En toda Bolivia, una sola empresa apostó por la confección de mallas milimétricas. Se llama Bleichner, una firma cochabambina, que se lanzó a fabricar telas de polietileno de alta calidad y a un precio mucho más económico que el mismo producto importado desde Brasil.
La empresa, cuyo gerente propietario y presidente de Directorio es Edwin Bleichner Reyes, empezó hace 30 años como una importadora de productos de polietileno, pero desde hace 17, de una forma lenta, pero sostenida, amplió sus campos de acción hacia la industrialización de los mismos productos que importaba y comercializaba, comenzando por las mangueras, prosiguiendo con las sogas, y desde hace dos años (cinco, si se toma en cuenta todo el proceso de preparación) irrumpe en la malla milimétrica.
El proceso para este último producto se inició con la compra de las máquinas tejedoras de Brasil. Actualmente se cuenta con nueve, que hilan con el mismo principio de aguayos de Bolivia, sólo que de una forma más automatizada, según explica el gerente de planta, Luis Veizaga.
Además, hacía falta la capacitación de personal en Brasil para el manejo de estas máquinas, y posteriormente, la extensión al personal que trabajaría en la planta de Trojes, en Tiquipaya (dar empleo a la gente del lugar).
Finalmente, después de tres años de preparación, comenzó la producción. Al principio fueron sólo 150 rollos mensuales, que se buscaba acomodar en el mercado, aprovechando que ya se tenían contactos.
Actualmente, son 30 obreros distribuidos en tres turnos las 24 horas del día, que producen mensualmente entre 700 y 800 rollos mensuales.
Según coinciden Veizaga y Bleichner, la empresa está en la capacidad de producir mucho más y atender toda la demanda del mercado nacional, puesto que con la capacitación y el empleo de polietileno virgen se ha logrado un producto de alta calidad, al mismo nivel e incluso superior a las propuestas de Brasil. Es más, las mallas milimétricas de Bleichner cuestan un 30 por ciento menos que las brasileñas.
Sin embargo, la gente en Bolivia tiene todavía el prejuicio de que el producto extranjero es mejor, coinciden Blechner y Veizaga.
Por ello, el objetivo es entrar en una campaña que muestre a los clientes las ventajas de la malla boliviana, que no tiene nada que envidiar a la extranjera, y es más barata.
El trabajo contempla incluso la venta de desechos a otras empresas que reciclan este producto en zapatos, bolsas de plástico y otros. Por eso tiene la garantía ambiental y busca la certificación industrial ISO 9001.
"En Bolivia no debería pagarse arancel por materia prima para transformación, venga de donde venga"
OTROS PRODUCTOS
Sogas
• El segundo producto de la firma Bleichner son las sogas, elaboradas también con polietileno coreano y en 12 extrusoras de procedencia china.
• También se emplean pigmentos y aunque se puede lograr cualquier color de soga, generalmente se elige el azul por ser el más comercial en Bolivia. La competencia es la soga peruana.
Mangueras
• Las mangueras son el primer producto con el que la firma Bleichner comenzó su historia industrial hace 17 años.
• Están elaboradas con polietileno, casi con el mismo principio que las sogas: en cuatro máquinas extrusoras, donde el polietileno es calentado a 250 grados centígrados para ser expulsado en forma de manguera domiciliaria.
La empresa
• Bleichner trabaja desde hace 30 años, primero como importadora Bleichner Representaciones. Hace 17 años, pasó a ser Bleichner Industria y Comercio SA.
• Desde hace 12 años opera en su sede de Trojes, con 26 máquinas y 90 empleados, de los cuales 30 trabajan en la fábrica y los restantes en sector administrativo y distribuidor.
• Lo más difícil, explica Luis Veizaga, es conseguir repuestos, y una o dos veces deben viajar a Brasil para comprarlos. Es más barato que contratar una persona para que les envíe.
Para Bleichner, lo que más encarece el producto son los aranceles que les cobran por la materia prima que llega de Brasil o de Asia, cuando países como Perú, no pagan aranceles, ni para la materia prima ni para hacer llegar el producto a Bolivia.
Así la soga peruana llega casi al mismo precio que la materia prima. Por suerte, según Bleichner, los mercados son distintos. "En Bolivia, no debería pagarse arancel por materia prima para transformación, venga de donde venga", opina.
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