Son productos exclusivos, cuyos comercializadores se empeñan en que sean de buena calidad, porque "tienen un nombre que cuidar”.
Rafael Tapia tiene 37 años y hace más de cuatro que importa accesorios para celulares que llevan su marca. Viaja al menos dos veces al año a China para comprobar la calidad de los productos que llevan su nombre.
"Lo competitivo es que tengas productos de calidad. Si quieres una buena aceptación en el mercado debes traer buena mercadería: inviertes más, ganas menos, pero conservas a tu cliente. Todas las importadoras tenemos un nombre que cuidar”, afirma.
Lo mismo hace Egberto Tenorio, importador de telas, quien desde hace casi 20 años recorrió el continente asiático en busca de los mejores productos con precios accesibles para traerlos al país. Hoy importa desde China y Tailandia géneros con su marca: Waratex.
Cuenta que en los 90 sólo 10 comerciantes de telas viajaban a ese país, pero hoy van más de 1.000.
"China tiene esa facilidad porque sus fábricas hacen lo que tú quieras en un mes. Tienen la tecnología, la materia prima y la mano de obra. Llevas el modelo del producto para crear tu marca, con sus especificaciones. Se puede tener diseños exclusivos”, asegura este empresario que hizo crecer el negocio que sus padres iniciaron en los 70 "en un puesto” del Miamicito.
Tenorio asegura que el diseño de ítems con marca es un "avance” de los inversionistas "con más experiencia”, aquellos para los que viajar a China es "como ir a Santa Cruz”.
Pablo Paz, gerente general de IX Logistics, una empresa de servicios que organiza viajes de negocios a China, dice que los comerciantes también encargan productos con marcas "en blanco”.
"Uno de nuestros clientes trajo filtros de aceite ‘en blanco’ para vehículos y nosotros desarrollamos toda la marca, desde el diseño del logo hasta la caja”, dice.
Resalta que la creación de la marca depende del volumen de la compra: "En el caso de los filtros, el pedido era de 80 toneladas”.
Teresa Chin, representante de la Asociación de Comerciantes Chinos en La Paz, confirma que el volumen del producto que se encarga a la fábrica china es determinante para contar con un artículo exclusivo y con marca.
"Para que ellos (los proveedores chinos) sean como su fábrica (de los comerciantes bolivianos) sin que tengan que hacer una inversión deben hacer pedidos de gran cantidad y garantizar que se cumplirán en el año ”, explica.
Chin recalca que se trata de una práctica comercial legal y permitida, porque no se falsifica una marca, lo cual está prohibido por la Organización Mundial del Comercio, a la que China pertenece desde 2001.
Muchos comerciantes que llegaron a China en busca de una variedad de productos y bajos precios se relacionan directamente con los dueños de las fábricas.
Lo hacen mediante internet y otros medios tecnológicos. Sus proveedores les informan permanentemente sobre las novedades que producen.
Tenorio comenta que estos importadores son cada vez "más osados”: comenzaron a viajar a las ferias de Guangzhou y Shangái, guiados primero por empresarios asiáticos, luego por los llamados "traductores”, pero hoy resuelven solos sus negocios.
"Viajan a la fábrica solos porque conocen a los dueños. Realizan la transacción financiera para el adelanto y se quedan un mes para hacer el seguimiento a su mercadería. Hacen el despacho y el embarque desde los puertos chinos hasta Iquique y regresan a Bolivia”, precisa Tenorio.
Rafael Tapia explica que verificar la calidad de los productos adquiridos es fundamental, porque aún existen casos en los que "uno paga por productos de primera calidad y puede recibir otros, de segunda”.
Sofía Apaza, Willy Ávalos y Jhonny Villa son algunos de los que hacen negocios directos con sus pares de China.
Tenorio añade que los "más avezados” son los jóvenes, quienes, con tal de minimizar costos, son capaces de llegar incluso al contrabando, "porque no tienen nada que perder”.
"Al reducir sus costos, su margen de ganancia se incrementó tanto que terminaron destronándonos a los que llegamos primero a China”, revela.
Algunos importadores tienen a sus hijos en China
Algunos comerciantes decidieron prescindir de los intermediarios (empresas y "traductores”) y enviaron a sus hijos a estudiar a China, donde aprendieron el idioma y se quedaron para ser el nexo directo con esa meca del comercio.
"Algunos se casaron con asiáticos y desde allá dirigen con sus padres el negocio”, comenta Roberto M., quien viajó a China con el objetivo de quedarse en el país para trabajar como "traductor”.
No pudo lograrlo porque "no se acostumbró a la cultura”.
Los que se quedaron exploran otros países para identificar a los que presentan mayores ventajas para la importación.
Pero hay otros que se adelantaron. Egberto Tenorio es uno de ellos. Comenzó a viajar a Asia hace más de 15 años, primero a Corea, después a Japón y luego a China, donde, en 2010, sucedieron "algunos cambios”, como el incremento en los salarios y la reducción de las horas de trabajo (de 12 a 10 ), que subieron los precios de muchos productos.
Entonces, intentó regresar a Japón y Corea, pero no pudo porque los precios de las telas eran hasta un 100% más altos que en China. En su búsqueda encontró Tailandia y Egipto, donde "la mano de obra es barata y hay más calidad”. "Desde 2010 estamos con esa línea y mis competidores aún no pueden llegar ahí, es otro mundo por descubrir”, dice.
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