domingo, 10 de mayo de 2015

El mercado para el comercio saludable

Los productos dirigidos al mercado LOHA (un término originado en Estados Unidos, que define un estilo de vida saludable y sostenible) se perfilan como la mejor oportunidad de exportación para Bolivia.
Así lo manifiesta Gilberto Hurtado, experto en competitividad estratégica, quien apunta que "el mercado LOHA es una tendencia que apareció hace al menos una década por la inquietud del mercado norteamericano preocupado por el nivel de obesidad en esa sociedad y por deterioro del medio ambiente”.
Ahora es cada vez más preocupante que la elaboración de productos deteriore el medio ambiente, y la gran tendencia agrícola en el mundo es cultivar grandes extensiones con fuertes inversiones en maquinaria, que permita hacer todo en economía de escala porque si no se hace de esta forma pareciera que los negocios no son rentables.
Sin embargo, frente a posturas como ésa, surgen mercados, sobre todo en China, Estados Unidos que buscan que se generen productos sin hacer daño a la naturaleza. En esa línea, muchos empresarios en el mundo se propusieron y proponen demostrar que es compatible ganar dinero elaborando alimentos saludables y sostenibles.
"Hace 10 años este mercado era muy pequeño, pero con las fuertes campañas por una alimentación y vida saludables y sostenibles se gatilló la demanda y se está logrando que la oferta tenga un impulso”, explica Hurtado.
Hay un grupo de mercado, de ingresos medios a altos, que cada vez va tomando más conciencia de cuidar su estilo de vida con conciencia medioambiental. En ese segmento los usuarios y clientes valoran estos aspectos "y están dispuestos a pagar por ello”, afirma el estratega.
La oportunidad precisa
Según un informe sobre desarrollo humano elaborado en 2007 por Naciones Unidas, titulado La otra frontera, "éste es un momento propicio para analizar las potencialidades de los usos alternativos de los recursos naturales en Bolivia”.

