martes, 26 de julio de 2022

Tres colaboradores de VEGA: “No somos las personas de la basura, somos los de la limpieza”

 Desde hace ocho años la empresa que realiza la gestión de residuos en Santa Cruz ejecuta diversas acciones de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que involucra a sus colaboradores en temas de comunidad, salud y la protección del medioambiente

Mientras Santa Cruz duerme, un ejército de 1.200 colaboradores tiene en sus manos overoles, botas e indumentarias listas para levantar bolsa a bolsa las más de 1.500 toneladas de basura que se genera diariamente en el Municipio. Tres de ellos quieren compartir su historia. Coinciden que muchas personas en las calles no valoran su trabajo. Algunos le vociferan “para eso pago” “limpiá bien” o gritan “ya vienen los de la basura”. Sin embargo, ellos quieren hacer un llamado a la conciencia: “Somos las personas de la limpieza. No de la basura”.

Simona Polares (54), Charlotte Bejarano (20) y Ervin Cárdenas (55) abren sus vidas para que la población conozca cómo es el día de trabajo para ellos, qué respuestas han tenido de los vecinos, cuánto limpian, como sobrellevan las dificultades propias del oficio y que milagros surgen en el corazón de sus hogares.

Sucre, una renuncia y la hija a punto de ser doctora

Simona Polares Barrón sonríe al sacarse el barbijo. Habla despacio, pero segura de sus palabras. Ella tiene 54 años, pero el espíritu de 20. Lleva 10 años trabajando en la empresa VEGA. Es mamá de Jenny (26), Elizabeth (19) y José (16) y esposa de Víctor, también colaborador de VEGA. Es oriunda de Sucre, donde salió bachiller, trabajando de día y estudiando por las noches. Migró a sus 25 años a Santa Cruz y después de trabajar en la limpieza de un colegio particular decidió postular a la empresa que antes se llamó SUMA.

Ella empezó a trabajar en el área de empapelado, pasó a la división de áridos y, desde hace unos meses forma parte de los grupos que trabajan en zonas. Toda su familia cuida una casa en el Barrio Palmasola. Para ella, el trabajo es una bendición. Cada día toma dos micros para llegar a las 6:30 am a la zona que le corresponde. 

Mientras va barriendo y recogiendo la basura de las áreas verdes, Simona programa en su teléfono alabanzas cristianas. Recuerda con alegría aquella vez que sus supervisores hicieron un alto al trabajo por unos minutos para celebrar su cumpleaños. “Había torta y gorritos. Fue un gran día”, añora. Pero recuerda con tristeza el día que unos vecinos botaban la basura ni bien ella terminaba de barrer murmurando “para eso pagamos”. 

En casa de Simona, la limpieza se hace por turnos. “Todos tenemos que ayudar. A veces a mí no me da el cuerpo para seguir limpiando”, expresa. Jenny, su hija mayor está por graduarse de médico y, durante varios meses de su formación ingresó también a VEGA para costear sus estudios. Su otro hijo estudia Contaduría. “Nuestro trabajo es un servicio a la comunidad. Necesitamos trabajar en equipo con los vecinos para que la ciudad quede limpia. Pedimos por favor que nos ayuden. Agradecemos a la empresa porque hasta el 5 de cada mes recibimos el sueldo sin falta y también gracias a los supervisores que nos orientan”, concluye.

Las cinco guerreras y un nombre francés

En la casa de Charlotte Bejarano toda la familia está compuesta por mujeres: Su mamá Carmen, sus hermanas Nadia (27), Vania (18) y su hija Sharol, de 3 años. Viven por el Barrio Guadalupe, cerca del Octavo Anillo del Cambódromo. Charlotte trabaja desde hace dos años en VEGA. Es mamá soltera. Durante las noches estudia en un Centro de Educación para Adultos ya que, su anhelo es salir bachiller. 

Charlotte, dice que lleva ese nombre en homenaje a una película. Ella ingresó a la empresa en reemplazo de su mamá Carmen Rojas que, después de ocho años de trabajo, tuvo problemas de salud y renunció a la empresa. Charlotte dice que su mamá también se retiró para cuidar a Vania que nació con síndrome de Down. “Mi mamá la cuida todo el día. Ella tiene reumatismo. Todas tenemos que llegar a limpiar la casa. Tengo a mi hermana que también trabaja en VEGA en el área de poda”, comenta.

