Esta cifra, que solo representa el 0,9% del total de las empresas en el país, se debe, según explicación de Ibnorca y de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), a que la solicitud para obtener una certificación ‘es voluntaria’. Cada año Ibnorca certifica enrte 10 a 20 nuevas empresas.
En el ranquin de los sectores que tienen mayor cantidad de certificaciones, se destacan el de transporte (principalmente despachantes de aduanas), hidrocarburos, construcción, alimentos y bebidas, salud y entidades públicas y entre los que menos certificaciones tienen están textiles, hotelería y minería.
Daniel Sánchez, presidente de la CEPB, dijo que la cifra es mínima debido a que las empresas desconocen las ventajas que pueden recibir al tener sus procesos certificados y que, solo las que requieren relacionarse con otras firmas la tramitan.
Por su parte, Jaime Ponce, presidente de los empresarios de Cochabamba, justificó la cifra reducida porque el consumidor en el país, no exige calidad y porque se privilegia más al contrabando que al sector formal.
Sin embargo, la certificación de calidad puede incidir en ventajas medibles: el incremento de sus ventas, en algunos casos, hasta el 60%, la estandarización de sus procesos que le permiten abrir otros mercados y, sobre todo, mejorar los intangibles, como el prestigio de la compañía frente a sus clientes, proveedores e incluso la competencia. Así lo confirmaron los representantes de al menos 10 empresas de diferentes áreas consultadas por Dinero y analistas del sector.
“Los sistemas de calidad producen costos que la empresa debe considerarlos ya que, no tenerlos les puede significar un motivo de exclusión en mercados exigentes como el europeo”, aseveró, Wilfredo Rojo, presidente de la Cámara de Exportadores de Santa Cruz (Cadex).
José Porcile, oficial de asuntos económicos de la Cepal, afirmó que durante el proceso de certificación hay un impacto no solo en la calidad sino también en la productividad de la empresa y en la eficiencia de sus procesos.
Según información de Ibnorca, hasta septiembre el 90% de las 196 compañías cuenta con la norma ISO 9001 que evalúa los sistemas de gestión de calidad; el 4% optó por la ISO 14001, que estandariza la gestión ambiental; un 3% por la OHSAS 18001, que certifica los sistemas de salud y seguridad laboral y el restante implementó normas como la ISO 22000 de inocuidad en los alimentos; entre otras.
Sin embargo, en el catálogo de Ibnorca existen más de 2.722 normas registradas en más de 100 sectores tan diversos como la NB 329006 para la higiene en la elaboración de la salteña, NB 2602 de gestión de calidad de símbolos, laboratorios, aceites y grasas, artesanías, entre otros. Cada semestre se añaden alrededor de cinco nuevas normas.
El sello de certificación tiene una duración de tres años, la renovación puede costarle a una compañía, dependiendo del alcance, entre $us 2.000 a más de $us 8.000 y la auditoría que realiza Ibnorca demora menos de 90 días. Así lo confirmaron Rodrigo Jemio, responsable de certificación, y Viktor de los Heros, presidente de Ibnorca, la entidad comisionada desde 1993 para esta tarea y representante en Bolivia de la Organización Internacional para la Estandarización (ISO).
“Nosotros no podemos imponer normas. Las normas vienen de acuerdo con la necesidad del mercado, del Gobierno y de las empresas”, aseguró.
Obligación vs. compromiso
La fábrica de galletas Fagal tramitó las certificaciones ISO 9001 y otra de inocuidad otorgada por el Instituto Argentino IRAM, pese a que para la venta, el mercado aún no lo exigía. Sin embargo, al poco tiempo, esta acción le posibilitó que Nestlé se interese en la firma y la compre, según explicaron desde Ibnorca. Para la Uagrm Business School, el contar con la ISO 9001 desde 2009 le significó un crecimiento de un 70% en el número de los estudiantes y mejoró su prestigio, lo cual repercute en sus ingresos. Mantener la certificación les significa entre 2.000 y 5.000 dólares al año.
Rodrigo Quintana, subgerente de medioambiente de Gas Trans Boliviano (GTB), explicó que cuentan con tres certificaciones desde 2003 que les permiten gestionar eficientemente sus operaciones, principalmente medioambientales, y mantener estándares con intangibles que cuentan a la hora de evaluar contrataciones.
La petrolera Repsol Bolivia tiene cinco certificaciones que son auditadas periódicamente e implementarlas les ayudó a identificar los riesgos, las formas de control y mitigación y añadir valor a la compañía
No hay comentarios.:
Publicar un comentario