— ¿Cómo están las relaciones entre Bolivia y Corea?
— Corea y Bolivia vienen desarrollando continuamente lazos de amistad y cooperación desde el establecimiento de sus relaciones diplomáticas en 1965. Por la crisis económica de 1997, la Embajada de Corea fue temporalmente cerrada, reabriéndose en 2008. Además, en 2010 se abrió una oficina de la Cooperación Internacional de Corea (Koica) en La Paz para apoyar algunos proyectos. En 2011, el Banco de Importación y Exportación de Corea (Eximbank) abrió sus oficinas y a fines de ese mismo año se inauguró el Centro de Cooperación Internacional de Agricultura de Corea (Kopia) en Cochabamba, que consolidó más la colaboración entre ambos países en esa actividad.
— ¿Cuál es su evaluación de los avances de la etapa de exploración del yacimiento de cobre en la población paceña de Corocoro, a cargo de Kores?
— El proyecto de Corocoro es parte de la cooperación comercial entre la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) y el consorcio Korea Resources Corporation (Kores). En octubre de 2011, el consorcio coreano concluyó la etapa de exploración —iniciada en octubre de 2009— y confirmó el hallazgo de un gigantesco yacimiento— de cerca de 100 millones de toneladas— de cobre en Corocoro. Con base en esos datos, Kores pidió a una firma internacional especializada analizar los resultados de dichos estudios. En la fase de exploración, la firma coreana hasta ahora invirtió $us 10 millones. Si los resultados confirman que hay una gran cantidad de reservas del mineral, el consorcio coreano va a invertir $us 200 millones para el proceso de explotación de cobre.
— ¿Podría incrementarse ese monto para dicha fase?
— Si existen buenas reservas, claro que Kores invertirá más.
— ¿Qué importancia tiene para su país este proyecto?
— El proyecto de Corocoro es uno de los primeros de cooperación entre Corea y Bolivia. El proyecto es muy simbólico, porque ambos países casi no teníamos proyectos comerciales reales. Por ello, los empresarios coreanos tienen mucho interés en Bolivia y, si tenemos éxito, se generará más interés del sector.
— ¿Qué opinan Kores y firmas coreanas sobre la decisión del Gobierno boliviano de nacionalizar varias empresas?
— Existe preocupación y eso es muy natural. Recientemente las nacionalizaciones de la mina estañífera de Colquiri (La Paz), el yacimiento de Mallku Khota (de plata, indio y galio), como también la cooperación para la explotación de hierro en el Mutún, que fue un fracaso, no son buenas noticias para los empresarios coreanos. Pero, creo que entre Comibol y el consorcio coreano existe un mejor ambiente para mantener la cooperación comercial. Además, los empresarios coreanos también esperan (la aprobación de) las leyes de Inversiones, de Minería y de Hidrocarburos, que son las más importantes. Sí hay preocupación, pero a pesar de ello en los últimos años las relaciones entre ambos países se han fortalecido mucho. Por ello, los empresarios también expresaron su interés en Bolivia y su intención de cooperación.
— Dichas leyes están siendo elaboradas por el Gobierno boliviano. ¿Qué características deberían tener?
— El contenido de las tres leyes depende totalmente del Gobierno boliviano y es un asunto soberano. Nosotros respetamos eso. Sin embargo, esperamos mejores condiciones para que trabajen los empresarios extranjeros, ésta es nuestra esperanza. Cuando las condiciones no son buenas o son demasiado estrictas y hay muchos obstáculos, naturalmente los empresarios extranjeros no vendrán. Empero, si existe un equilibrio de intereses entre el Gobierno boliviano y los empresarios extranjeros, se atraerán más inversiones externas. Esas leyes son muy importantes y esperamos que lo más pronto posible el Gobierno boliviano las finalice, ésa es nuestra esperanza.
— En ese contexto, ¿qué otras empresas coreanas tienen intención de invertir en Bolivia?
