Abrigada hasta el cuello por mera costumbre, Hilda Ramos Figueroa vino desde el Sur potosino a Cochabamba para recibir el Primer Premio del Sexto Concurso Latinoamericano de Emprendimientos Económicos Liderizados por Mujeres “Así se hace”, que fue otorgado a la asociación Awashani, que produce tejidos en fibra de llama en Sud Lípez.
Ramos es una de las integrantes fundadoras de la asociación que fue reconocida en la categoría de emprendimientos asociativos, y que, en sólo cuatro años, ha logrado posicionar sus tejidos en el mercado nacional y en algunos internacionales.
La asociación está integrada por 27 mujeres de tres diferentes comunidades mineras (Tatasi, Telamayu, Sietesuyus) de la provincia Sud Lípez, que se dedican a la elaboración en telar de prendas de fibra de llama, teñidas con colores naturales (de cebolla, repollo, cochinilla).
Puntualiza que su especialidad son los chales, las chalinas, los guantes y las chompas, prendas que tejen bajo altos estándares calidad a fin de garantizar las exigencias de sus compradores en Dinamarca, Italia, Suiza y otros países europeos.
Y es que, hoy por hoy, sus principales mercados son los de los países del Viejo Continente, donde sus creaciones son particularmente apreciadas, incluso, más que en Bolivia. Dentro el país su principal tienda se encuentra en La Paz, aunque también allí sus más asiduos consumidores suelen ser de nacionalidad extranjera.
A los mercados europeos exportan entre 100 a 130 prendas una cinco veces al año, siendo que el costo para el exterior de cada una de sus hechuras fluctúa entre los 20 y 30 dólares.
Doña Hilda cuenta que la alta factura de sus tejidos es, en buena medida, fruto de los talleres de capacitación que recibieron las mujeres asociadas de parte de algunas organizaciones no gubernamentales, las cuales las respaldaron también económicamente.
Así también recibieron la asistencia de algunos expertos europeos, que les precisaron cuáles son los patrones (calidad, tamaño,) de calidad exigidos en los mercados internacionales, dice.
Apunta que los ingresos percibidos por la venta de sus tejidos en Bolivia y el exterior les sirven para mantener a sus familias, más aún, cuando las mujeres quedan viudas y al cuidado de su parentela por los frecuentes accidentes del que son víctimas los hombres que trabajan en las minas.
Se manifiesta esperanzada en que el éxito alcanzado hasta ahora anime a más mujeres de las comunidades de Sud Lípez a sumarse a la iniciativa, sobre todo, si la demanda de sus productos crece en los mercados de afuera.
Sin embargo, lamenta que esta pretensión está también supeditada al respaldo de los maridos, que aún manifiestan cierta reticencia al trabajo que realizan sus mujeres más allá de sus hogares.
Dice que, actualmente, les sigue resultando complicado a las mujeres de la asociación compatibilizar las labores familiares con el trabajo que desarrollan con Awashani.
Ramos es una de las integrantes fundadoras de la asociación que fue reconocida en la categoría de emprendimientos asociativos, y que, en sólo cuatro años, ha logrado posicionar sus tejidos en el mercado nacional y en algunos internacionales.
La asociación está integrada por 27 mujeres de tres diferentes comunidades mineras (Tatasi, Telamayu, Sietesuyus) de la provincia Sud Lípez, que se dedican a la elaboración en telar de prendas de fibra de llama, teñidas con colores naturales (de cebolla, repollo, cochinilla).
Puntualiza que su especialidad son los chales, las chalinas, los guantes y las chompas, prendas que tejen bajo altos estándares calidad a fin de garantizar las exigencias de sus compradores en Dinamarca, Italia, Suiza y otros países europeos.
Y es que, hoy por hoy, sus principales mercados son los de los países del Viejo Continente, donde sus creaciones son particularmente apreciadas, incluso, más que en Bolivia. Dentro el país su principal tienda se encuentra en La Paz, aunque también allí sus más asiduos consumidores suelen ser de nacionalidad extranjera.
A los mercados europeos exportan entre 100 a 130 prendas una cinco veces al año, siendo que el costo para el exterior de cada una de sus hechuras fluctúa entre los 20 y 30 dólares.
Doña Hilda cuenta que la alta factura de sus tejidos es, en buena medida, fruto de los talleres de capacitación que recibieron las mujeres asociadas de parte de algunas organizaciones no gubernamentales, las cuales las respaldaron también económicamente.
Así también recibieron la asistencia de algunos expertos europeos, que les precisaron cuáles son los patrones (calidad, tamaño,) de calidad exigidos en los mercados internacionales, dice.
Apunta que los ingresos percibidos por la venta de sus tejidos en Bolivia y el exterior les sirven para mantener a sus familias, más aún, cuando las mujeres quedan viudas y al cuidado de su parentela por los frecuentes accidentes del que son víctimas los hombres que trabajan en las minas.
Se manifiesta esperanzada en que el éxito alcanzado hasta ahora anime a más mujeres de las comunidades de Sud Lípez a sumarse a la iniciativa, sobre todo, si la demanda de sus productos crece en los mercados de afuera.
Sin embargo, lamenta que esta pretensión está también supeditada al respaldo de los maridos, que aún manifiestan cierta reticencia al trabajo que realizan sus mujeres más allá de sus hogares.
Dice que, actualmente, les sigue resultando complicado a las mujeres de la asociación compatibilizar las labores familiares con el trabajo que desarrollan con Awashani.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario