Mientras en Santa Cruz de la Sierra el consulado chino funciona en una lujosa mansión de la residencial zona de Sirari, en China la embajada boliviana trabaja en un piso de un edificio de oficinas diplomáticas. Una foto de Evo Morales, una bandera boliviana y una wiphala adornan uno de los salones en los que se reciben visitas, como la de los directivos de la Cainco, que estuvieron el mes pasado en varias ciudades de China.
Al filo de su gira por la nación asiática, el presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz, Luis Barbery, además de otros dos ejecutivos de esa entidad, Daniel Velasco y Ricardo Reimers, y el jefe de redacción de EL DEBER, Tuffí Aré, estuvieron en la embajada boliviana. Allí fueron recibidos unos minutos por el ministro consejero, Erick Rivera Claussen, y el segundo secretario encargado de la sección comercial, Raúl Terán Belmont. Ambos ofrecen amabilidad y dejan escapar un aire de resignación cuando hablan de sus limitaciones para impulsar las relaciones entre Bolivia y China. El embajador Fernando Rodríguez no participa de la reunión porque su mandato concluyó en marzo, pero no puede abandonar la representación diplomática hasta que el Gobierno nombre a su sucesor. Aún no hay noticias.
Tanto Rivera como Terán admiten que el trabajo de la embajada es incipiente en los negocios, que la agenda bilateral aún es pequeña y que es preferible pensar en desarrollar ventas de productos concretos, más que en impulsar grandes acuerdos comerciales que luego no se cumplen. Como en visitas realizadas a algunos de sus colegas chinos, el presidente de la Cainco pidió a los diplomáticos promover la participación de empresarios asiáticos en la Feria Exposición de Santa Cruz, de septiembre de este año.
Pese a las dificultades de la representación diplomática, la presencia de cuatro años del sociólogo Fernando Rodríguez en la embajada con sede en Pekín le ha permitido identificar algunas prioridades.
“Bolivia no puede vivir de espaldas a China. Nuestros 25 años de relaciones diplomáticas son un tiempo prudente para evaluar el desarrollo de las mismas. No cabe duda de los avances, especialmente durante estos últimos años. Un solo dato nos indica aquello: estadísticas oficiales muestran que el comercio hasta el 2010 se ha incrementado un 135%. Sin embargo, este logro no debe despegarnos de la realidad, pues nuestros países vecinos no solo duplicaron sus resultados, sino hasta los cuadruplicaron”, explica Rodríguez.
El diplomático reflexiona sobre lo que el Gobierno chino considera el mejor momento de 25 años de relación, pero recuerda que los acuerdos comerciales vigentes datan del inicio de los vínculos. “Es preciso trabajar en un compromiso realizado por Bolivia en la última comisión mixta y que no ha sido ejecutado: la propuesta boliviana de un nuevo acuerdo comercial, en los marcos de un comercio justo y armónico. Este instrumento, acompañado de un nuevo acuerdo marco estratégico que renueve y afirme nuestros intereses y agenda para el siglo XXI, puede catapultar las relaciones políticas y comerciales”, sostiene.
Propone conformar un equipo u oficina especial que diseñe y monitoree permanentemente la relación. “Hay que definir estratégicamente qué queremos y en qué campos trabajaremos íntimamente. Saber exactamente qué queremos de China y qué le ofrecemos. Es preciso superar la ‘proyectitis’; ponernos a pensar en un plan quinquenal de cooperación”, remarca.
Al final, Rodríguez plantea crear agregadurías mineras, de las energías tradicionales y nuevas y de los macroemprendimientos viales.
Opinión
Es posible inspirarnos en ellos
Fernando Rodríguez / Embajador saliente en China
Lejos de copiar el modelo chino, es posible inspirarnos en él para impulsar nuestras transformaciones. Fortalecer el Estado, sus instituciones y sus normas. Incorporar en la vida de las personas el mandato del pueblo, respetar a sus autoridades, controlar a sus dirigentes, disciplinar a sus ciudadanos, combatir la corrupción y criminalizar los delitos económicos contra el Estado.
Convertir a las universidades en los organismos funcionales de desarrollo científico planificado, dignificar el magisterio y transformar la educación con una doctrina estatal unificada. Desarrollar el concepto de zona económica especial, fomentar las autonomías de las minorías étnicas para garantizar su sobrevivencia deben ser temas de investigación nuestra.
Por otra parte, también debe llevarnos a estudiar la formación de un empresariado que no es anti-Estado, sino que trabaja funcional al Estado, convirtiendo a este en su mejor mercado, en algunos casos, y socio para la exportación en otros. Ese modelo funciona exitosamente en China. Fomentar una relación intensa con las cámaras de comercio y su potenciamiento a través de organismos oficiales, es también otro elemento a estudiar.
El fortalecimiento del sector comercial en la embajada de Bolivia en China constituye tarea estratégica imprescindible. La currícula es larga, pero como dijo Confucio, “un camino de mil millas se inicia con el primer paso”.
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