuyen a distintos mercados del país. Posteriormente, los minoristas lo comercializan al consumidor final.

En este proceso, el precio del arroz sufre una transformación significativa. Mientras que, el productor recibe aproximadamente $us 90  por fanega (equivalente a unos Bs 900 a 1.100 bolivianos), en el ingenio el precio del quintal de arroz puede llegar a Bs 450 el quintal. Finalmente, en el mercado, el quintal de arroz ha alcanzado valores de Bs 550 a 600 el quintal, lo que representa un incremento considerable desde el punto de origen.

Uno de los factores que ha impactado en el sector es la escasez de diésel. Vásquez señala que los productores han enfrentado retrasos en la cosecha debido a la falta de este combustible, lo que ha provocado pérdidas estimadas en un 10% de la producción. Además, la inflación en los costos de los insumos agrícolas aumentó en un 50%, encareciendo el proceso.

Otro aspecto clave es la especulación por parte de los intermediarios. Vásquez sostuvo que los ingenios han acumulado arroz desde la cosecha anterior, esperando el momento oportuno para venderlo a precios más altos.

Las proyecciones para esta gestión indican un déficit del 20% en la producción de arroz debido a los problemas mencionados. 

“No sabemos qué va a pasar. No hay certidumbre en la economía y los productores enfrentamos riesgos elevados”, concluyó Vásquez.

Granos

La intermediación en la comercialización granos impacta negativamente a los pequeños productores agropecuarios, quienes deben vender sus cosechas a precios reducidos mientras los intermediarios obtienen mayores ganancias, sostuvo Isidoro Barrientos, presidente de la Cámara Agropecuaria de Pequeños Productores del Oriente (Cappo). 

Barrientos explicó que la mayoría de los productores no tiene acceso a capital operativo propio, lo que los obliga a recurrir a intermediarios para la compra de insumos y la venta de sus cosechas. “Siempre hay un intermediario porque cuando sacamos insumos al crédito, debemos entregar la producción a ellos”, afirmó.

Según el dirigente, los intermediarios pueden obtener hasta un 30% más en el precio de los granos al negociar por volumen con las industrias. “El pequeño y mediano productor vende a precios del día, mientras que los acopiadores logran mejores precios al juntar grandes cantidades”, indicó. Además, aseguró que muchos productores enfrentan problemas cuando empresas intermediarias han desaparecido sin pagarles.

En Bolivia, cerca de 90.600 productores agropecuarios están sujetos a este tipo de intermediación en diversos cultivos, como soya, arroz, maíz, sorgo y trigo, así como en la ganadería. “Todos estamos bajo este sistema porque no contamos con financiamiento directo y, muchas veces, no somos sujetos de crédito”, sostuvo Barrientos.

La solución, según el productor, sería la implementación de créditos accesibles para que los productores puedan operar sin intermediarios. Sin embargo, aseguró que las iniciativas del Gobierno han sido insuficientes. 

El precio del maíz es un ejemplo de esta problemática. Aunque el grano se cotiza entre Bs 90 y Bs 110 por quintal, Barrientos sostuvo que los costos de producción han aumentado debido al alza en los insumos y combustibles. “Para ser rentable, un productor debería cosechar al menos 8 o 10 toneladas, pero muchos apenas alcanzan 3 o 4, lo que solo les permite sobrevivir”, remarcó.

La intermediación en la cadena productiva de los granos sigue siendo un obstáculo para los agricultores, que ven reducidos sus ingresos frente a la ganancia de terceros. “Los intermediarios siempre están para ganar, mejor que el productor”, subrayó.

Jorge Méndez, presidente de la Asociación Departamental de Porcinocultores de Santa Cruz (Adepor), expuso la compleja realidad que enfrentan los productores de cerdo en Bolivia, especialmente en relación con la intermediación y los costos de producción.

Según Méndez, la mayoría de los productores venden sus cerdos en la “puerta de la granja”, es decir, en estado vivo antes del sacrificio. Sin embargo, el producto pasa por una serie de intermediarios antes de llegar al consumidor final. “Desde que nosotros vendemos un cerdo hasta que llega al mercado, hay al menos tres intermediarios”, explicó.

Actualmente, el precio del kilo de cerdo en granja está en Bs 15, aunque en diciembre alcanzó los Bs 22 debido a la alta demanda por las festividades navideñas. Pero este año los productores están enfrentando una situación crítica. “Estamos vendiendo al mismo costo de producción, sin margen de ganancia. Si la crisis del carburante persiste, podríamos empezar a vender por debajo del costo, lo que significaría pérdidas para el sector”, advirtió Méndez.

A pesar de las percepciones sobre la rentabilidad del comercio de alimentos, Méndez enfatizó que ni los productores ni los comerciantes se enriquecen con esta actividad. “Nada de lo que viene del campo es para volverse millonario. Llevo 40 años en esta industria y sigo trabajando con esfuerzo, sin lujos”, destacó.

Sobre el tema, el Gobierno implementó controles en los mercados y el establecimiento de ferias móviles. Además, sostiene que el encarecimiento de los alimentos se debe al contrabando a la inversa a países vecinos.



 

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