Gustavo Adler y Sebastian Sosa se hacen esa pregunta y la responden en un artículo publicado en el blog del Fondo Monetario Internacional sobre temas económicos de América Latina (http://blog-dialogoafondo.org/).
Adler es economista de la División de Estudios Regionales del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI y Sosa es economista del FMI desde 2006 y se desempeña en la División de Estudios Regionales del Departamento del Hemisferio Occidental, trabajando en temas macroeconómicos de América Latina; previamente trabajó con los equipos de Bolivia, Uruguay y Líbano.
En el artículo señalan que las políticas importan. “La historia de episodios de desplome de términos de intercambio en los últimos 40 años nos indica que estos shocks de precios pueden tener un impacto considerable en la región, y pueden ser aún más importantes que otros shocks externos. Pero su magnitud no logra explicar plenamente el desempeño económico de distintos países durante los episodios de shocks de precios. En cambio, las políticas aplicadas durante los años de auge tienen un papel determinante”.
En su estudio encontraron que “los países que se comportan con más prudencia durante la fase de auge —evitando el deterioro de la posición fiscal y la posición externa subyacentes— logran un mejor desempeño durante la caída”.
Asimismo, señalan que “la flexibilidad del tipo de cambio es un poderoso mecanismo de absorción de shocks, aunque con un efecto menor en las economías altamente dolarizadas”.
Los “países con fundamentos económicos sólidos y un mayor grado de integración financiera con el resto del mundo también puede contribuir a amortiguar los shocks, ayudando a mantener el financiamiento externo”.
Los economistas manifiestan que para preservar los actuales logros obtenidos en América Latina “es necesario adoptar, mientras persistan estas condiciones favorables, un conjunto adecuado de políticas que permita prepararse para hacer frente a un posible shock. Esto es especialmente importante en el caso de los exportadores de energía y metales, que son especialmente vulnerables a una desaceleración mundial”.
Opinan en base a los resultados de la última edición del informe del FMI Perspectivas económicas: Las Américas, que examina la dependencia de las materias primas en América Latina desde una perspectiva histórica.
En su estudio también analizan el efecto de un fuerte desplome de los precios de las materias primas en las economías de mercados emergentes. “La importancia económica de las exportaciones de materias primas puede evaluarse viendo su tamaño en proporción del PIB (dependencia de materias primas), así como en relación con las exportaciones totales de bienes y servicios (diversificación de las exportaciones)”.
Frente a estas relaciones, aclaran que existen diferencias notables entre los países de la región.
“América del Sur depende hoy de las materias primas tanto (o más ) que 40 años atrás, siendo las exportaciones de bienes básicos aproximadamente 10% del PIB en 2010”. “Al mismo tiempo, América Latina en su conjunto es hoy más diversificada, dado que las exportaciones no relacionadas con las materias primas han crecido más rápidamente que las exportaciones de materias primas en las últimas cuatro décadas, especialmente en México y América Central”.
Energía y metales, muy variables
En el estudio, los economistas Adler y Sosa aclaran que “los precios de muchas materias primas han evolucionado de manera parecida durante el último ciclo, pero la magnitud de sus auges y su sensibilidad al producto mundial han variado de una categoría a otra”.
Detallan que “los precios de la energía y los metales se han triplicado desde 2003, y actualmente se encuentran en torno a los máximos históricos de la década de 1970. Sin embargo, estos precios son muy sensibles al producto mundial, como se observó durante la crisis de 2008–09 y todas las recesiones anteriores (la única excepción fueron los shocks del petróleo de la década de 1970).
Indican que los países exportadores de energía (Colombia, Ecuador y Venezuela) y metales pesados (Chile y Perú) experimentaron una mayor dependencia de las materias primas y una diversificación escasa o nula de las exportaciones, “por lo que hoy son especialmente vulnerables a un desplome de los precios de las materias primas”.
Sobre los precios de los alimentos desde 2003, manifiestan que “ha sido menos espectacular”. Estos aumentaron alrededor de 50%, y esa escalada revirtió sólo en parte la pronunciada tendencia descendente que se observó en varias décadas.
Las políticas deben mantenerse
En el informe del FMI Perspectivas económicas: Las Américas (a octubre 2011) se advierte que la actividad económica mundial se está desacelerando en medio de la creciente preocupación por sus perspectivas. Se explica que el crecimiento en los países avanzados está perdiendo fuerza, “debido no sólo a shocks temporales, sino también a que los vientos en contra derivados de las debilidades en los balances públicos y privados son más fuertes de lo previsto”.
El informe subraya que América Latina y el Caribe “deberían, en general, mantener el rumbo actual de sus políticas económicas y seguir recomponiendo los márgenes necesarios para la aplicación de políticas anticíclicas en el futuro”, y estar preparados para modificarlas.
“De deteriorarse aun más la situación, la política monetaria debería de ser la primera línea de defensa, mediante la provisión de liquidez en caso de ser necesario. Entre tanto, la política fiscal debe continuar su proceso de consolidación para evitar lesionar la credibilidad fiscal (...). Por último, las políticas macroprudenciales deben seguir formando parte del conjunto de políticas a disposición”, detallan en el estudio del FMI.
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