La demanda está asegurada. Las previsiones de las industrias lácteas han rendido sus frutos. Los pequeños productores, en especial de la provincia Ichilo, invierten en la construcción de centros de acopio de leche, en la adquisición de vacas lecheras, en tanques de enfriamiento o en otros equipos e infraestructura.
En Bolivia, el consumo per cápita de leche se estima entre los 35 y 40 litros por año, cantidad considerada insuficiente, lo que provoca que la industria láctea tenga una capacidad ociosa del 40%.
De acuerdo con la Federación Departamental de Productores de Leche (Fedeple) que alberga a cerca de 900 socios productores (de las zonas del Norte Integrado y Andrés Ibañez), su producción diaria supera los 200.000 litros. “Si incluimos a productores de la Chiquitania, Cordillera y de zonas menonitas sobrepasan los 750.000 litros por día”, dijo el titular de Fedeple, Javier Velarde.
El mes pasado, los lecheros tuvieron que enfrentar la sequía, pero Velarde explicó que ya tienen lecciones aprendidas de años anteriores, por lo que no han sufrido los efectos.
“En la zona norte se tomaron previsiones y guardamos maíz y sorgo y capacitamos a los profesionales”, indicó.
En este sentido, reflexionó a los productores del Chaco recomendándoles que trabajen desde diciembre en la acumulación de insumos para sus animales, porque saben que todos los años hay sequía. “No aprendemos de otros países que guardan los alimentos antes de la sequía”, afirmó.
FODA
- Fortalezas. Con el tiempo, los productores han incorporado cada vez mayor tecnología, lo que les permite ser más eficientes.
- Oportunidades. Se requiere aumentar la producción para que la industria procese más lácteos.
- Debilidades. Los insumos que usan dependen del mercado internacional.
- Amenazas. Al igual que otros sectores, sus precios están regulados por el Gobierno.
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