La desolación de esta instalación en Villa Tunari, en el Chapare, refleja el impacto casi nulo que tuvo una iniciativa del presidente Morales que busca reivindicar el derecho de los bolivianos a darle a un producto tradicional el uso que les parezca.
Las dos plantas que ha financiado Morales para darle a la hoja usos múltiples no están produciendo alimentos en la actualidad. Tuvieron actividad en forma esporádica y sus ventas no fueron alentadoras.
La falta de resultados obedece en parte a problemas de financiamiento y de mala administración, pero también al sorpresivo desinterés que han mostrado los bolivianos en el consume de productos derivados de la coca, ya sea por su amargo sabor, la falta de costumbre o porque no ha habido una producción continua.
"Hay dificultades para que productos de la coca se mantengan en el mercado", declaró Javier Valda, director de una oficina del Gobierno encargada de apoyar organizaciones económicas indígenas. "No hay difusión y promoción masiva. La gente no acepta fácilmente productos ecológicos y prefiere la hamburguesa, el café".
"Lamentablemente el público no está acostumbrando a los productos hechos a base de coca", admitió el viceministro de la coca Dionisio Núñez.
Si bien condena la producción y consumo de cocaína, Morales quiere reivindicar el papel de la coca en la cultura boliviana y prometió a los cocaleros instalar dos plantas para trasformar la coca en alimentos, infusiones, ungüentos, golosinas, pasteles y jarabes, entre otros productos.
Ebococa fue una de ellas. Ocupa un predio de 2500 metros cuadrados y fue entregada al sindicato de sembradores de coca con un costo total de unos 2 millones de dólares, de los cuales Venezuela aportó 900.000, según dijo a la AP Eliseo Zeballos, dirigente cocalero que está a cargo del proyecto.
"Nos hace falta más financiamiento, tener gente especializada y una empresa que administre mejor", agregó Zeballos.
La empresa a la que los cocaleros encargaron la administración de la fábrica solo invirtió 30.000 dólares y apenas produjo unos "chizitos" de coca. Se le dice así a unos bocadillos típicos a base de maíz y polvo de queso a los que se les agregó coca.
Entre 2011 y 2012 se produjeron un millón de bolsas de chizitos de coca, unos 150 panettones y licores, informó a la AP el ingeniero Edgar Torrico, quien se encargaba de la planta.
Pero los chizitos solo fueron fabricados para el desayuno escolar de 30,000 niños de cuatro municipios del Chapare.
"La verdad primero eran duros, se sentía un poco fuerte la coca, pero poco después fueron mejorando y se hicieron más ricos", dijo Mario Justiniano, de 12 años, quién probó el chizito con sabor a queso. "No sirve ponerle mucha coca", indicó Zeballos.
Morales financió también una fábrica de mates de coca con endulzante en La Paz, con una inversión de 489.813 dólares, que todavía no está funcionando.
El mandatario boliviano saltó a la política en los años 80 como abanderado la defensa del derecho a cultivar la coca, que crece en las pendientes andinas y en su estado natural es un estimulante suave.
Desde el tiempo de los incas los indígenas y sectores populares de la población mastican la hoja seca para disipar el cansancio y el hambre cuando van a trabajar largas jornadas. En Perú, Colombia y el norte argentino también lo hacen.
En Bolivia los indígenas le dan además ciertos usos medicinales y le atribuyen propiedades adivinatorias e incluyen a la coca en las ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra). La infusión de coca es muy efectiva contra el mal de montaña y el malestar estomacal.
Un estudio de 1975 de la Universidad de Harvard indicó que la hoja de coca tiene alto valor nutritivo y es rica en calcio, hierro y vitaminas A, B2 y E. Pero agregó que contiene "alcaloides tóxicos" que podrían "anular su valor nutritivo".
Los organismos que luchan contra el tráfico ilegal de drogas en Estados Unidos afirman que la mayor parte de la coca que cultiva Bolivia es usada para producir cocaína y que los traficantes colombianos están usando a ese país para procesar pasta de coca importada desde Perú.
