martes, 15 de diciembre de 2015

Bolivia se vuelve el país más caro para exportar

Según Víctor Rodríguez, empresario textil, las manufacturas bolivianas son ahora mucho menos competitivas en los mercados externos, por el tipo de cambio y por el costo creciente de la mano de obra. A ello se suma la falta de mercados, el atraso y las dificultades en la devolución de los Certificados de Reintegro Arancelario (CRA) y el Certificado de Devolución de Impuestos (Cedeim), ocasionando iliquidez en las empresas, y los muchos obstáculos en los trámites de exportación.
Todos ellos son problemas acuciantes para los exportadores nacionales, frente a los cuales se sienten impotentes y con cada vez menos fuerza para resistir.
Frente a Perú
En la región, la producción boliviana compite en muchos rubros con la de Perú. Nuestro vecino determinó la devaluación de su moneda, lo cual crea una mayor desventaja para la producción nacional.
"Haciendo una comparación con Perú -dice Rodríguez-, allí el costo por minuto de confección es de 0,08 dólares, mientras que en Bolivia es de 0,12. Hasta 2012, en Bolivia teníamos costos similares al Perú. Ahora nuestros costos operativos se han disparado por el alza de los salarios, los dobles aguinaldos y otras cosas, mientras que para los productos peruanos se hacen más baratos por la devaluación de su moneda”.
Para dar una idea: una polera marca Polo se confecciona en 21 minutos, esto significa que en Perú el costo de mano de obra en esa prenda equivale a 11,23 bolivianos. Pero, en Bolivia, por el mismo trabajo, se paga 18 bolivianos; o sea, es 37% más caro confeccionar la misma prenda.
"La devaluación que hizo Perú nos convirtió nuestra producción automáticamente en 10% más cara, sólo por el tipo de cambio, a lo cual hay que adicionar los costos de transportar la materia prima que importamos. Todo eso significa que nuestro costo de producción está entre 14% y 18% por encima del de Perú. Esta es la razón de que perdamos mercados”, lamenta el empresario.
De exportador a productor en el mercado interno
Después de trabajar por varios años en la industria textil, Víctor Rodríguez tomó la decisión de crear su propia empresa de confecciones. Lo hizo en un momento de expansión del sector textil en Bolivia, y alentado por las buenas perspectivas para la exportación de prendas a Estados Unidos, que traía consigo la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga, mejor conocida como el ATPDEA.
Arrancó como maquiladora, con alrededor de 20 empleados. En pocos años, estuvo en capacidad de desarrollar sus propios productos y con la calidad internacional que le permitía colocarlos en el mercado estadounidense, teniendo como compradores a algunas de las grandes firmas de ropas. Cuando todavía estaba vigente el ATPDEA, este emprendedor había logrado dar el salto hacia una empresa grande, en las dimensiones bolivianas, llegando a tener una planilla de 400 trabajadores, contratados bajo la Ley General del Trabajo, muchos de ellos de alta calificación laboral.
La frustración de Rodríguez, como la de otros empresarios, es no haber podido sostener el crecimiento de su empresa.
Adiós al ATPDEA
Con la pérdida del ATPDEA comenzaron también para él las vicisitudes de encontrar un mercado sustitutivo y con las ventajas arancelarias que le permitieran defender la posición conquistada en un mercado internacional altamente competitivo como el de las prendas de alta calidad.

"El mercado venezolano ha resultado un fiasco”, asevera. "Funcionó apenas un par de años, gracias al proyecto que concebimos nosotros mismos, los exportadores, tratando de hallar una salida a la crisis generada por el fin del ATPDEA”. Muchos perdieron importantes sumas de dinero cuando comenzó a ser casi imposible cobrar por las prendas exportadas.


