La dependencia de la explotación y exportación de materias primas sin valor agregado de parte de Bolivia, entre 1999 y 2012, se ha acrecentado en un 30% más, haciendo del país más extractivista que nunca con 95,1% y ubicándose en el segundo lugar de los países sudamericanos, solo después de Venezuela (95,5%), según estudios del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB). Y dentro el contexto latinoamericano, según el investigador Pablo Villegas, esta situación es sencillamente "dramática". "Los datos no solamente para el país sino para el resto de Sudamérica nos muestran que la dependencia se ha agravado sin atenuantes y de manera preocupante", puntualizó.
Además, dicho estudio señala que contrariamente a las administraciones gubernamentales de hace diez año, catalogadas como neoliberales, los gobiernos progresistas que arribaron al poder en gran parte de los países latinoamericanos y en particular Bolivia, con el objetivo de cambiar la matriz de su economía, hoy se encuentran en situación agudamente extractivista. "Las exportaciones de Bolivia, Argentina, Brasil, Venezuela, Perú y Ecuador, entre otros, se concentran en pocos recursos naturales que al cabo del ciclo de precios elevados, cada uno de los países tendrá severos problemas económicos incluyendo la dependencia fiscal a los ingresos de los recursos exportados y el encarecimiento de bienes importados, lo cual es una condición típica de los países monoproductores de materias primas", señala el Cedib.
Aspectos de la reprimarización
Los países que más aumentaron su dependencia, cita el estudio del Cedib son Bolivia, Brasil, Colombia y Uruguay. En cambio los que mantienen el extractivismo por encima del 90% son Venezuela, Bolivia, Ecuador y Paraguay, unos con gobiernos progresistas y otros no, indistintamente.
Según Marco Gandarillas, director del Cedib y uno de los autores de dicho estudio, hace referencia a que actualmente como país explotamos más intensamente los recursos naturales, lo que conduce a un agotamiento y disminución acelerada de las reservas de dichos recursos.
Describe que el caso más visible es el gas. Esta intensificación de la explotación genera grandes problemas y de grandes impactos ambientales, sociales y políticos. "Nos referimos al aumento de la conflictividad social, a violaciones permanentes de derechos humanos y a una erosión de la democracia que se halla supedita al modelo económico. Eso pasó con la Ley Minera, aprobada el año pasado, los mineros (varios de ellos asambleístas nacionales) presionaron para aprobar una ley que es inconstitucional", precisó.
Para Villegas, luego de 10 años de cierta bonanza económica, ahora el país se ve en la encrucijada de cómo evitar menores ingresos económicos al país dada la caída de los precios del petróleo que incide en las exportaciones del gas, cuando la única alternativa parece ser el incremento de mayor producción y así generar exportación, así sea a menor precio.
"A pesar de que la mayor parte de los países sudamericanos son productores de hidrocarburos las importaciones han crecido grandemente. Se destaca Bolivia con un incremento de cerca del 40 mil por ciento al 2012 respecto al año 2002, pese a la "nacionalización", indicó.
Además señala que el único país que disminuyó sus importaciones fue Venezuela. Por otra parte, varios de estos países están con reservas muy reducidas. "A pesar de ello están empecinados en una carrera exportadora de crudo o gas natural sin procesar", dice.
En el análisis global. Según otros expertos, esta situación de reprimarización de la economía como efecto de la dependencia de las materias primas, no es exclusivamente boliviana, sino que engloba a todos los países sobre todo sudamericanos que desde hace muchos años se han quedado en la apertura de nuevas inversiones hacia nuevas tecnologías y la diversificación de su economía vía el proceso de industrialización permanente.
"En los últimos años se ha acentuado la reprimarización de la economía. En lugar de exportar productos acabados con valor agregado y de servicios, ha incrementado la exportación de productos primarios. Pero no solamente se da en los gobiernos progresistas, sino en toda la región. El problema no está en el lado político sino en la estructura económica", enfatiza Armando Méndez, economista y expresidente del Banco Central.
En ese contexto, Méndez reafirma que los países productores de materias primas no fueron capaces de ubicarse competitivamente en la globalización económica, indistintamente sean neoliberales y progresistas. "Significa que un país debe abrirse al mundo entero para atraer inversiones extranjeras en lo que se refiere a capital, tecnología para transformar el aparato productivo del país. El gran pecado de América Latina es no abrirse al mundo entero como lo hace Corea, Singapur, China", señaló.
En el caso de Bolivia, el economista Germán Molina puntualiza que el periodo actual del gobierno de Evo Morales es una etapa cíclica de buenos ingresos, donde el país tuvo una enorme oportunidad de diversificar su economía, abrir espacios hacia nuevas inversiones, volcar la matriz energética hacia industrialización y enfatizar la inversión privada bajo condiciones adecuadas. "En esta coyuntura, las políticas públicas aplicadas, en lugar de diversificar la economía acentuaron las restricciones de las exportaciones, control de precios y subsidio de los productos, el subsidio de los combustibles, apreciación cambiaria del boliviano, congelamiento del tipo de cambio nominal desde noviembre 2011 hasta la actualidad", describió.
Ese contexto sintetizado en una década denominada "bonanza económica", ahora con la caída de los precios internacionales del petróleo desnuda aún más la situación de dependencia y reprimarización de la economía.
El economista Boris Alfredo Luna afirma que esta situación no ha hecho otra cosa que mostrar una debilidad del gobierno. "El descenso del precio internacional del petróleo muestra debilidades en el Gobierno para enfrentar dicha crisis porque seguimos siendo una economía monoproductora que dependemos de la exportación de materias primas", sintetiza.
Aparente bonanza. Según Gandarillas la bonanza fue aparente, si observamos los precios de las materias primas en esta década estuvieron nominalmente altas, cuando en realidad no fue tanto. "Los precios de las materias primas tuvieron un incremento más bien modesto, con altibajos en función al contexto internacional. Lo que se incrementó de forma significativa fueron los ingresos del Estado, es decir a la población que representa más de 60% de los ingresos fiscales, por lo que es un mito que el Estado vive del gas. Y demuestra que, fuera del gas, los demás sectores exportadores contribuyeron muy poco a la "bonanza" fiscal aunque tuvieron cifras récord de exportaciones", señaló.
Además, en referencia a otros productos exportados señala que la soya, minerales y demás productos "no tradicionales" tuvieron grandes ingresos bajo un esquema fiscal que les eximió de contribuir con mayores impuestos. "Es más, se vieron favorecidos con todo tipo de subvenciones, como la que gozan en gran medida los productores de oleaginosas y los mineros del oro con el diesel", finalizó.