El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) elaboran dos informes al año sobre las Perspectivas de la Economía Mundial. En realidad se complementan, porque el Banco Mundial emite en enero y junio, mientras que el FMI lo hace en abril y octubre.
El Banco Mundial en sus Perspectivas Económicas Mundiales de junio corrigió hacia abajo en 0,5 puntos porcentuales, de 2,9% a 2,4%, su pronóstico del crecimiento del PIB de la economía mundial efectuado en enero de este año, señalando que la economía mundial se encuentra en un contexto de "atonía del crecimiento”.
Como se observa en el gráfico, el producto mundial seguiría en 2017 y 2018 con bajas tasas como resultado de la desaceleración de las economías emergentes, en especial de China, el cuasi estancamiento de los países avanzados y el débil crecimiento de los países exportadores de commodities.
El gráfico también nos muestra la desaceleración del ritmo de crecimiento de los exportadores de commodities y su, prácticamente, estancamiento en 2015 y 2016, para recién prever una modesta recuperación en 2017 y 2018, con tasas bajas si se compara con el 5% registrado en 2011 cuando empezó el fin del superciclo de auge de los commodities.
Esta declinación estaría relacionada con la desaceleración de la economía china pero hasta 2016, porque después, como se observa en el gráfico, el Banco Mundial estima una moderada recuperación de los exportadores de commodities, mientras espera que continúe la desaceleración programada para China, hasta llegar a un 6,3% de crecimiento en 2018.
Se prevé que en 2016 continúe la debilidad en los precios de los commodities, con una disminución de 25,7% en el precio del petróleo, con un precio promedio en todo el año de 41 dólares el barril, y una disminución del 12,2% en los precios de los productos mineros y agrícolas. Para las materias primas se proyecta recién una recuperación en 2017 y 2018.
La otra cara de la moneda son los países emergentes y en desarrollo, pero importadores de commodities, que mantuvieron un crecimiento promedio de su PIB del orden del 6% entre 2012 y 2015 y el Banco Mundial espera que mantengan esa tasa también en 2016. Es decir, existen comportamientos divergentes entre las economías emergentes, que ahora se pueden visualizar claramente cuando se distingue según su especialización en la división del trabajo internacional.
El otro comportamiento divergente entre los exportadores de commodities es, hasta ahora, la economía boliviana que, como se observa en el gráfico, tuvo un aterrizaje suave comparado con la desaceleración pronunciada de los exportadores de commodities.
Empero, para 2016 el Banco Mundial proyecta una tasa de crecimiento del PIB de 3,7%, similar al 3,8% que estimó el FMI, mientras que el Gobierno boliviano espera un crecimiento del 5%. La diferencia no es sólo de un punto porcentual, sino que tiene la capacidad de marcar una posible estabilización del crecimiento en torno al 5% como espera el Gobierno o, en cambio, como pronostica el Banco Mundial, la tendencia a la desaceleración continuará hasta llegar a un 3,4% en 2017, en forma parecida al augurio del FMI de 3,5%.
Parecería que uno debería adscribirse a uno de los dos equipos; el de los optimistas o el de los "agoreros”, aunque en el primer trimestre de 2016 ya están ganando los optimistas con un 4,9% de crecimiento del Índice Global de Actividad Económica (IGAE).
Cabe aclarar que "agorar” es un verbo transitivo que significa augurar un hecho futuro, especialmente una desgracia. Augurar quiere decir anunciar un hecho futuro por simple intuición o por conjeturas a partir de ciertos indicios.
No creo que nadie en su sano juicio quiera desear males para el país, basándose en simples conjeturas. Lo que existen son diferentes modelos, métodos, supuestos y habrá pronósticos al alza o a la baja, pero dependerá de las variables económicas utilizadas para pronosticar el crecimiento de una economía con su margen de error.
Lo que está claro es que hay un impacto negativo del shock externo en el crecimiento del PIB de Bolivia, respecto a su producto potencial, es decir a su máximo nivel de producción que puede alcanzar pero que, sin embargo, ha sido menor hasta el presente, si se compara con el promedio de los exportadores de commodities.
(*) El autor es economista y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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