La venta efectiva de textiles bolivianos al mercado de Brasil demorará entre tres y cinco meses, informó el gerente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), José Rivero. El cálculo toma en cuenta el tiempo que transcurre desde la identificación del comprador hasta la obtención de la correspondiente licencia de exportación.
El Gobierno brasileño aprobó un decreto que permite la importación de textiles bolivianos por un valor de $us 21 millones, durante un año y con arancel cero.
“Nosotros calculamos que entre tres a cinco meses”, afirmó Rivero al ser consultado por este medio sobre la duración del proceso para concretar una solicitud de compra del vecino país.
El viceministro de Comercio Interno y Exportaciones, Huáscar Ajata, dijo a La Razón que “la posibilidad efectiva” de exportar a Brasil ya existe y que lo que queda ahora son “requisitos absolutamente técnicos, formales que se deben de cumplir en cualquier mercado”. Aseguró que el acuerdo bilateral mostrará resultados en menos de seis meses.
Rivero explicó que el primer paso es identificar un potencial comprador. “(El productor) irá a Brasil y después de visitar a varios compradores, alguno de ellos mostrará interés y le pedirá que le haga llegar algunas muestras”.
Una delegación de 36 empresas participará el miércoles de una rueda de negocios en Sao Paulo y se alista una segunda misión comercial para septiembre.
Remitidas las muestras y si éstas son aceptadas, el empresario y su comprador definirán precios de compra, además de la cantidad y frecuencia de los envíos. “Luego, el boliviano comprará la tela, el hilo y todo lo necesario para producir”, señaló Rivero.
Una vez concretado el pedido comienza la parte operativa de la exportación, es decir, los trámites que autorizan el ingreso de los productos ofrecidos al país de destino. Rivero explicó que esa fase, en el caso de Brasil, requiere de licencias previas. “Pasan días hasta que le otorgan la licencia (al vendedor) para que él pueda abrir una carta de crédito (para garantizar la venta)”, indicó.
Agregó que el tiempo, adicional al pedido, “puede demorar hasta 60 días (dos meses)”.
Para el presidente de la Cámara de Exportadores (Camex) de La Paz, Guillermo Pou Mont, la exportación de textiles a Brasil depende de cómo se cierre cada trato y de qué negocios concretan los empresarios que irán a Sao Paulo. “Los términos en los que se seleccionó a los probables compradores determinará cuán rápido se empieza a producir, pero obviamente no van a salir despachos (de mercadería) antes de 30 ó 45 días”, expresó.
Se apoyará la venta directa
El viceministro de Comercio Interno y Exportaciones, Huáscar Ajata, señaló que el Gobierno apoyará principalmente a los productores que ya exportaban a Brasil, pero que lo hacían a través de intermediarios.
“A ellos especialmente nos estamos dirigiendo, porque ya tienen un producto conocido en el mercado, uno que ya se vende en Brasil”, manifestó.
En ese sentido, la autoridad aseguró que, mediante la agencia estatal Promueve Bolivia, se brindará asistencia técnica y productiva a los empresarios.
Señaló además que los pequeños y medianos productores que requieran capital pueden solicitar un crédito al Banco de Desarrollo Productivo (BDP).
Ajata reconoció que los empresarios que no tienen la vivencia de exportar directamente también necesitan establecer “nexos de mercado con tiendas y grandes distribuidores”.
Ese es el objetivo, dijo, de la misión comercial que visitará la ciudad brasileña de Sao Paulo del 26 al 28 de agosto. “Ya tiene (cada empresario) una agenda para reunirse con importadores”.
El IBCE ve inviable el acuerdo
El gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, sostuvo que el acuerdo con Brasil para la venta de textiles “está destinado al fracaso” si el vecino país mantiene sus medidas proteccionistas a las importaciones.
Entre éstas, el ejecutivo mencionó la ampulosa documentación que los productores nacionales deben presentar para adquirir la guía de importación brasileña. Otro obstáculo, dijo, es que “los servicios de almacenaje en aduana son extremadamente altos en Brasil”.
Mencionó también que cuando la mercadería es enviada por aire, ésta no es admitida en otra terminal aérea que no sea la de Guarulhos, en Sao Paulo, cuando lo más conveniente es que el arribo sea directamente en el aeropuerto de Río de Janeiro.
