“Hoy la industria participa con el 16 por ciento del PIB, invierte en promedio 240 millones de dólares por año, contribuye con el 18 por ciento de las recaudaciones tributarias y genera más de 650 mil fuentes de empleo”, señala Siles.
Así, el director de la Escuela de Producción y Competitividad de la Universidad Católica, Gonzalo Chávez, señala que se debe avanzar en la industrialización para los recursos naturales, y que la industrialización de los mismos ya pasó a la historia.
Explicó que la industrialización de los recursos naturales es convertir los minerales en lingotes, mientras que la industrialización de los recursos naturales consiste en transformar y agregar otros componentes a estos, como un software.
La explicación lo realizó en el Foro de la Cámara Nacional de Industrias hace un par de semanas. Recordó en la ocasión que si bien las exportaciones de Bolivia crecieron en el tiempo, la diversificación se redujo, ya que se vende más gas y minerales.
Entretanto, Siles señala que en la gestión 2015, el crecimiento del sector industrial manufacturero descendió y se ubicó en torno al 4%, inferior al crecimiento registrado en 2014 que llegó al 4,2% y menor al crecimiento de 2013 que fue de 5,8%. La actividad industrial manufacturera ingresó a una fase de desaceleración.
El asesor de la CNI nombró a Johannes Dobinger de la Onudi, quien dijo que el Valor Agregado Manufacturero Boliviano respecto del PIB cayó de 19,5% en 1991 a 13,1% en 2013. Bolivia ocupa el último lugar en el Índice de Desempeño Industrial en Latinoamérica. La desindustrialización y la sustitución del “Hecho en Bolivia” por importaciones manufactureras son evidentes, agrega.
El descenso en el ritmo de actividad industrial manufacturera, en la actual coyuntura, es producto del incremento de los costos de producción, en particular del incremento de los costos laborales por efecto del segundo aguinaldo y del incremento salarial que restan competitividad a la industria nacional frente a las importaciones.
“La desaceleración industrial está impulsada también por la presencia masiva del contrabando de productos industriales y la gran informalidad que genera una competencia desigual y desleal con el sector formal manufacturero”, reflexionó.
A eso hay que sumar que el tipo de cambio fijo en Bolivia y la devaluación de las monedas en los países vecinos que actúan como incentivos para el contrabando, cuyo efecto es adverso para la industria nacional.
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