La señorita limpia todos los días la Radial 13, la zona del Cuarto Anillo, entre otras zonas. “Es difícil limpiar cuando caen las hojas del árbol Siete Copas”, recuerda. Charlotte está alzando su carretilla para limpieza todos los días a las 6:30 am. Cuando hay harto trabajo ella no desayuna y solo almuerza cuando sale tipo 14:00. Suspira y recuerda las malas frases que ha escuchado de los vecinos en las calles como “esta basurera” o, la ven barriendo y a propósito botan la basura en la parte que ya limpiaron. “Algunos también son buenos y nos invitan desayuno”, recuerda.

“A veces tengo que levantarme más temprano para sacar ficha para mi hija. Durante la pandemia trabajamos sin parar. En el área de áridos, por ejemplo, se trabaja con mucho esfuerzo con la carretilla, la escoba y la pala para sacar la tierra. Del Cuarto al Quinto Anillo nos toca limpiar ida y vuelta sin parar”, añade.

San Miguel de los Junos y su trabajo silencioso

Ervin Cárdenas Tonore ingresó a VEGA durante la pandemia. Tiene 55 años. Es padre de dos hijos. Todos los días se levanta a las 4:30 am para alistarse y trasladarse desde San Miguel de los Junos hasta la Zona Norte de Santa Cruz para empezar a trabajar a las 6:00 am. 

Ervin es oriundo de Trinidad (Beni). Durante varios años trabajó como vaquero y cuidando haciendas en el Oriente. Buscando mejores oportunidades, llegó a la comunidad San Miguel de los Junos (Distrito 14 de Paurito), el lugar donde VEGA tiene un complejo municipal de tratamiento de residuos sólidos, el más grande del país.” Ingresamos 10 personas de esa zona por un compromiso que tenía VEGA con las familias. Ingresó primero al servicio de áridos y actualmente trabaja también en zona. “Una vez estábamos limpiando las calles y vi como un vehículo arrolló el cono que pusimos para señalizar y cuidarnos. A veces corremos riesgos para limpiar, por eso hay que estar atentos a cada cosa que hacemos. Sin distracciones”, comenta.

Ervin recuerda que, existen vecinos muy amables que comparten algún alimento o una fruta mientras limpian, pero también recordó con poco agrado a otras personas que después de limpiar sacan recién sus bolsas o incluso echan la basura a la misma calle. “Algunos dicen yo pago. Todo el mundo paga. Yo diré entonces: yo pago también y dejaré de trabajar”, comenta.

Él dice que trabaja desde las 6:30 hasta las 15:00 y, mayormente, con el viático que recibe almuerza o desayuna bien y la otra comida se alimenta con algo más ligero. Ervin pasó por el COVID-19 y tuvo algunos días de baja. “No he tenido hasta el momento llamadas de atención. Me gusta trabajar con honradez y con responsabilidad”, asevera.

¿Qué haría si fuera alcalde un día? Escucha la pregunta y responde: “Primero, que cada vecino cuide su acera y la mantenga limpia. Con eso ahorraríamos mucho dinero. También pediría que cuiden las plazas, los parques, las áreas verdes. Si ellos no lo cuidan ¿quién más lo va hacer’”, concluye.

Joao Paulo Mota, gerente de Operaciones de VEGA, agradece a cada uno de los colaboradores que, así como Simona, Charlotte y Ervin, cumplen con responsabilidad sus labores, brindan sus mayores esfuerzos para cumplir con los 14 servicios que estipula el contrato y generan otros empleos indirectos.

“La ciudad más limpia no es la que tiene más contenedores y limpia más calles sino la que menos ensucia. Necesitamos que se asuma la población tome conciencia y asuma que la responsabilidad para la gestión de los residuos es una tarea de cumplimiento obligatorio entre tres partes: el vecino, la empresa de limpieza y las autoridades. Si una pata falla, es muy difícil sostener la labor”, comenta.

Tres colaboradores de VEGA

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