“Hay una actitud proteccionista en la burocracia brasileña que, de una forma sistemática, protege su mercado a favor de su propia industria”, afirmó Rodríguez. Señaló que los altos costos de desaduanización anulan el beneficio del comercio bilateral con arancel cero.
El Gobierno brasileño aprobó un decreto que permite la importación de textiles bolivianos por un valor de $us 21 millones, durante un año y con arancel cero.
“Nosotros calculamos que entre tres a cinco meses”, afirmó Rivero al ser consultado por este medio sobre la duración del proceso para concretar una solicitud de compra del vecino país.
El viceministro de Comercio Interno y Exportaciones, Huáscar Ajata, dijo a La Razón que “la posibilidad efectiva” de exportar a Brasil ya existe y que lo que queda ahora son “requisitos absolutamente técnicos, formales que se deben de cumplir en cualquier mercado”. Aseguró que el acuerdo bilateral mostrará resultados en menos de seis meses.
Rivero explicó que el primer paso es identificar un potencial comprador. “(El productor) irá a Brasil y después de visitar a varios compradores, alguno de ellos mostrará interés y le pedirá que le haga llegar algunas muestras”.
Una delegación de 36 empresas participará el miércoles de una rueda de negocios en Sao Paulo y se alista una segunda misión comercial para septiembre.
Remitidas las muestras y si éstas son aceptadas, el empresario y su comprador definirán precios de compra, además de la cantidad y frecuencia de los envíos. “Luego, el boliviano comprará la tela, el hilo y todo lo necesario para producir”, señaló Rivero.
Una vez concretado el pedido comienza la parte operativa de la exportación, es decir, los trámites que autorizan el ingreso de los productos ofrecidos al país de destino. Rivero explicó que esa fase, en el caso de Brasil, requiere de licencias previas. “Pasan días hasta que le otorgan la licencia (al vendedor) para que él pueda abrir una carta de crédito (para garantizar la venta)”, indicó.
Agregó que el tiempo, adicional al pedido, “puede demorar hasta 60 días (dos meses)”.
Para el presidente de la Cámara de Exportadores (Camex) de La Paz, Guillermo Pou Mont, la exportación de textiles a Brasil depende de cómo se cierre cada trato y de qué negocios concretan los empresarios que irán a Sao Paulo. “Los términos en los que se seleccionó a los probables compradores determinará cuán rápido se empieza a producir, pero obviamente no van a salir despachos (de mercadería) antes de 30 ó 45 días”, expresó.
Se apoyará la venta directa
El viceministro de Comercio Interno y Exportaciones, Huáscar Ajata, señaló que el Gobierno apoyará principalmente a los productores que ya exportaban a Brasil, pero que lo hacían a través de intermediarios.
“A ellos especialmente nos estamos dirigiendo, porque ya tienen un producto conocido en el mercado, uno que ya se vende en Brasil”, manifestó.
En ese sentido, la autoridad aseguró que, mediante la agencia estatal Promueve Bolivia, se brindará asistencia técnica y productiva a los empresarios.
Señaló además que los pequeños y medianos productores que requieran capital pueden solicitar un crédito al Banco de Desarrollo Productivo (BDP).
Ajata reconoció que los empresarios que no tienen la vivencia de exportar directamente también necesitan establecer “nexos de mercado con tiendas y grandes distribuidores”.
Ese es el objetivo, dijo, de la misión comercial que visitará la ciudad brasileña de Sao Paulo del 26 al 28 de agosto. “Ya tiene (cada empresario) una agenda para reunirse con importadores”.
El IBCE ve inviable el acuerdo
El gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, sostuvo que el acuerdo con Brasil para la venta de textiles “está destinado al fracaso” si el vecino país mantiene sus medidas proteccionistas a las importaciones.
Entre éstas, el ejecutivo mencionó la ampulosa documentación que los productores nacionales deben presentar para adquirir la guía de importación brasileña. Otro obstáculo, dijo, es que “los servicios de almacenaje en aduana son extremadamente altos en Brasil”.
Mencionó también que cuando la mercadería es enviada por aire, ésta no es admitida en otra terminal aérea que no sea la de Guarulhos, en Sao Paulo, cuando lo más conveniente es que el arribo sea directamente en el aeropuerto de Río de Janeiro.
“Hay una actitud proteccionista en la burocracia brasileña que, de una forma sistemática, protege su mercado a favor de su propia industria”, afirmó Rodríguez. Señaló que los altos costos de desaduanización anulan el beneficio del comercio bilateral con arancel cero.
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