Los Andes tropicales son el epicentro de la mayor biodiversidad del hemisferio americano. Se estima que la zona andina alberga entre el 15 y el 17% de todas las especies de plantas vasculares del mundo en solamente 0,84% de la superficie terrestre total del planeta.
Gran parte del territorio boliviano está incluida en este espacio, lo que significa que Bolivia se encuentra entre los 15 países más biodiversos del mundo. El corredor de conservación Amboró-Madidi posee los más altos niveles de riqueza y endemismo de especies en el mundo.
Bolivia está entre los 11 países del mundo con mayor número de especies de plantas vasculares y también entre los 10 países más ricos en especies de aves. La superficie de bosques sobrepasa los 53 millones de hectáreas, lo que equivale al 48% del territorio nacional y al 10% de los bosques tropicales de Sudamérica. Esta riqueza forestal nos coloca como el sexto país del mundo con la mayor cantidad de bosques naturales tropicales.
"Bolivia tiene todas las características para hacer un plan estratégico nacional que apunte al nicho de mercado de los LOHAS”, sostiene Gilberto Hurtado.
En esa vía, por ejemplo, productos como la quinua y el amaranto se han posicionado de forma extraordinaria en el mercado mundial como alimentos de alto nivel al que acceden sobre todo aquellas personas interesadas en consumir lo mejor.
Pero también hay excelentes oportunidades para otros productos bolivianos, como la castaña -que es más conocida en el mundo como castaña de Brasil, ya que somos proveedores de materia prima para los empresarios de ese país-; la chía también se perfila de forma interesante.
Pero también hay otros recursos naturales poco conocidos que sin embargo tienen un gran potencial para posicionarse en el mercado mundial. En la Amazonia hay cinco tipos de palmera cuyos frutos contienen aceites de alta calidad; el asaí tiene una riqueza importante. La ajipa también tiene un interesante potencial por su valor nutritivo, aparte de un sabor sin igual.
La otra frontera menciona que "el tamaño de los mercados de comercio alternativo ha demostrado en la práctica un crecimiento acelerado. Aquellos que nacieron como nichos ahora se han transformado en mercados con volúmenes de transacción considerables. El valor del comercio orgánico a nivel mundial alcanzó el año 2006 a 40.000 millones de dólares, cuatro veces el tamaño de la economía boliviana registrado para ese año”.
La necesidad de apoyo
"Muchos emprendedores bolivianos están dando grandes señales en el crecimiento de la oferta de productos LOHA con miras al mercado extranjero, pero el problema con el que se enfrentan es que no existe información clara y suficiente para vender”, lamenta Hurtado.
La única instancia que brinda cierta información sobre la demanda de diferentes mercados es la Cámara de Exportadores de Bolivia. Empero ésta no es como la que los institutos estatales de otros países dotan; con datos de cantidad, calidad, precio y otros detalles que evitarían de manera enorme que los productores bolivianos sufran las consecuencias de las malas decisiones que toman a causa de la precaria información, pues llegan a los clientes con productos que en realidad éstos no necesitan.
"Los costos de acceder a esta información de mercados muchas veces impiden conocerlos bien para asentar un producto, lo que hace que el mercado de los LOHAS sea algo así como un tesoro escondido que muy pocos pueden descubrir, porque además hay un mercado que está esperando y está dispuesto a pagar muchísimo”, enfatiza Gilberto Hurtado.
¿Por qué no imaginar una economía boliviana con estándares ambientales y laborales internacionales para el año 2025? "Esto no significa dar la espalda al mundo, ni a los sectores, rubros y actores que ya tiene la economía boliviana. Significa, más bien, engrosar el árbol de la competitividad con nuevas especies de exportación: productos que pueden atraer el capital de inversión socialmente responsable que nunca llegó a Bolivia y los emprendimientos verdes y justos que nunca aterrizaron porque los estándares eran muy bajos”, se explica en La otra frontera.
Para Hurtado, el mundo desarrollado sabe que dentro de unos 10 a 20 años dependerá de los recursos naturales de países como Bolivia, algo que deberíamos aprovechar desde ahora.



Casos exitosos de inserción de productos

Entre los productos alternativos, que responden a una vida saludable y sostenible sobresalen tres características comunes en las experiencias exitosas. Primero, que su competitividad está basada más en la calidad del proceso de producción que en la calidad final de cada producto.
Productos de exportación, como la quinua, el café o el cuero de lagarto, requieren buena calidad para ingresar a los mercados internacionales, pero gran parte de su plus en precios viene de la calidad de los procesos: son productos que no usan insumos químicos, son sostenibles ambientalmente y no utilizan trabajo infantil, entre otras características.
Segundo, muchos productos tienen características de demanda que los hacen relativamente impermeables a los cambios de precios propios y de los sustitutos. Por eso pueden navegar mejor las subidas y bajadas del mercado internacional y, gracias a su amplio margen de rentabilidad económica, pueden elevar estándares laborales y ambientales que lo posicionan en mercados de mayor retorno económico.
Tercero, la mayor parte de los productos de la otra frontera tienen características de oferta que requieren cambios en el uso del suelo en el largo plazo. Esto significa mayor conservación del medioambiente y sostenibilidad en el uso del suelo. Juntos estos atributos describen una política de conservación.
Dos experiencias marcan éxito como marca son los productos Walisuma y las papillas de quinua y amaranto de Manqueri, una empresa que con pocos años de vida, exporta a nueve países.



"Este mercado era muy pequeño, pero campañas por una vida saludable y sostenible gatillaron la demanda”.
Gilberto Hurtado, experto en competitividad estratégica

"Es un momento propicio para analizar las potencialidades de los usos alternativos de los recursos naturales”.
Informe "La otra frontera”, de Naciones Unidas.

40.000
millones
de dólares
fue el valor del comercio orgánico a escala mundial en 2006.

53
millones
de hectáreas
es la superficie de bosques de Bolivia, el 10% de los de
Sudamérica.

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