El traje casimir es un ícono mundial del buen vestir, y en el país los paceños, por tradición, se caracterizan por un buen atuendo, sin importar su procedencia. Sin embargo, desde hace unos dos años, las confecciones y ventas de trajes en casimir cayeron más del 50 por ciento, comentaron propietarios de las sastrerías ubicadas en las calles adyacentes a la plaza Garita de Lima, en La Paz.
“El negocio está mal porque no tenemos apoyo del Estado para mejorar las ventas. Tiempo atrás, nos dedicábamos a ofrecer nuestros servicios a los funcionarios públicos, en cambio ahora, no”, comentó Bartolomé Mollisaca, presidente de la Asociación de Sastres de La Paz.
El artesano relató que hasta hace unos seis años elaboraba un promedio de 65 trajes por mes, en cambio ahora las ventas están condicionadas a las temporadas, y se realizan aproximadamente 20 unidades en épocas bajas y un promedio de 35 en fiestas patronales. Algunas sastrerías de la zona redujeron su personal de 15 a 7 operarios.
El precio de la elaboración de un traje, corte sastre de dos piezas, que consta de saco y pantalón, va desde los 400 a 480 bolivianos. Si el cliente requiere uno de tres piezas, al cual se agrega el chaleco, se acerca a los 500 bolivianos.
Mollisaca recordó que antes, la gente compraba y no escatimaba recursos por un buen traje, pero ahora sólo los folkloristas y los estudiantes de promociones de colegios son los que requieren sus servicios.
FACTORES DE DEMANDA
En la calle comercial Nataniel Aguirre, cerca de la plaza Garita de Lima, los sastres y comerciantes de telas apuestan a contratos fuertes, por temporadas, como fiestas patronales y promociones de colegios, que comienzan a activar el mercado a partir de marzo de cada año.
En cuanto a textura, según explican los vendedores de telas, las más exigentes son las fraternidades de morenadas, que tienen el recato de uniformar a sus bailarines con telas de buena calidad y cortes elegantes.
Las tiendas importadoras de telas ofrecen variedad de textiles que son traídos desde España, Italia, Chile, la India, Perú y China.
La demanda de trajes de las promociones estudiantiles se adecúa a la economía de los padres de familia y la flexibilidad de los colegios que ya no obligan a usar uniformes para desfiles cívicos en fiestas patrias.
Juan René Condori, propietario de telas J. René, contó que el contrato más grande que tuvo este año fue con el Liceo de Señoritas La Paz, que demandó 600 metros de tela española para 253 alumnas con un valor aproximado de 30.360 bolivianos.
Según los vendedores de la sucursal de la importadora de telas BSL, los colegios rurales son más exigentes en calidad. Por ejemplo, los de Achacachi eligieron una tela de buena calidad y no discutieron los precios a la hora de pagar.
Los sastres y los contratos con colegios no tienen un precio fijo, y las ofertas de confección que ofrecen las sastrerías varían desde los 250 a 400 bolivianos según la calidad y el tiempo de anticipación.
Según bachilleres del colegio Claudio Sanjinés de la zona de Sopocachi, los padres de familia invirtieron alrededor de 850 bolivianos en un traje de tres piezas, cuyo precio incluye la tela y confección.
Los costureros recomiendan a los clientes usar telas italianas y Bella Vista que son de procedencia chilena y se caracterizan por su gramaje equilibrado en lana y poliéster. También recomiendan la tela Barrington, que es de industria peruana, pero rechazan las telas chinas que tienen mayor porcentaje de poliéster y su peso liviano.
Entre las telas para diseños ejecutivos, se destaca las de procedencia hindú que son de buena calidad, pero también existen de primera y segunda calidad, la diferencia se nota por su grosor, peso y precio.
Modistas ofrecen telas y mano de obra
Para asegurar la clientela, los talleres de sastrería se dan modos y tienen variedad de telas al alcance del cliente, una modalidad de venta que es rechazada por los importadores de paños.
Para Eliana Aguilar Campos, representante comercial de la importadora de telas BSL, en Bolivia, los sastres deben vender sus servicios y no importar telas porque hacen una competencia desleal.
La estrategia de ventas de los maestros les ayuda a percatarse de la calidad de la tela y por eso recomiendan a los clientes que compren tela con 50 por ciento de lana y 50 por ciento de poliéster.
Los importadores no se preocupan por la calidad de las telas y venden al consumidor que no las conoce bien, comentaron sastres consultados. “Las fallas resaltan a la hora de confeccionar las prendas, y los clientes piensan que las fallas son resultados de un mal trabajo”, indicaron.
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