domingo, 26 de agosto de 2007

El Gobierno ingresa a una etapa de gestión para generar empleos




Tras una reflexión sobre los primeros meses de gobierno, el Ejecutivo decidió pasar de una primera etapa en que primaron las decisiones políticas, para ingresar a una segunda fase en que se dará prioridad a la gestión de políticas públicas para la inversión productiva generadora de empleos.
“Estamos comprometidos con la elaboración de una política que conecte producción con empleo e ingreso, inversión con calidad de vida”, afirma Wálter Delgadillo, actual ministro de Trabajo.

La autoridad explica que hasta el momento se identifican dos bloques de empleo: uno que genera fuentes de trabajo a partir de la política económica aplicada por el Gobierno en sectores como minería e hidrocarburos. Y otro específico, donde entran medidas como el Banco de Desarrollo Productivo (BDP), el Plan Nacional de Vivienda y el plan para reconstruir a los municipios afectados por el fenómeno El Niño, entre otras.

Estas políticas aplicadas por el Ejecutivo han sido motivo de crítica por analistas y expertos como el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA). Tras un análisis, Bruno Rojas, uno de los investigadores de la entidad, concluye en que el Gobierno ha apostado por medidas “cortoplacistas” y por la generación de empleos precarios y sin calidad.

Delgadillo reconoce que en una primera instancia el Ejecutivo logrará bajar las tasas de desempleo con fuentes de trabajo precarias. No obstante —agrega—, el Gobierno apunta a que, en un mediano plazo, se tenga empleos sostenibles y permanentes. “Sabemos que en principio van a ser empleos de corto plazo, pero el empleo digno es nuestro punto de llegada”.

Pero, ¿cuál será la estrategia que empleará el Ejecutivo para la anhelada generación de empleos?

El ministro indica que la apuesta gubernamental será la inversión productiva en aquellos sectores que tienen una mayor capacidad de empleo, que son los informales y agropecuarios, para construir una economía de base ancha.

“Actualmente, los que más producen emplean a menos gente. Hidrocarburos, minería, agroindustria, sólo emplean al 20% de la población económicamente activa, pero producen cerca del 70% del Producto Interno Bruto (PIB). Queremos volcar esto porque el sector informal y agropecuario emplea al 80% de la población económicamente activa”.

Agrega que, para ello, la clave será que la inversión productiva logre tres resultados: calidad laboral, salarial y ambiental.

La autoridad precisa que se apoyará al sector informal en la instalación de emprendimientos que tengan mayor sostenibilidad y que permitan cubrir el mercado interno y externo. Así —añade Delgadillo—, estos productores serán más competitivos, podrán pagar mejores salarios a sus trabajadores y les garantizarán el cumplimiento de sus derechos laborales. “En este momento no lo pueden hacer porque sus posibilidades de competitividad son muy bajas”.

Los recursos para la inversión productiva provendrán de los excedentes que generen los denominados sectores estratégicos (hidrocarburos y minería). “Queremos tener suficiente excedente económico para invertir esto en los sectores de mayor capacidad de empleo”, asegura el ministro.

Existen diversos proyectos en algunos ministerios para que el Estado sea el generador directo de empleos. Entre ellos, Wálter Delgadillo menciona iniciativas para instalar papeleras, ingenios azucareros y procesadoras de leche.

El director de la Fundación Milenio, Napoleón Pacheco, indica que ya existen casos en los que el Estado aparece como empleador, como en el distrito minero de Huanuni o en la metalúrgica de Vinto.

No obstante, el analista advierte que el empleo estatal no es eficiente. Añade que, por una mala administración en las empresas estatales, se termina contratando a muchos empleados. “Hay un exceso de trabajadores que, al final, contribuyen muy poco a la producción. Entonces las empresas estatales acaban —como ya ha acontecido— convirtiéndose en una carga para el Tesoro General de la Nación (TGN)”, afirma.

Con todo, el punto de partida para los planes de inversión productiva del Gobierno es el presupuesto de la inversión pública, que para este año asciende a $us 1.100 millones. “El monto mayor de esta inversión tiene que ir a la productividad y, a consecuencia de la inversión productiva, a empleos e ingreso”, sostiene Delgadillo. Agrega que hacia el 2011 se espera tener una tasa de desempleo de 4%, pero con empleos dignos.