— En el tema de inversiones, el proyecto de Corocoro es un proyecto de referencia como el otro proyecto que existe para la instalación de una planta piloto de investigación de materiales de cátodo de litio en el salar de Uyuni (Potosí). Sobre otros proyectos, todavía no se concretó nada. Antes, los empresarios surcoreanos no conocían Bolivia. A partir de 2008 empezó a aumentar el interés. Esto se debe a que no había intercambios personales y tampoco los empresarios bolivianos visitaban mi país. Por ello, mi trabajo es generar más interés y promover el intercambio personal.
— ¿Cuáles son los avances en el proyecto del litio?
— El gobierno del presidente Evo Morales tiene mucho interés en avanzar en la industrialización de baterías de litio. En julio, se suscribió un acuerdo entre Comibol y el consorcio surcoreano Kores-Posco para el establecimiento de la planta piloto para la producción de cátodos, que es uno de los elementos más importantes para la producción de baterías de litio. Para esto hay cuatro elementos de industrialización importantes: cátodos de litio, ánodos, electrolitos y separadores. A través de esta planta se hará una serie de investigaciones y, si los resultados son positivos, se firmará otro contrato para la producción industrial. Para la instalación de la planta, Bolivia y Corea de forma conjunta invertirán $us 2,4 millones.
— ¿Qué desafíos hay para la implementación de la planta?
— Corea es un país de producción de coches. Sólo la compañía Hyundai Motor produce 8 millones de vehículos anualmente. En este momento, las fábricas de Samsung y LG están produciendo baterías de litio, en el futuro habrá coches eléctricos y naturalmente las empresas coreanas necesitarán más baterías de litio. Entonces, todas las firmas que quieran producir coches eléctricos estarán interesadas en adquirir baterías de litio. Ese es un proyecto a futuro, pero será necesario preparar.
— Según la experiencia de su país, ¿cómo beneficiaría al sector agrícola de Bolivia la instalación de la planta de urea y amoniaco para alcanzar la soberanía alimentaria?
— En el proyecto de amoniaco y urea, la empresa surcoreana Samsung Engineering por primera vez participa en un proyecto boliviano. Estoy seguro de que este proyecto se cumplirá satisfactoriamente. Después de la construcción de la planta, hay dos ventajas que se pueden aprovechar. Una es la exportación del fertilizantes a los países vecinos y otros. Corea puede ofrecer barcos para transportar el producto. También con la oferta de fertilizante se incrementará la productividad agrícola. Actualmente, el Gobierno boliviano está aplicando una política se soberanía alimentaria para mejorar los ingresos de los campesinos, incrementar el PIB (Producto Interno Bruto) per cápita y mejorar la calidad de vida de los bolivianos. En ese marco, deseo compartir las experiencias que han surgido en mi país, que en menos de 10 años logró garantizar la soberanía alimentaria. A principios de 1960, el 58,3% de la población coreana habitaba en el área rural y padecía de pobreza y hambruna. En ese momento el Gobierno implementa varias estrategias.
— ¿Cuáles son las estrategias que aplicaron en su país?
— El Gobierno de Corea mejoró las semillas y aumentó la producción de las ramas de arroz de 90 a 130 granos, eliminando las bacterias de esas semillas. Lo segundo fue efectuar la producción de fertilizantes y la construcción de represas. Corea instaló en 1970 cinco plantas de fertilizantes similares a la planta de urea y amoniaco que se instalará en Cochabamba. Luego, se mejoró la tecnología del cultivo agrícola y se realizó la introducción de maquinaria. Además, se cambió la mentalidad de los campesinos y se mejoró su eficiencia y motivación.
— ¿Se podría aplicar la misma experiencia en Bolivia?
— De forma similar en Bolivia, es necesario estudiar las enfermedades que afectan a las semillas. Por ejemplo, en Bolivia es muy baja la productividad de la papa. Por hectárea, la producción es de cinco toneladas por hectárea y de Corea es de 30 toneladas. Entonces, un experto de nuestro país tiene el plan de triplicar la producción de papa, para ello se debe eliminar la bacteria wilt de la papa que perjudica su producción. La Fundación Proimpa de Bolivia y Kopia investigarán la enfermedad con un fondo otorgado por el Gobierno coreano y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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