Si bien la economía del país en los últimos años ha crecido a un ritmo promedio superior al 5% anual, gracias a los buenos precios de las materias primas y por consiguiente al incremento de los ingresos registrados por las exportaciones sobre todo del gas, la minería y en menor grado los productos no tradicionales, la misma sigue anclada en una matriz productiva extractiva de los recursos naturales. No se percibe, ni a mediano y largo plazo, un cambio de timón en toda la estructura económica.
"Una tercera parte de los ingresos fiscales provienen de la renta extractiva (IDH y regalías, tanto mineras como de hidrocarburos), lo que refleja la alta dependencia de estas fuentes y la necesidad de generar mayores ingresos internos y sostenibles, más allá de la extracción de nuestras riquezas naturales", señala la Fundación Jubileo, en su reciente análisis al Presupuesto General del Estado (PGE) 2014.
En mirada en detalle. Es que, según los expertos en el tema, estos años de cierta bonanza económica no se ven reflejados en la calidad de vida de los bolivianos, pese a que los ingresos crecen, el gasto público se incrementa y la inversión pública se triplica. "Gran parte de los gastos está yendo al gasto corriente y no a la inversión. No estamos poniendo los cimientos para crecer y ni preparar la tierra para cosechar mañana", apuntó Julio Alvarado,economista.
Mientras el Gobierno de Evo Morales no descansa de repetir el crecimiento macroeconómico del país, mostrando una situación económica superavitaria, incluso mencionando que el 2013 fuimos el segundo país con mejor crecimiento de la región, los datos del Índice de Competitividad Global 20013-2014 colocan a Bolivia en el puesto 98 a nivel mundial y en el puesto 13 en la región Latinoamérica. Lo cual muestra un contraste entre las cifras macroeconómicas y el peso de nuestra economía.
El índice de competitividad mide la habilidad de los países de proveer altos niveles de prosperidad a sus ciudadanos. A su vez, esta habilidad depende de cuán productivamente un país utiliza sus recursos disponibles.
En ese contexto, la Fundación Jubileo, en referencia a cómo se distribuyen los ingresos presupuestarios del país, da cuenta que la inversión pública nuevamente dispone de niveles récord, con un crecimiento de 19% en relación a 2013. El sector prioritario en la asignación de recursos es transportes (caminos y otros), con 30,9%. Los sectores extractivos de hidrocarburos y minerales reciben 25,4% de los recursos de inversión, mientras que los sectores agropecuario, industria y turismo reciben 8,5%. "Resalta claramente que la apuesta del Estado se encuentra en los sectores extractivos, puesto que los recursos hacia estos sectores son el triple en comparación con los asignados hacia un cambio de matriz productiva", puntualiza Jubileo.
Los factores que inciden. Según Jubileo, el análisis tiene que ver con el aumento de los gastos corrientes, cuyos recursos tanto en ingresos por recaudaciones tributarias y por el IDH, en los próximos años podrían derivar en un déficit fiscal. Estos se incrementan en 12,5% en comparación al presupuesto de la gestión anterior. Los sueldos y salarios, que son el principal componente de los gastos corrientes, han crecido casi en cuatro veces entre el presupuesto del año 2005 y el año 2014.
En 2005, el PGE contemplaba Bs 7.379 millones para sueldos y salarios, pero este año se tiene presupuestado Bs 27.922 millones.
Ante esta situación, Armando Méndez, economista, señaló que es natural que el gasto corriente suba conforme a los ingresos que genera el Estado. "Un presupuesto público en cualquier parte del mundo mayoritariamente es en gasto corriente y en menor proporción para la inversión. Eso abarca a la educación, salud y los gobiernos subnacionales. Ahora que no esté bien asignada, puede ser, pero eso está supeditada a otro análisis", señaló.
Sin embargo, observó como preocupante que el Estado haya desplazado hacia la iniciativa privada, donde los "burócratas" se convierten en empresarios. "Eso es preocupante para el país. No hay incentivo a la inversión privada. Eso no motiva en el futuro un desarrollo sostenible", dijo.
