Yolanda Maquera pertenece al 90 por ciento de estudiantes de la Academia de Idiomas RGA, en su mayoría comerciantes, que están estudiando chino mandarín porque quieren hacer negocios en el país asiático. El otro 10 por ciento son jóvenes que desean conseguir becas en busca de un futuro mejor, según el director de la academia, Fernando Guzmán Aranda.
Los productos chinos abundan en Bolivia por ser más económicos. "Ahora todo traen desde la China, de allá llega ropa barata. Lo nacional sale más caro", dice Maquera al explicar su interés.
Gran parte de los comerciantes paceños viajan a China sin saber el idioma, por lo que deben esforzarse en conseguir traductores apropiados. Los vendedores que tienen experiencia tienen un traductor de confianza, cuya identidad mantienen en reserva por temor a que otros "se lo quiten" ofreciéndole más dinero.
Los propietarios de las galerías de la calle Tumusla consiguen traductores de inglés. "Es suficiente, porque allá todos saben inglés, pero son caritos, cuestan alrededor de 100 dólares por día, y si saben chino, inglés y español, son más caros aún", cuenta la comerciante. Pero, además, se corre el riesgo de que te engañen: "Como en todo, siempre van a sacar algún provecho".
China es el país que más invierte en Latinoamérica, con un nueve por ciento del total de los flujos de capital, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). En ese país está en vigencia un modelo socialista-capitalista y es el mayor comprador del mundo junto a Estados Unidos.
China se ha convertido en la nueva meca de los comerciantes bolivianos, debido a los bajos precios de sus productos que posibilitan buenos negocios.
EXPORTACIONES
De acuerdo al Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), las exportaciones a China registraron su mayor nivel en 2010 con un monto de 208 millones de dólares, mientras que las importaciones también marcaron un récord, con 536 millones. Bolivia ha comprado a China un total de 3.734 productos, siendo el principal rubro de importación las motocicletas, seguido de los insecticidas.
MÁS TESTIMONIOS
Bernalda Rocha vende adornos para confeccionar ropa desde hace 20 años en la calle Max Paredes y es estudiante de chino. Desde el 2005 viaja a China una vez al año para traer adornos, mostacillas y lentejuelas y afirma que siente una "necesidad imperiosa" de aprender el idioma para poder comunicarse.
"La China está a la vanguardia de la producción, de la mercancía y hay buenas oportunidades de comprar lo que buscamos", asevera Rocha, mientras recuerda su primera experiencia en esas tierras lejanas: "Fue toda una aventura, no tenía el dato de ningún traductor. Por suerte sabía algo de inglés; así sobreviví, haciendo un poco de mímica. Tuve que buscar un traductor con mucha dificultad, la Embajada de Chile me colaboró para buscar un joven que hablaba español", relata.
Cuenta que incluso había perdido el apetito por la tensión de no conseguir rápidamente un traductor, además de que la comida no era de su agrado. "En esos días había rebajado siete kilos, no me gustaba la comida y con el estrés de hacer las cosas de prisa no me daba hambre", recuerda.
Con la experiencia de su primer viaje decidió aprender palabras necesarias de chino: Números, colores, palabras claves para poderse manejarme en los negocios.
Rubén Quisbert, comerciante de ropa para mujer en la calle Tumusla, viaja a China desde el 2008: "Al año voy dos y hasta tres veces, dependiendo de las temporadas". Sin embargo, se lamenta por no conocer el idioma, ya que debe pagar a un traductor particular. "Me encantaría aprender chino, pero el chino es chino", afirma entre risas, agregando que en sus viajes ha aprendido lo más básico para comunicarse.
"Como hay tanta competencia en el mercado, es mejor traer uno mismo su mercancía, directamente desde la China, así puedo fabricar mi propio diseño, y tener un modelo exclusivo, para no tener competencia con otras tiendas", cuenta Quisbert.
IDIOMA
Los comerciantes aprenden chino en la academia de idiomas RGA. "En las noches y los sábados por la mañana tengo varios estudiantes que son comerciantes", señala la profesora Jia Chen.
El director de la academia viaja a China una vez al año con el fin de comprar libros para aprender chino en español. "Cada año voy tres meses becado por la Embajada, allá pasé clases de chino, ya tengo nociones de los tonos, del sistema de transcripción oficial del chino mandarín, y de los caracteres chinos. Si uno habla chino se te abren todas las puertas y el 99 por ciento está ya asegurado", indica Fernando Guzmán.
Cada año la Embajada de China otorga una beca a un alumno de este instituto: "Les pagan el pasaje, un curso de chino de tres meses, les dan viáticos, les hacen pasear por todo China, con el fin de hacer conocer su cultura y aprender su idioma, pero con el compromiso de volver a Bolivia", cuenta Guzmán. "La embajada quiere que la gente aprenda chino para que consuman sus productos y traigan más cosas de China".
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