Manaco, la industria de calzados más grande del país, implementa cinco medidas para mantener su liderazgo en un mercado al que cada vez llegan más zapatos importados y de contrabando. La producción de marcas extranjeras es parte de la estrategia.
La empresa, ubicada en la localidad de Tacata, en el municipio cochabambino de Quillacollo, invirtió en los últimos años en la compra de equipos (1) para mejorar su proceso de fabricación, lo que la ayudó a producir “más de 2,5 millones de pares de calzados al año”, dice el gerente de Marketing de Manufactura Nacional Cochabamba (Manaco), Daniel Ferrufino.
“Somos líderes en el sector formal, pero segundos en el mercado nacional” de zapatos; como primeros están los productos de contrabando y otros de bajo precio, sostiene.
La fábrica, que este 2017 cumple 77 años en el mercado, logró también mantenerse como la industria más grande de zapatos del país “importando” materia prima (2), diseños (3) y calzados (4). “La mayor inversión es en nuevos modelos y nuevas hormas, para darle al cliente el tipo de calzados que busca”, añade, evitando dar detalles sobre los recursos destinados a ese fin.
Plan. Otras inversiones son “para comprar suelas y modelos de temporada que hoy en día solo se consiguen afuera”, indica el ejecutivo, quien agrega que el personal de Manaco trabaja también en proyectos que cambien la estructura de los calzados.
Estas internaciones realizadas desde Brasil, Colombia y países de Asia ayudan a la empresa a satisfacer la demanda de sus clientes.
La estrategia de Manaco no solo incluye la importación de lo último de marcas internacionales como Marie Claire, sino también la producción en el país de algunos modelos de otras extranjeras (5) como Bubble Gummers y Weinbrenner. “Dependiendo de los volúmenes, estas marcas pueden producirse aquí. Si es poco, no podemos fabricarlos por los costos. El calzado sería más caro y por eso lo importamos”, manifiesta Ferrufino.
La industria nacional cuenta también con marcas propias como Teener y Power, que son 100% cuero y están dirigidas al segmento estudiantil, y la tradicional Manaco, durable, de alta calidad y a precios accesibles.
Esta variedad no solo se encuentra en las tiendas Bata y Manaco, también llega a oficinas y hogares mediante el catálogo Aquarella. “Es para el oficinista que sabe de moda y tendencias, el que espera que le lleven la tienda a su lugar de trabajo, porque posiblemente no tiene tiempo para ir” hasta los comercios, explica el ejecutivo.
Cada año, la empresa produce zapatos por un valor superior a los Bs 140 millones y vende en el mercado local unos 200.000 pares. Sus exportaciones llegan a Ecuador, Perú, Chile, Colombia, México y, en el futuro próximo, a otros mercados a los que se pretende incursionar. Los calzados que más produce la empresa son los escolares y los industriales, así como las botas para dotación que solicitan a través de licitaciones la Policía o las Fuerzas Armadas, detalla Ferrufino.
Este último año, Manaco se esfuerza por incrementar su producción, debido a las nuevas normas aprobadas en el país, que complican las importaciones y cada vez protegen más lo hecho en Bolivia, dice Ferrufino.
Importación de calzados
Crecimiento
El valor de las importaciones de calzados se incrementó en 555% en una década, pasando de $us 20 millones en 2006 a 131 millones en 2015. Los mayores proveedores son China (47%) y Brasil (37%), según datos del INE y del IBCE.
La empresa mantiene su garantía de tres meses
Manaco es uno de los pocos fabricantes de calzados del país, si no el único, que otorga a sus clientes una “garantía de calidad” por los productos ofertados en sus tiendas en el país.
“Dependiendo del problema, se arregla el zapato o se cambia el mismo, lo cual no ocurre en el mercado informal”, afirma Daniel Ferrufino, gerente de Marketing de la empresa cochabambina.
Muchos clientes de esta industria conocen de esta garantía de tres meses, pero otros tantos ignoran su existencia. Según Ferrufino, cada agencia de la empresa tiene un protocolo de atención para atender estas solicitudes.
En la tienda central de Bata, ubicada en la plaza 14 de Septiembre (Cochabamba), explican que el primer requisito es tener la factura de compra.
Una vez devuelto, el producto es enviado a la fábrica, donde hay “una persona encargada de verificar si el zapato se dañó por descuido del cliente o por una falla de fábrica”, indica una de las vendedoras, quien asegura que este tipo de problemas se presentan “muy raras veces”. El cliente debe volver en una semana. Si el desperfecto se produjo por una falla en la producción, se cambia el calzado por uno igual o si el usuario lo prefiere por otro modelo, pagando —si la hay— la diferencia del precio.
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