El analista económico Carlos Hugo Barbery señaló que es preciso puntualizar que los ingresos son distribuidos hacia una inversión a largo plazo y con sostenibilidad en el tiempo. "El tema es separar el discurso político de lo técnico. Si los ingresos de hoy son cuatro veces más que hace diez años, no está en discusión. Lo más importante es cómo le cambió la vida a los ciudadanos con un coliseo con capacidad para mil personas en un municipio donde apenas tiene 500 habitantes", señaló.
Una visión de afuera. El experto internacional y profesor de Economía, Juan Carlos Martínez, menciona que no habrá crecimiento económico sostenible sin inclusión social a largo plazo y con una adecuada diversificación de su matriz productiva. Señaló que siempre resulta riesgoso que un país solo dependa de sus recursos naturales, dado que estas dependen de ciclos naturales y de los buenos precios en el mercado internacional.
"Podremos tener crecimientos nominales del PIB, podremos tener años buenos, podremos tener superávit en ciertas variables macroeconómicas, eso se puede conseguir, eso es fácil. Hasta Corea del Norte puede proponerlo y conseguirlo, pero no podremos tener crecimiento sostenido si solo se depende de las materias primas y sin procesos de inclusión social", puntualizó Martínez.
Consejos
Para un gasto público eficiente de un país
Productividad. La financiación del gasto público resulta cada vez más costosa y se hace más urgente la necesidad de alcanzar, como contrapartida, una suficiente productividad. Debe constituir en factor reestructurador de la demanda agregada, como factor redistribuidor de rentas y como estímulo positivo del desarrollo económico y social.
Competitividad. Según el índice de competitividad económica global 2013-2014, Suiza ocupa el primer lugar. En tanto Finlandia ha ocupado la primera posición a nivel mundial en cuatro de los cinco últimos años. Su liderazgo está relacionado con una gestión macroeconómica, la calidad de sus instituciones públicas y la tendencia a la adopción de nuevas tecnologías en el sector privado.
Desarrollo. Para que un país llegue a los máximos niveles de desarrollo y competitividad debe pensar en políticas económicas sostenibles a largo plazo no solo basada en infraestructura sino en educación, diversificación e innovación tecnológica de su matriz productiva y la formación de sus recursos humanos.
Punto de vista
Carlos Hugo Barbery
Analista Económico
"No podemos quedarnos solo mostrando números "
"En los indicadores actuales hay que verlos con pinzas. Lo peor que podemos hacer en épocas de bonanza es supeditar a una comparación de gestión política y no técnica basados en números macroeconómicos que si bien no son mentira, pero no siempre es acertado su análisis.
Por ejemplo, hace diez años el precio petróleo, base para el cálculo para el gas, era 25% menos de lo que es ahora. De igual manera hace diez años, el precio de la soya era el 40% menos de lo que es ahora.
Obviamente eso ha generado que el país tenga grandes cantidades de ingreso por concepto de las exportaciones de gas, minerales y granos. Ahora lo que hay que ver es cómo garantizamos que los ingresos, productos de bienes no renovables, tengan consistencia hacia el futuro y además, en qué medida esos recursos cambian la vida de los bolivianos.
Para ello basta con ver los informes de la parte petrolera, en los que se incrementa la producción de gas, se está exportando mejor y a buenos precios, pero no se está acompañando con los recursos para descubrir nuevas exploraciones. Y en la parte de los renovables, como son los granos o cereales, el precio de las materias primas hoy está en un nivel tan bueno que en términos es más rentables producir que haber exportado valor agregado hace diez años. El resto es discurso.
Por ejemplo, Paraguay tiene menor tamaño que Santa Cruz, en términos geográficos, cuenta con apenas un 30% de tierra apta para cultivo de soya y ha logrado producir 9 millones de toneladas el año pasado. Aquí el gran problema es que nosotros no estamos aprovechando el momento. El problema es que no podemos quedarnos mostrando solo números macroeconómicos. Hay que ver en el largo plazo cómo hacer sostenible y vigoroza nuestra economía con eficiencia y con calidad de vida, transformando el índice de desarrollo humano".
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