La menor participación de la industria manufacturera en la economía puede agravarse con el ingreso de la inversión estatal al sector y la pérdida de competitividad, lo que amenaza con generar un proceso de “desindustrialización” que afectaría a la generación de empleo digno.
“Considerando la expansión de la demanda en el mercado interno, el clima de negocios no es el ideal para la industria manufacturera y la generación del empleo de calidad. La economía está creciendo y el sector industrial también, pero a un ritmo menor, así que estamos perdiendo una oportunidad única”, dijo el presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), Mario Yaffar.
“Participamos con el 16% de todo lo que produce Bolivia, el mismo porcentaje de hace 30 años. Hoy, el comercio y las actividades inmobiliarias son las principales fuentes de crecimiento y empleo, así como el destino de la inversión. En términos relativos, estamos caminando hacia un proceso de desindustrialización”, advirtió.
“No hay un decaimiento. La gente tiene más dinero y está consumiendo más y eso es lo que está manteniendo el crecimiento del mercado interno, de la economía y de la industria”, replicó el viceministro de Producción Industrial, Camilo Morales.
“La importación es la que está cubriendo la demanda agregada”, afirmó por su parte el gerente de Análisis Económico de la CNI, Jorge Luis Ríos.
El control de precios en el mercado interno, los obstáculos para el financiamiento (como las garantías no convencionales), el aumento de los costos laborales (en 9 años, el salario mínimo subió en 227%), la escasa maquinaria y procesos de producción de alta tecnología, la falta de recursos humanos calificados y la baja productividad laboral le restan además competitividad al sector, explicó Yaffar.
Un estudio de la CEPAL da cuenta de que Bolivia tiene uno de los niveles más bajos de productividad laboral en América Latina y el Caribe: $us 6.300, cuando trabajadores de países como Bahamas (47.000), Chile (20.000), México (20.000) y Panamá (17.000) generan más valor.
Afectan también al sector la insuficiente infraestructura vial, los problemas en logística para el comercio exterior, la devaluación del tipo de cambio en los países vecinos, la dependencia de insumos importados, el contrabando y la “masiva” internación de productos manufacturados. El INE informó que, de 2005 a 2013, las compras del país aumentaron de $us 2.240 millones a 9.282 millones (314%). “Las importaciones han crecido cuatro veces más rápido que el sector industrial manufacturero”, indicó Yaffar.
Para el Gobierno, existen principalmente dos indicadores que avalan el crecimiento del sector: el Registro de Comercio y el PIB industrial. En el primer caso, la base empresarial activa creció en 522% desde 2005, con 122.995 empresas registradas en 2013, 84% de ellas unipersonales.
“No hay nuevas industrias (privadas). En consecuencia, lo que se está auspiciando es el autoempleo, un empleo sin calidad y de sobrevivencia”, aseguró el presidente de la CNI.
“La categoría unipersonal no necesariamente se relaciona con el tamaño del negocio. Hay empresas medianas de servicios categorizadas como unipersonales que impulsan el empleo y la mayor producción de la industria nacional”, dijo Morales.
Datos oficiales muestran que la industria manufacturera creció 4,7 y 5,8% en 2012 y 2013, respectivamente, porcentajes inferiores al 5,2 y 6,8% alcanzados por el PIB: “esto debido, principalmente, al persistente clima de incertidumbre para las inversiones de largo plazo, que son las que requiere la industria para ampliar la capacidad de producción”, según la CNI.
Política. Desde 2006, el modelo boliviano se ha caracterizado por la participación activa del Estado en la economía y el cambio del patrón primario exportador por un proceso industrializador y desarrollo productivo en áreas estratégicas. Esta política incluye la aprobación de normas como la Ley de Promoción de Inversiones y la Ley de la Empresa Pública.
Con estas leyes, “el Gobierno solo ha fortalecido al sector público y no así a los empresarios privados bolivianos. La sustitución de la producción industrial manufacturera ya no solo se da con importaciones, sino también con la inversión de la empresas públicas”, sostuvo Yaffar, al referirse a la creación de Lacteosbol, EBA, Cartonbol y Papelbol, entre otras, “que han ingresado a mercados en los que opera el industrial boliviano”.
En 2013, la industria manufacturera incidió en 1,08 puntos porcentuales (pp) en el crecimiento de la economía de Bolivia (6,8%), mientras que la participación de Petróleo Crudo y Gas Natural fue de 0,90 pp.
“No entramos a todos los sectores, sino a los que están en el marco del plan sectorial que hemos socializado con los empresarios privados explicándoles que estas empresas son las que se necesitan”. Además, “se les ha planteado la propuesta de realizar inversiones conjuntas. La puerta está abierta”, expresó el viceministro.
“Sin duda la coordinación público-privada es un tema pendiente y quizá uno de los aspectos que explica mejor el desalineamiento del crecimiento industrial con el del resto de la economía”, expresó Yaffar.
Rubros en desarrollo
En 2013, los rubros industriales que más crecieron fueron: la producción de cemento, alimentos y bebidas alcohólicas y no alcohólicas, medicamentos y textiles.
Opiniones
Camilo Morales ‘La gente tiene más dinero y consume más’
El Producto Interno Bruto industrial está creciendo, eso significa que el sector se está beneficiando de la liquidez que actualmente se tiene en el mercado interno. Además, con todas las políticas que está haciendo el Gobierno, la gente tiene más dinero y está consumiendo más. Eso es lo que está manteniendo el crecimiento del mercado interno y haciendo crecer toda la economía, inclusive a la industrial.
Mario Yaffar ‘El índice de participación está estancado’
Lo único que están haciendo este desarrollo económico y la mayor demanda interna es beneficiar a sectores como la construcción y servicios. Lo que finalmente debería haber sucedido —favorecer y fortalecer al sector productivo— no está sucediendo. El índice de participación se mantiene estancado en 16% en momentos en que el crecimiento debería haber justificado hasta 25%.