Un departamento rico en manufactura. Así es Cochabamba, donde los productos con valor agregado en rubros como madera, cuero, alimentos y artesanías son los que sobresalen cuando se habla de exportaciones. Mientras, en términos industriales, la confección será la que dé a la capital del valle un sitio privilegiado si se llega a legalizar el trabajo de las pequeñas empresas que confeccionan pantalones vaqueros.
Gonzalo Molina, vicepresidente de la Federación de Empresarios de Cochabamba (FEPC), explica que también existe cierta inclinación por la floricultura, avicultura, producción de soya, banano, palmito, fruta deshidratada y pimienta. En este caso —indica— el trópico juega un papel importante, pues de recibir inversión podría convertirse en un “polo de producción y desarrollo”.
“Los alimentos son el fuerte de la producción cochabambina. Aquí se encuentran industrias avícolas, lácteas, frutícolas, de embutidos y salchichas, además de miel”, acota Gerardo Wille, presidente de la Cámara Departamental de Industrias.
Los productos del trópico constituyen un cuarto de las exportaciones cochabambinas. El palmito es uno de los productos estrella de la región y se podría contar con granos que permitan también el sostén de algunos rubros como la avicultura.
Cerca de 10 granjas avícolas se encuentran en Cochabamba, la más grande de ellas es Imba. Así, la región logró pasar de la simple crianza de pollos y el faeneo para la posterior distribución interna, a la industrialización de la carne, generando alrededor de un millón de dólares en la exportación de embutidos.
En el caso de las manufacturas y la confección, Cochabamba puede competir con El Alto, puesto que en el departamento existen decenas de confeccionistas dedicados a la creación de chompas y jeans. Micro, pequeñas y medianas industrias trabajan con nombres propios o de alguna marca conocida.
“La mano de obra es relativamente barata y ya se puede hablar de exportación a países limítrofes. No todos son legales, muchos de estos productos salen de contrabando y si formalizarían el trabajo el país ganaría mucho”, manifiesta Wille.
El cuero fue una de las cadenas productivas que se rompió. La ganadería se desplazó a Santa Cruz, Beni y Pando, las curtiembres emigraron a la capital oriental. Lo que queda en el valle es la fabricación de productos. “Macaws es una de las industrias más grandes en la exportación de productos acabados en cuero, como billeteras, carteras, cinturones y otras prendas”.
Aunque no se produce madera, la fabricación de muebles, puertas y pisos es parte del trabajo industrial de la región. “No tenemos bosques, pero hay una importante producción que confirma la vocación manufacturera”, expresa Goran Vranicic, presidente de la Cámara Departamental de Exportadores.
La transformación de materia prima en productos acabados propició la exportación de $us 96 millones el 2007. Sin embargo, la producción para mercados internos y externos se ha visto frenada.
Paradójicamente, pese a la ubicación estratégica de Cochabamba, uno de los obstáculos es la conexión vial que tiene al valle enclaustrado en cuanto al traslado de productos.
En época de lluvias, no sólo se registran inundaciones en las zonas de cultivo con daños a la producción y a la siembra, sino que además perjudica el cierre de vías por riadas y deslizamientos.
No obstante, el trabajo en el valle no cesa, a pesar de los obstáculos. A decir de los entrevistados, muchos de los productos han mejorado su calidad en los últimos 10 años y existe una gran variedad que compite con la producción de otros países, en mercados internos y externos.
Gonzalo Molina, vicepresidente de la Federación de Empresarios de Cochabamba (FEPC), explica que también existe cierta inclinación por la floricultura, avicultura, producción de soya, banano, palmito, fruta deshidratada y pimienta. En este caso —indica— el trópico juega un papel importante, pues de recibir inversión podría convertirse en un “polo de producción y desarrollo”.
“Los alimentos son el fuerte de la producción cochabambina. Aquí se encuentran industrias avícolas, lácteas, frutícolas, de embutidos y salchichas, además de miel”, acota Gerardo Wille, presidente de la Cámara Departamental de Industrias.
Los productos del trópico constituyen un cuarto de las exportaciones cochabambinas. El palmito es uno de los productos estrella de la región y se podría contar con granos que permitan también el sostén de algunos rubros como la avicultura.
Cerca de 10 granjas avícolas se encuentran en Cochabamba, la más grande de ellas es Imba. Así, la región logró pasar de la simple crianza de pollos y el faeneo para la posterior distribución interna, a la industrialización de la carne, generando alrededor de un millón de dólares en la exportación de embutidos.
En el caso de las manufacturas y la confección, Cochabamba puede competir con El Alto, puesto que en el departamento existen decenas de confeccionistas dedicados a la creación de chompas y jeans. Micro, pequeñas y medianas industrias trabajan con nombres propios o de alguna marca conocida.
“La mano de obra es relativamente barata y ya se puede hablar de exportación a países limítrofes. No todos son legales, muchos de estos productos salen de contrabando y si formalizarían el trabajo el país ganaría mucho”, manifiesta Wille.
El cuero fue una de las cadenas productivas que se rompió. La ganadería se desplazó a Santa Cruz, Beni y Pando, las curtiembres emigraron a la capital oriental. Lo que queda en el valle es la fabricación de productos. “Macaws es una de las industrias más grandes en la exportación de productos acabados en cuero, como billeteras, carteras, cinturones y otras prendas”.
Aunque no se produce madera, la fabricación de muebles, puertas y pisos es parte del trabajo industrial de la región. “No tenemos bosques, pero hay una importante producción que confirma la vocación manufacturera”, expresa Goran Vranicic, presidente de la Cámara Departamental de Exportadores.
La transformación de materia prima en productos acabados propició la exportación de $us 96 millones el 2007. Sin embargo, la producción para mercados internos y externos se ha visto frenada.
Paradójicamente, pese a la ubicación estratégica de Cochabamba, uno de los obstáculos es la conexión vial que tiene al valle enclaustrado en cuanto al traslado de productos.
En época de lluvias, no sólo se registran inundaciones en las zonas de cultivo con daños a la producción y a la siembra, sino que además perjudica el cierre de vías por riadas y deslizamientos.
No obstante, el trabajo en el valle no cesa, a pesar de los obstáculos. A decir de los entrevistados, muchos de los productos han mejorado su calidad en los últimos 10 años y existe una gran variedad que compite con la producción de otros países, en mercados internos y externos.
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