miércoles, 15 de diciembre de 2010

Textiles tradicionales son mezclados con lana industrializada

Para abaratar los costos de sus tejidos, las mujeres de localidades cercanas a Charazani mezclan la lana que elaboran artesanalmente de oveja o alpaca con otra sintética que compran en mercados de La Paz.

Éste fue uno de los hallazgos de miembros del Instituto de Investigación y Capacitación en Ciencias Administrativas (IICCA), que pertenece a la carrera de administración de empresas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

Las estudiantes Samanta Gómez, Nadir Arias y Claudia Valverde, con el apoyo de Félix Quispe, David Calisaya y Vladimir Gonzáles y bajo la tutoría de Miriam Mallea, llevaron a cabo una investigación sobre los cambios e innovaciones de las tecnologías ancestrales referidas a textiles en comunidades aledañas a Charazani, al norte del departamento de La Paz.

Este estudio será un aporte al proyecto del Sistema de Información Regional de Innovación para el departamento de La Paz, cuyo objetivo es mostrar la línea de cambios tecnológicos en estas comunidades, realizado por alumnos de la carrera de administración.

Producción y sequía

Los textiles y las prácticas que implican su producción fueron observados en tres localidades de Charazani: Amarete, Suni Alpaqueros y Chajaya.

Tanto en Amarete como en Chajaya se observó que la mayoría de la ropa que se utiliza está hecha de tejidos elaborados por las mujeres de la comunidad en base a lana de oveja y alpaca; sin embargo, éstos están mezclados con lana industrializada que adquieren en mercados de La Paz.

La razón -explicada por los comunarios- es que debido a las sequías se ha perdido ganado, además de que tienen menor cantidad de cabezas en comparación a años anteriores y el incremento de los precios hace que la lana deje de ser su prioridad inmediata. Esto habría causado un vacío en la producción local de lana y, a su vez, la necesidad de adquirir otro tipo de material que se asemeje a las que ellos producen y que también tenga menor costo.

La vestimenta

Tejer es una labor desempeñada exclusivamente por las mujeres de las comunidades cercanas a Charazani. Las protagonistas de esta práctica que habitan en Amarete, Chajaya y Suni Alpaqueros llevan una especie de vincha que rodea su cabeza. Esta vincha -elaborada por ellas- lleva diferentes diseños y protege a quienes la llevan de malos augurios y sucesos negativos.

Los diseños y tejidos únicos y el tratamiento de la esquila de los animales, es decir el hilado, se hace en las puertas de las viviendas, en el momento de una conversación y también en soledad.

Pero existe una diferencia, Suni Alpaqueros es el único lugar - tomado en cuenta dentro de la investigación- que vende la esquila de llama y oveja al exterior, mientras que las otras dos comunidades señalan que no tienen ayuda para hacer algún tipo de empresa que les permita aumentar su producción de lana y comercializarla en el exterior.

La exportación es importante para ellos, porque el elevado costo de la materia prima de calidad y la mano de obra en el mercado boliviano, no parece ofrecerles un pago justo. Por ello, prefieren vender en países donde sus textiles sean más apreciados.

“A pesar de que sus diseños son tan artesanales, es sorprendente descubrir que la lana más colorida e igualmente delgada es adquirida en la ciudad”, explicó Nadir Arias.

Recelo de la cultura

Aunque en dos de las tres comunidades investigadas no se exporta sus productos, actualmente son mucho más celosos de los diseños que crean. Según contaron, hay personas que llegan de Perú para tomarles fotos y luego se enteran que los utilizan en textiles peruanos.

Por ello, capturar algunos diseños en fotografías tiene un grado de dificultad, porque los comunarios temen que sus creaciones sean copiadas, aunque la amabilidad y curiosidad de ambas partes -investigadores y lugareños- ayudó a realizar un mejor trabajo de campo, según los miembros del IICCA.

Los investigadores trabajan actualmente en la parte cuantitativa de la investigación; sin embargo, consideran que mostrar la cultura de estas localidades es una forma de que encuentren algún apoyo que fomente la crianza de ganado y la producción de lana. Esto para que los tejidos y sus diseños no pierdan su esencia ancestral.

Charazani, una población muy joven
Durante el trabajo de campo realizado cerca de Charazani por miembros del Instituto de Investigación y Capacitación en Ciencias Administrativas (IICCA), que pertenece a la carrera de administración de empresas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) se observó que, a pesar de estar en época de siembra, muchos de los pobladores son niños hasta la adolescencia o adultos.

El grado de educación de quienes viven en las comunidades como Chajaya, Chari, Suni o Amarete -cerca de Charazani- llega en su mayoría hasta el quinto grado de primaria. Después los niños dejan de estudiar y pasan a cuidar el ganado, ayudar en la siembra o emigran a otras ciudades.

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