LAS OBSERVACIONES

Políticas • El CEDLA observó que, a la fecha, el Gobierno haya privilegiado la aplicación de medidas a corto plazo para la generación de empleos, entre las que menciona los planes de empleo temporal Propaís, Edimo y Mi primer empleo digno. Según la entidad, estas acciones sólo profundizan el subempleo.

Privados • El empresariado ha demandado seguridad jurídica y las condiciones necesarias para invertir y, así, ayudar a la generación de fuentes de trabajo. Mientras, el Ejecutivo asegura que esas condiciones están dadas. El ex viceministro de Trabajo Rodolfo Eróstegui remarca la necesidad de que ambos sectores dialoguen por el bien del país.

ANÁLISIS

NAPOLEÓN PACHECO
Director de la Fund. Milenio

Sin inversión no se puede crear empleo

Hay una condición básica para generar empleo por parte del sector privado y esa condición es la realización de inversiones.
Y la realización de inversiones depende no sólo de la rentabilidad de los proyectos, sino también de la seguridad jurídica, del clima de inversiones para que éstas se puedan realizar.

En este momento, el clima de inversiones en el país está fuertemente deteriorado por las constantes vulneraciones al Estado de Derecho, a las reglas del juego (...)Tomas de campo, cierres de válvulas, anuncios de nacionalizaciones, configuran un escenario totalmente adverso a la realización de inversiones.

En ese sentido, si la situación no cambia, va a ser difícil que la empresa privada, nacional o extranjera, pueda realizar inversiones que generen empleo.

Ahora, cuando uno revisa la estadística de desempleo, evidentemente ha habido una disminución de la tasa.
Al decir que la tasa de desempleo ha bajado, eso supone admitir que ha habido un aumento de la inversión que ha permitido generar empleo (...)

Según cifras oficiales, al primer trimestre del año, la inversión total apenas supera el 11% del Producto Interno Bruto (PIB). Con ese nivel de inversión, no hay posibilidad de ampliación de capacidad productiva y, en el mejor de los casos, ni siquiera de mantenimiento de las operaciones.

Por lo tanto, es discutible que haya bajado la tasa de desempleo. Pero esa cifra se muestra porque esa disminución se explica por la fuerte migración, ese tsunami boliviano hacia España que no ha acabado.

“Si la situación no cambia, va a ser difícil que la empresa privada pueda llevar adelante inversiones que generen empleo”.

ANÁLISIS

RODOLFO ERÓSTEGUI
Ex viceministro de Trabajo.

La calidad del empleo es preocupante

Las tasas de desempleo en Bolivia son bajas, no son tasas que debieran alarmarnos en mayor medida, y en este momento son manejables. Sin embargo, lo que sí es alarmante es la calidad del empleo que tenemos en este momento.

Estamos asociados con una alta tasa de empleo en el sector informal, en la subocupación, tanto por ingresos como por jornada laboral. Es decir, en vez de estar ocupado ocho horas y de lunes a sábado, tenemos gente que está ocupada un día, que trabaja jornadas de 20 horas a la semana, entonces hay una subocupación. O gente que, por trabajar menos horas a la semana, está obteniendo ingresos por debajo del salario mínimo.

Ahí estamos hablando de una subocupación de los trabajadores en Bolivia.
Si bien la tasa de 7,6% no es alarmante, lo que sí nos debe preocupar son tasas de preocupación que, según la Unidad de Análisis de Políticas Económicas y Sociales (Udape), en este momento están bordeando el 75%. Estaríamos hablando de que la informalidad fluctúa entre un 70 y 77 por ciento.

Dentro de la informalidad, tenemos una calidad muy baja de empleo. Lo que ocurre en el sector informal es que o está subocupado o está sobreocupado.

Por otro lado, el mundo de los trabajadores informales no tienen la mínima seguridad industrial en sus puestos de trabajo. No tienen atención médica, es decir, tienen que ser atendidos por la vía privada. Tampoco tienen la posibilidad de jubilarse cuando ya las fuerzas no les permiten trabajar, por la edad. Por consiguiente, están en una situación precaria.

“Las tasas de desempleo no debieran alarmarnos (...) Lo que sí es alarmante es la calidad del empleo que tenemos actualmente”.

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