Las prácticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que algunas empresas implementan son, al parecer, el inicio de una nueva forma de concebir los negocios en la era contemporánea. Al parecer ésa es la motivación que la Cámara Nacional de Industrias (CNI) tiene para ser uno de los principales impulsores de este concepto.
Hace más de una semana esta organización empresarial patrocinó un evento en el que cuatro empresas mostraron sus prácticas socialmente responsables. Este evento es uno más de los que la CNI patrocina en este campo. También esta organización, en coordinación con otras instituciones, asesora a empresas en la formulación de sus programas de RSE.
La RSE es un producto de la globalización que también se registra en el país. En las últimas décadas se han registrado cambios acelerados en el entorno tecnológico, económico, social, político y medioambiental. Estos cambios han puesto en crisis los paradigmas con los que se administraban las empresas. Peter Drucker, autor de innumerables publicaciones sobre la gestión empresarial, señala que “desde mediados de los años 70, lo que conocíamos sobre administración ya no sirve. En el futuro inmediato, los gerentes tendrán que ser capaces de olvidar lo que hacían, tan rápido como aprenden las cosas nuevas que tienen que hacer”. Este intelectual de las empresas llegaba a esta conclusión luego de examinar lo que acontecía en las grandes empresas con la introducción de nuevas tecnologías, en lo que acontecía con las nuevas formas de contratación de trabajadores. El toyotismo, una respuesta a su falta de competitividad frente a los productores norteamericanos, lo introducen primero creando redes de suministradores (subcontratación), y establecen la práctica del JIT (just in time) para procurar siempre contar con materias primas e insumos, eliminando los inventarios y todos los costos asociados. Con esa práctica lograron desplazar a sus competidores que antes tenían el control del 85% del mercado.
Estos cambios impactan casi todos los aspectos del trabajo de una empresa: los sistemas productivos, el marketing, los enfoques sobre la calidad, la investigación y desarrollo, el manejo de inventarios, los criterios de competitividad y efectividad, así como los enfoques gerenciales. De esa manera, se ve en la RSE como un instrumento para encarar el cambio, pues propone una nueva forma de hacer negocios. Ahora no puede existir una organización empresarial si es que no toma en consideración el desarrollo sostenible y sustentable, es decir, reconociendo los intereses de los distintos actores socioeconómicos: trabajadores, accionistas, la comunidad vecina, los proveedores, los acreedores, los clientes, que promueva e incorpore tecnologías limpias y amigables con el medio ambiente. La práctica de la RSE hace que la empresa se comprometa no sólo con los inversionistas, sino también con los trabajadores y sus familias, con la comunidad que la vio crecer y desarrollarse y que siente que no recibe beneficios de la empresa.
Por lo menos eso es lo que transmitió el ingeniero Gerardo Velasco a tiempo de señalar los compromisos que tienen la CNI y los empresarios con todas las partes interesadas o afectadas por las empresas. La Cámara, nos dice, propone que las empresas, para ser competitivas e impulsoras de un desarrollo industrial sostenible, deben superar la preocupación del empresariado por los resultados económicos de su gestión y proyectar la empresa a su sociedad.
Para que las empresas lleven a la práctica, dice Velasco, deben actuar en cuatro ámbitos de responsabilidad: con los clientes, con las generaciones futuras, con los trabajadores (interior de la empresa) y con la sociedad que las cobija.
De esta forma la CNI se incorpora a las nuevas tendencias globales que impulsan empresas con mayor compromiso para con la sociedad.
Rodolfo Eróstegui impulsa la Responsabilidad del Tigre de Achumani con su hinchada.
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