Según las referencias que sobre el particular tiene el Instituto Nacional de Estadísticas INE, resulta que el 88% de nuestras ventas a la China fueron los minerales, el resto corresponde a cueros y pieles curtidas y un cierto tipo de madera, pero considerados estos productos como simple materia prima, aspecto avalado también por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (Ibce).
La monumental diferencia del intercambio comercial, según el INE, establece que desde Bolivia exportamos 48 productos, la mayoría minerales, pero importamos del país asiático 4 mil 11 productos, esto significa que por cada producto que le vendemos a China, ese país introduce al nuestro 83.
El recuento de exportaciones bolivianas de la gestión pasada, destaca la venta de minerales de plata y sus concentrados en un 33%, luego se menciona el estaño como concentrado sin aleación, que representa el 24%; luego están los concentrados de zinc con 16% y recién se toma en cuenta el estaño y concentrados con 7%. No se hace referencia al volumen de las ventas al coloso asiático de los lingotes de estaño con el sello Enaf.
Cuando se hace el balance entre las ventas nuestras y las importaciones que efectuamos las cifras chinas cuadruplican a las nuestras y naturalmente no hay una opción válida –por el momento– para tratar de minimizar tal diferencia en tanto no entren en el juego de nuestras exportaciones, dos elementos muy importantes: El litio de nuestros salares y el hierro del Mutún.
Lo que nosotros le compramos a China, son especialmente vehículos de todo tipo desde automóviles a camiones, motocicletas, gran cantidad de celulares y computadoras, además de cierta línea de equipos industriales, algunos para la actividad minera.
El balance crítico que se hace sobre este intercambio comercial, apunta un monto de 5 mil 464 millones de $us en una década entre 2003 al 2013, en tanto que nuestras ventas a la China en el mismo periodo apenas fueron de mil 550 millones, con una diferencia numérica negativa de casi 4 mil millones de $us.
El asunto está claro, no hay que pensar en equilibrar semejante desfase, pero mínimamente la política nacional debe incidir en alcanzar el proceso de la industrialización de nuestras materias primas, de modo que con valor agregado mejoren los niveles de utilidad que logremos al exportar no sólo materias primas, sino materiales básicos para la industria asiática.
El paso futuro, porque hay que ir por etapas tendrá que ser el uso de nuestra materia prima para ofertar productos elaborados y terminados en Bolivia. Lo importante es que se definan las políticas para alcanzar los objetivos deseados.
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