lunes, 7 de diciembre de 2015

Los exportadores de textiles sufren por la falta de mercados y de pagos La manufactura nacional se queda fuera de los mercados

El comportamiento de las exportaciones de productos manufacturados bolivianos en los mercados externos, entre los meses de enero y julio de 2015, revelan un considerable retroceso respecto de igual periodo del año anterior.

Tomando una muestra de nueve mercados de destino, en todos ellos se registran variaciones con valores negativos. Así, las exportaciones a Colombia cayeron de 663,6 millones de dólares a tan solo 82,8 millones de dólares, o sea se exportó a ese país 68,6% menos; mientras que las exportaciones a Venezuela bajaron de 236 millones a 120,7 millones de dólares (48,9% menos); en tanto que las exportaciones a Estados Unidos se redujeron de 618,5 millones a 446 millones de dólares (27,9% menos). Observe el gráfico.
En cuanto a volúmenes exportados de manufacturas, las pérdidas más sustanciales se registran en el mercado de Venezuela, con una caída de 97,3% en los meses de enero a julio de 2015 respecto de igual periodo de 2014. Otras caídas significativas en los mercados vecinos son las siguientes: Colombia (79%), Ecuador (42,6%), Perú (24,2%) y Paraguay (21,5%).
Sin soga ni cabra
En los años 90 y sobre todo en la primera mitad de los años 2000, las manufacturas bolivianas experimentaron un incremento notable y sin precedentes, especialmente en las ventas de confecciones, marroquinería y joyería a Estados Unidos, gracias a los beneficios arancelarios del ATPDEA.
Al quedar suprimido estos beneficios desde fines de 2008, los exportadores bolivianos se vieron, de pronto, obligados a cancelar aranceles de entre 14% y 24%, para seguir colocando sus productos en ese mercado. Aunque no se tienen cifras precisas del impacto negativo que ello ha supuesto para las exportaciones bolivianas, estimaciones no oficiales indican una caída de alrededor de 180 millones de dólares por año.
Al perder su ventaja competitiva arancelaria, América Textil (Ametex), la principal y más moderna industria de hilados, tejidos y prendas de alta costura, y que en su mejor momento llegó a emplear a 4.500 trabajadores, no pudo sobrevivir, arrastrando en su caída a otras empresas y talleres de confecciones.
El intento de reemplazar el mercado estadounidense por Venezuela no ha pasado de las buenas intenciones. Venezuela es un mercado de mucho menor dimensión y capacidad adquisitiva y aplica un sistema de pagos complicado, que se presta a la corrupción y que nunca ha podido ser una alternativa real frente a las ventajas del mercado norteamericano. Y menos ahora que la economía venezolana está azotada por la hiperinflación, la escasez de divisas, las enormes brechas en el tipo de cambio, etcétera.
Pero la frustración de los exportadores bolivianos no sólo proviene de que sus colocaciones en Venezuela sean mucho menores que las que se habían anunciado, sino también por el hecho de que el proceso de cobro de las exportaciones realizadas ha devenido en un verdadero calvario y son muchas las empresas que llevan años sin cobrar.
Según datos no oficiales del Viceministerio de Exportaciones, el monto pendiente de pago de órdenes ya despachadas en textiles asciende a casi 12 millones de dólares, en tanto que el monto de órdenes fabricadas pero no despachadas bordea los 10 millones de dólares.
Los cuellos de botella con el Mercosur
No son pocos los exportadores nacionales que ven en el Mercado Común del Sur (Mercosur), y especialmente en el gigante Brasil, un mercado natural para sus productos y con las ventajas de la proximidad geográfica y de costos de transporte más bajos. Pero estas ventajas sirven de muy poco y no resuelven las dificultades para exportar; por ejemplo, los obstáculos paraarancelarios (requisitos no monetarios para entrar a un mercado, como licencias y permisos sanitarios, entre otros).
Uno de tales obstáculos es el engorroso trámite de internación y desaduanización que deben realizar las empresas para acceder al mercado brasileño y concluir con la entrega final de sus productos. Para las autoridades de ese país, cualquier carga boliviana puede ser sospechosa de contrabando o directamente de narcotráfico.
Por si fuera poco, si antes Bolivia podía exportar al Mercosur prendas confeccionadas con tela importada de terceros países, ahora que es socio pleno de este bloque comercial está impedido de hacerlo.
Varios problemas podrían resolverse con una pre-certificación de las empresas bolivianas, de manera que se facilite sus trámites de exportación, pero esto no ocurre actualmente. De ahí el porqué de que el sector exportador está reducido a su mínima expresión y presionado por condiciones muy adversas, que incluso ponen en tela de juicio su subsistencia.
El esquivo acuerdo comercial con Estados Unidos
Una de las razones para que la industria en Perú, Chile, Colombia, México y otros países progrese y se expanda es que pueden exportar a Estados Unidos con tarifas preferenciales, gracias a que tienen firmados tratados de libre comercio con la potencia del norte, el mercado más codiciado, el de más alto poder adquisitivo y que cuenta con la ventaja de una mayor cercanía frente a Europa y Asia.
Ahora bien, si se excluyen las ventas del gas natural boliviano a Brasil y Argentina, Estados Unidos es el primer mercado para las exportaciones nacionales y para la mayor variedad de productos, pero sin las ventajas arancelarias que tienen los otros países.
Las preguntas que se hacen los exportadores, y quizá también otros sectores, son: ¿por qué nuestro Gobierno no abre negociaciones prontas y eficaces con el Gobierno de Estados Unidos, conducentes a un acuerdo comercial y de cooperación que otorgue tratamiento preferencial a los productos bolivianos? ¿Hasta cuándo prevalecerán los obstáculos políticos que ocasionan considerables perjuicios a los productores y exportadores nacionales?

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