Morales tuvo un triunfo diplomático este año al lograr que su país sea readmitido en la Convención sobre Estupefacientes de 1961 con un alegato en favor del masticado de coca, prohibido en ese tratado y su deseo de industrializarla creció.
El presidente pidió a la cancillería a boliviana que busquen que mediante la Alternativa Bolivariana para Nuestra América Latina (ALBA) se logren acuerdos de exportación de mate de coca.
"He visto mate de coca en Ecuador, en Venezuela. Está llegando a Sudáfrica desde el Perú", señaló Morales.
Perú, el segundo país productor de coca con 61.200 hectáreas, tiene una industria más desarrollada con mates de coca y las mezclas con otras platas a través de Empresa Nacional de la Coca (ENACO). Bolivia es el tercer productor de coca.
La iniciativa privada también intentó incursionar en el mercado de productos derivados de la coca.
Hace un par de años, Coca Brynco y Coca Colla se perfilaban como una interesante alternativa en un mercado de gaseosas que consume cerca de 60 litros per cápita al año, pero ambas tuvieron una vida útil muy corta por falta de ventas, según dijeron sus promotores a la AP.
Coca Brynco apareció en enero de 2011 en momentos en que Morales reclamaba a la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de las Naciones Unidas la despenalización del masticado de coca, aduciendo que era unan costumbre ancestral de los indígenas andinos. Llegó a decirles a los miembros de la organización que consuman la hoja seca para mejorar la inteligencia.
Yhony Vargas, dueño de una pequeña fábrica de gaseosas, apareció en las marchas de cocaleros en defensa de la coca para promocionar y regalar Coca Brynco. Un día hizo que Morales tomara la bebida frente a las cámaras de televisión y la elogiara.
La primera partida fue de 35.000 botellas de medio litro que se fue en promociones y regalos. Una segunda partida por una cantidad menor tuvo "muy poco venta" y optó por paralizar la fabricación.
"El mercado es muy duro y no he tenido la ayuda del gobierno, que prefiere la publicidad política antes que apoyar efectivamente a los productores", dijo.
Vargas invirtió medio millón de dólares en otra embotelladora en la ciudad oriental de Santa Cruz que está paralizada. Dijo que la "falta de hábito para consumir derivados de la coca, el escaso apoyo a los emprendimientos de pequeños empresarios y la burocracia desalentaron el negocio".
Otro pequeño empresario, Víctor Ledezma, lanzó en 2010 Coca Colla con una inversión de 250.000 dólares en una planta de 15 obreros en Santa Cruz. Hace siete meses que paralizó la producción por falta de ventas y trámites burocráticos.
"Al principio no era muy aceptada por su sabor un poco amargo, pero estoy mejorando la fórmula y pienso volver al mercado", dijo a la AP.
Heidy Quisbert lleva nueve años elaborando pasteles y su especialidad son los de coca, pero los hace a pedido porque la demanda no es significativa. Utiliza esencia de coca preparada por ella misma y su experiencia es que no debe exceder el 5 por ciento del total de ingredientes para evitar el "ligero sabor amargo y picante" característico de la hoja.
Quisbert trabaja en una casa alquilada pero el servicio sanitario le ha pedido que instale una planta más grande para garantizarle el permiso. La mujer no encontró apoyo para acceder a un crédito del gobierno.
Hansa es la empresa más conocida en la producción de tés y mate de coca, y produce hace 39 años con la marca Windsor. De las 480 toneladas infusiones que produce al año, 40 toneladas son de coca, dijo Justo Ayala jefe de la Unidad Económica.
Hace cinco años la compaña comenzó a exportar sus mates de coca sin alcaloide. "Antes los pedidos eran esporádicos pero ahora son más continuos desde que el presidente Morales habló de la coca en la Convención de Viena", dijo Ayala. Reciben pedidos de Estados Unidos y España.
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