Las buenas prácticas laborales (BPL) mejoran el ambiente de trabajo e incrementan la productividad, por ello se recomienda a las empresas realizar gestiones para implementarlas.
Según un estudio de María Vega Ruiz, de la Organización Internacional del Trabajo, el concepto de las BPL está asociado al de Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
Rodolfo Eróstegui, director de LABOR, entidad especializada en estudios laborales, explicó que la BPL “responde a un ansia creciente por buscar mecanismos y fórmulas de interacción entre empleadores y trabajadores que atraviesan por un momento crítico”.
Vega asegura, según este especialista, que con esa práctica se ha logrado mejorar el ambiente laboral e incrementar la productividad con base en el respeto de los derechos de los trabajadores.
A su vez, dijo, la RSE pretende impulsar negocios basados no sólo en principios de respeto a la sociedad y el medio ambiente, sino también en la ética y apego a la ley.
Por ello, según Eróstegui, algunas personas definen a la RSE y a las BPL como el cumplimiento de la ley. “La autora define a la BPL como a ‘toda experiencia que se guía por principios, objetivos y procedimientos adecuados y/o pautas aconsejables que se adecúan a una determinada perspectiva normativa o a un parámetro consensuado, así como también toda experiencia que ha arrojado resultados positivos, demostrando su eficacia y utilidad en un contexto concreto’”.
En criterio de Eróstegui, las empresas bolivianas deberían impulsar las buenas prácticas laborales porque en las últimas décadas el empleo se ha deteriorado.
Mencionó que en la memoria institucional del Ministerio de Producción y Microempresa del año 2008 se hace referencia que existe “un decremento de la población asalariada, que pasó del 53% en 1989 al 48% el año 2000; el subempleo por ingresos se incrementó del 23,5% al 27,9% entre 1995 y 2000”.
Además, el informe gubernamental añade que entre el período 1985 a 2007, la situación de la población trabajadora se vio empeorada por la proliferación de formas atípicas de contratación, que tomó la forma de trabajadores a domicilio, subcontratación de micro y pequeñas unidades productivas artesanales, e incluso la vigencia de los contratos civiles.
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