"Los compradores allá no tienen cómo pagarnos. Y algunos, incluso, han sido víctimas de estafadores que lo único que querían era obtener dólares oficiales para otras compras o bien usarlos en otros negocios”, alega.
Actualmente, la empresa de Rodríguez se ha reducido a no más de 40 empleados. Para sobrevivir ha reorientado su producción de prendas al mercado interno, y sus exportaciones son ocasionales. Su desafío, ahora, es competir con las prendas importadas y con el contrabando. "No me quejo de cómo me está yendo, ya que tengo una línea de producción que tiene un nicho de mercado. El problema es que nuestro mercado es pequeño, sin posibilidades de expansión, por lo cual no puedo pensar en un crecimiento continuo y más allá de ciertos límites”, indica.
Un gobierno comprometido con el sector exportador
El empresario del testimonio en este artículo considera que para él es posible defenderse vendiendo en el mercado interno, pero le duele ver cómo se destruye el sector exportador de manufacturas. Ha visto de cerca el cierre de empresas grandes, medianas y pequeñas, y también ha compartido el drama de empresarios y emprendedores que creyeron "en el sueño de un país exportador y que desarrolla su propia industria”.
"Más allá del interés de los empresarios, me preocupa la cantidad de puestos de trabajo que se pierden con el cierre de las empresas, y porque además son mayormente empleos formales, que difícilmente van a encontrar cabida en otros sectores económicos”.
Rodríguez mira con envidia cómo los países vecinos, comenzando por el Perú -cuya industria textil despegó en los años 90, casi simultáneamente con la industria boliviana-, que ha sido capaz de mantener un ritmo constante de crecimiento y con políticas de fomento a la exportación que se mantienen por más de 25 años, pese a los cambios de Gobierno.
Perú es un buen ejemplo de lo que puede hacer un Estado para promover su industria nacional y sus manufacturas, abriendo mercados externos, suscribiendo acuerdos comerciales, facilitando el comercio exterior, mejorando la infraestructura del país y apoyando a sus empresas con financiamiento, asistencia técnica e incentivos tributarios.
Rodríguez advierte que el Perú tiene un muy buen incentivo a la exportación de productos con valor agregado, conocido como DRAWBACK, que consiste en un 5% del valor de la factura, y que el propio Gobierno peruano devuelve al exportador en un periodo de 30 días mediante un cheque efectivo; este incentivo es diferente del CEDIM, que es una devolución de impuestos.
"En Bolivia parece que el objetivo de las autoridades es poner obstáculos y complicar la vida del exportador. Y no solamente que no hay incentivos tributarios, sino que incluso te retienen ilegalmente el Cedeim y te dejan sin liquidez para operar”, describe.

Como empresario del sector, se lamenta de que las acciones de Gobierno vaya en contra ruta con las necesidades de los exportadores. "Durante algún tiempo, la única agenda de la autoridad gubernamental era exportar a Venezuela, y ya sabemos cuáles son los resultados. Después llegó otra autoridad obsesionada en convertir a ENATEX en la única exportadora de textiles y que pretendía que los demás trabajáramos para la empresa estatal, como maquiladores privados”, recuerda.



Respecto a esa empresa pública, reflexiona: "Lo que debemos preguntarnos es cuánto cuesta a los bolivianos mantener el funcionamiento de una empresa técnicamente quebrada y que, imposibilitada de exportar, ahora debe lidiar para colocar sus prendas en el mercado local, compitiendo con la ropa importada y con la usada que ingresa por contrabando”.

Las exportaciones disminuyeron aún más en la presente gestión

Según información del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (UBCE), desde enero hasta octubre de 2015 las exportaciones bolivianas, llegaron a un valor de 7.465 millones de dólares americanos y registraron una disminución del 32%, es decir 3.580 millones de dólares menos, en comparación con lo registrado en el mismo período de la pasada gestión.
Este cálculo se realizó sin tomar en cuenta las reexportaciones, o sea la exportación de mercancías importadas con anterioridad, de forma temporal; tampoco fueron contados los efectos personales, puesto que no representan ingreso de divisas al país.
Por su lado, las importaciones redujeron 851 millones de dólares; en términos porcentuales fueron 10% menos.
Como se puede observar en la gráfica inferior, durante el período enero-octubre de 2015 el saldo comercial fue deficitario en 409 millones de dólares, mientras que en el mismo período del 2014 el saldo comercial registraba un superávit de 2.320 millones de dólares.
La baja en el saldo comercial ha sido constante en los últimos tres años. Esto se demuestra con las cifras correspondientes a los mismos periodos de los años 2012 y 2013.
Entre enero y octubre del primer año mencionado el saldo comercial era de 2.998 millones de dólares y la cifra tuvo ya una baja para el mismo periodo de 2013, cuando llegó a 2.719 millones de dólares.
Hasta octubre asimismo, las exportaciones bolivianas hacia sus tres principales mercados (Brasil, Argentina y Estados Unidos) registraron disminuciones significativas. Las ventas externas hacia Brasil bajaron un 36% comparadas al mes de octubre del 2014, hacia Argentina fueron 41% menos y hacia Estados Unidos 45%, mientras que a China y Bélgica aumentaron 9% y 19%, respectivamente.
Cabe señalar, sin embargo que, pese a la caída de las exportaciones, Bolivia tuvo un saldo comercial positivo con sus tres principales socios: Brasil (804 millones de dólares), Argentina (438 millones) y Estados Unidos (89 millones), mientras que los mayores déficits comerciales bilaterales se dan con China (-1.034 millones), Chile (-271) y Perú (-240).

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