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miércoles, 6 de enero de 2016
2015: La empresa “ética” triunfó en América Latina
Son firmas que contribuyen a solucionar problemas sociales, a humanizar los negocios y a la sostenibilidad del planeta. Un número creciente de investigadores y líderes económicos consideran que el movimiento de las “Empresas B” representa una de las claves para construir la nueva economía.
Ya han pasado más de seis años desde el estallido de la peor crisis financiera que casi provoca un colapso económico a escala global. En aquella época, alrededor del 2008, la crispación social y política hizo que nos replanteáramos el sentido ético del sistema económico, que según muchas voces estaba demasiado apegado a la especulación y al culto al dinero.
De ese malestar social, que reivindicaba al ciudadano como protagonista de las políticas socioeconómicas, surgieron desde agrupaciones académicas hasta movimientos sociales y partidos políticos. También repuntó, en el núcleo del propio sistema financiero y de las empresas en general, las denominadas “Empresas B” (de Bienestar), que promueven un modelo de negocios transparente, igualitario y consecuente con el medio ambiente —sin olvidar de que la rentabilidad también importa.
Consideradas como una de las innovaciones económicas más prometedoras de la década, llevan la responsabilidad social corporativa un paso más allá: sus accionistas amplían la misión del negocio para incluir el objetivo de obtener un impacto social y ambiental positivo, concreto y medible y plasman este acuerdo de forma legalmente vinculante en el contrato de constitución de la sociedad.
Surgidas en Estados Unidos hace unos nueve años, esta nueva forma de entender el papel de la empresa privada se ha asentado exitosamente en 2015 en América Latina: en los últimos tres años cerca de 1.000 empresas han utilizado la evaluación de impacto B en la región, y alrededor de 200 han obtenido la certificación. Y todas proyecciones indican que en 2016 seguirán ganando terreno.
En la actualidad contamos con empresas que incorporan la ética en los negocios en Chile, Colombia, Argentina, Brasil, Uruguay, Perú, Ecuador, México y Paraguay, que abarcan 60 industrias, y además la región tiene la Empresa B más grande del mundo: Natura Cosméticos de Brasil.
A nivel global hoy en día existen más de 1400 empresas certificadas como B en 42 países, distribuidas en 130 industrias, desde multinacionales hasta pequeños negocios.
Este tipo de empresas superan el paradigma tradicional de la búsqueda exclusiva de la rentabilidad y representan un inmenso potencial para cambiar la sociedad en que vivimos, para hacerla más humana, más acorde con el bienestar de sus ciudadanos y más consecuente con los desafíos globales. Representan una oportunidad para que el sector privado contribuya significativamente al desarrollo de América Latina.
Entre los rasgos distintivos de estas empresas hay obligación de mantener una distancia razonable entre los salarios más altos y más bajos; la búsqueda de un impacto en todas las facetas de la actividad; al tiempo de asumir los más altos estándares en transparencia y en gestión socio-ambiental. En otras palabras, a través de su actividad comercial, las Empresas B contribuyen a solucionar problemas sociales, a humanizar los negocios y a la sostenibilidad del planeta.
Nueva economía
Un número creciente de investigadores y líderes económicos consideran que el movimiento de las Empresas B representa una de las claves para construir la nueva economía; una economía cuyo éxito se mida por el triple impacto: el bienestar de las personas, la contribución para mejorar la sociedad y el respeto al medio ambiente. De todas formas, y a pesar de los importantes avances registrados, las Empresas B todavía tienen un largo recorrido por delante para convertirse en verdaderos actores de cambio social en la región.
En los últimos años somos muchos los actores sociales que hemos unido esfuerzos para promover las Empresas B. En CAF estamos impulsando la creación de marcos legales nacionales que faciliten su proliferación y asentamiento. Adicionalmente, durante los últimos años venimos desarrollando encuentros con grandes y pequeñas empresas de la región, así como con representantes públicos, con la finalidad de lograr una evolución en el sistema financiero y empresarial latinoamericano.
Solo si involucramos a todos los actores lograremos humanizar y redefinir el concepto de éxito en los negocios. Porque como dijo un conocido empresario en uno de los encuentros sobre empresas éticas, “la cartera debe estar al lado del corazón; las vibraciones no son las mismas”.
"Estas empresas superan el paradigma tradicional de la búsqueda exclusiva de la rentabilidad y representan un inmenso potencial para cambiar la sociedad"
Ana Mercedes Botero
Dir. Innovación Social - CAF
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