Humor y emoción
“En Bolivia se han usado casi todos los estilos. A mi entender, al igual que en muchos lugares, los recursos más recordables y notables son los del humor y la emoción”, expresó el consultor de márquetin Pedro Cabrera, que añadió que siempre se ha sorprendido por la fijación local (ocurre más en Santa Cruz) por el cuerpo femenino en las campañas publicitarias, sobre todo en las promociones de bebidas alcohólicas, siendo que en el resto del mundo las compañías de ese sector apuestan más por las campañas grandes y efectivas y nunca usan como protagonista a una mujer insinuante.
Cabrera señaló que quizá donde más se aplaza la publicidad nacional es en el tema de actores y actrices. En algunas ocasiones la idea publicitaria es muy buena, pero la actuación de los personajes la destruye.
Además, como no hay buenos actores y actrices publicitarias, terminan siendo siempre los mismos protagonistas en diferentes spots de numerosas empresas, lo cual definitivamente afecta la credibilidad de la comunicación final, ya que una persona sale en todas partes.
“Hay buenas ideas, pero no tan buena producción, esto debido a Bolivia es el menor mercado publicitario de Sudamérica y si el mercado es pequeño, las agencias de publicidad son pequeñas”, dijo Cabrera.
Para la directora creativa de la agencia de publicidad Arzabe&Jire, Rosario Arzabe, lo que puede haber fracasado, son que las campañas que no responden a un análisis previo, que no conocen la realidad del mercado y están lejos de sustentarse en una estrategia creativa. Los spots resultan ser simples imitaciones de anuncios foráneos que no solo pierden identidad y empatía con el grupo objetivo, sino que las piezas quedan forzadas.
“Recién escuché la voz en off de un comercial con una narración ‘a lo gaucho’, que cuesta mucho entender. El locutor boliviano, por lo general tiene un tipo de narración más pausada y menos coloquial o espontánea”, señalo Arzabe, que explicó que otro tipo de publicidad forzada es aquella que incorpora elementos gigantes como unos engranajes rodando por la ciudad y una serie de efectos mal manejados, que no comunica los beneficios del servicio o producto que se oferta
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